En los Juegos Panamericanos de ese 2019 la ausencia por lesión de la colombiana Caterine Ibargüen se tradujo en una oportunidad para que Rojas le arrebatara el récord del torneo a quien hasta entonces era superior a ella.
Y también marcó el comienzo de un reinado más luminoso en el triple salto.
Cuatro años después, a principios de julio, la heptacampeona del triple salto cumplió su «anhelo personal» de ganar por primera vez en los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Alcanzó los 15 metros y 16 centímetros y estableció un nuevo récord que le permitió obtener el oro y convertirse en la primera deportista de Venezuela con un pase a los Olímpicos del próximo año.
Ahora, la joven de 27 años tiene por delante tres meses, cien días para la cita en Santiago, a la que llegará con sus habituales ganas de establecer récords pero sin la presión de la clasificación, lo que la deja en libertad de bailar y dibujar nuevos vuelos, una dinámica que ella disfruta en la pista.
Su última marca panamericana fue de 15 metros y 11 centímetros, una distancia que parece determinada a ampliar, especialmente si se considera lo logrado en lo que va de año, con 14,96 en la Liga Iberdrola de España y otros 14,91 en la Liga Diamante, números que la mantienen como líder indiscutible de la clasificación mundial en su categoría.
En 2019, en Lima, la ausencia por lesión de la colombiana Caterine Ibargüen se tradujo en una oportunidad para que Rojas le arrebatará el récord del torneo a quien hasta entonces era superior a ella, pero también marcó el comienzo de un reinado más luminoso en el triple salto femenino.
Tras el oro panamericano de Lima 2019, la carrera de la venezolana ha dado un fantástico salto.
Para sellar esa reputación, Rojas aprovechó que el mundo entero la miraba en los Olímpicos de Tokio 2021 para hacer lo que parecía imposible; un triple salto de 15,67 que la convirtió en la campeona de certamen y en una plusmarquista que estableció semejante récord global en la mayor de todas las competiciones.
Ahora, con el boleto asegurado para París 2024, la joven aprovechará la confianza ganada y el impulso de este año para volar en Santiago, tan lejos como se lo permita su propio tesón.
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