Buenos Aires.- La maltrecha economía argentina llega al ecuador del Gobierno del peronista Alberto Fernández con el desafío de consolidar la recuperación iniciada en 2021 luego de tres años de severa recesión y bajo amenaza por los serios desequilibrios macroeconómicos y la pesada deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Fernández llegó a la Casa Rosada el 10 de diciembre de 2019 con la promesa de rescatar a Argentina de casi una década de estancamiento que se había convertido en recesión en 2018, con alta inflación, recurrentes tensiones cambiarias, un nivel de endeudamiento insostenible y tasas de pobreza y desempleo en alza.
El nuevo Ejecutivo había comenzado a tomar medidas de «emergencia» para contener la crisis cuando, con apenas cien días en la Administración, tuvo que empezar a lidiar con la pandemia de la covid-19.
Las estrictas medidas de aislamiento sanitarias decretadas por Fernández y mantenidas, aunque con progresivas aperturas, durante buena parte de 2020 dieron paso al desplome de la actividad económica, cierre de empresas, destrucción de empleos e incremento de la pobreza.
El dramático escenario obligó al Gobierno a incrementar fuertemente el gasto para asistir a los sectores más golpeados, elevando el déficit fiscal primario al 6,5 % del PIB en 2020, año que se saldó con un derrumbe económico del 9,9 %, uno de los peores de la historia argentina.
RECUPERACIÓN E INFLACIÓN
La mejora de la situación sanitaria, particularmente a partir del avance de la vacunación, abrió paso en 2021 a un proceso de recuperación económica.
Hay sectores que ya retornaron a los niveles de actividad previos a la pandemia y, según las consultoras privadas relevadas mensualmente por el Banco Central, el PIB cerrará el año con una recuperación del 9,7 %.
«A pesar de un escenario tan adverso como el que nos tocó, Argentina está atravesando un claro proceso de recuperación», destacó días atrás Fernández, en un encuentro con empresarios.
Sin embargo, hay serios desequilibrios irresolutos que condicionan el impulso de la recuperación. La elevada inflación es uno de los principales.
De acuerdo con proyecciones privadas, los precios al consumidor cerrarían el año con un alza acumulada del 51,1 %, superando ampliamente la tasa del 36,1 % de 2020, año en que la inflación se moderó por la parálisis económica.
La política expansiva ha impulsado este año los precios, pero el Gobierno, sin demasiadas alternativas, insiste en que la inflación es un problema «multicausal» y no estrictamente monetario y ha optado por mantener a raya precios regulados, como los de algunos servicios, y por imponer acuerdos de congelación de precios en el caso de productos de consumo masivo, como alimentos y medicamentos.
La otra gran limitación para la economía argentina es la escasez de dólares, responsable de las recurrentes tensiones financieras, las restricciones cambiarias, las múltiples cotizaciones y la preocupante sangría de reservas del Banco Central.
MALDITA DEUDA
En sus dos primeros años de Gobierno, Fernández también ha tenido que lidiar con el dolor de cabeza de un nivel de endeudamiento incompatible con la capacidad de pago de Argentina y su imposibilidad de refinanciase en los mercados internacionales.
El primer gran escollo, el de la deuda con acreedores privados, el Gobierno logró superarlo en septiembre de 2020, tras meses de peliagudas negociaciones con poderosos fondos de inversión, al concretar reestructuraciones de bonos de ley extranjera y local por un valor conjunto de 105.089 millones de dólares.
Pero Fernández no ha resuelto aún el otro gran desafío pendiente: refinanciar deudas con el FMI por unos 43.300 millones de dólares que Argentina debería pagar —sin los recursos para hacerlo— entre 2022 y 2024 y que se derivan de un acuerdo de auxilio financiero firmado en 2018.
Según Gabriel Torres, analista principal de Moody’s para Argentina, si el país «no arregla con el FMI, va a llegar un momento en que no va a poder cancelar un pago y va a entrar en default».
«El acuerdo es importante para resolver el tema del pago de deudas y, además, para dar una señal al mercado de qué se quiere hacer con la macroeconomía», afirmó Torres.
EFE
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