Londres.- Patricia Barral estudia las señales que activan el sistema inmunológico para luchar contra las infecciones; Miguel Cacho desarrolla nano sensores para detectar enfermedades infecciosas en la sangre; e Itziar Peñafiel quiere crear fármacos de manera sostenible y «verde».
Los tres trabajan en centros de investigación punteros del Reino Unido, gracias a la capacidad que siempre ha tenido este país para cazar jóvenes talentos extranjeros.
El Brexit, sin embargo, amenaza con mandarles de vuelta a España, donde hay menos oportunidades, dicen, o a otro destino que quizá no será tan apetecible como lo era éste al principio de su aventura británica.
Confían en que, como ha prometido el primer ministro, Boris Johnson, la ruptura del Reino Unido con la Unión Europea (UE) será con un acuerdo, si bien el fantasma de un divorcio salvaje no ha desaparecido del todo.
Puerta de salida abierta
Por ello, la puerta de salida del país «no está cerrada», reconoce Barral, doctora en química por la Universidad Complutense de Madrid. Llegó a Londres en 2007 y,
desde 2013, dirige su propio equipo de investigación inmunológica en el Kings College Londón y en el Instituto Francis Crick, donde siguen a la expectativa: «todo está en el aire y las cosas cambian de un día para otro».
«Si vienes a un país porque que te ofrece unas oportunidades laborales muy buenas y luego te encuentras en un momento en el que eso ya no pasa más, pues te planteas hasta qué punto merece la pena. Hay que esperar y ver qué va a pasar», expone Barral.
Cacho, licenciado en ingeniería por la Universidad Carlos III de Madrid, también percibió que estaba en el lugar adecuado cuando se instaló en la capital británica hace siete años.
Destaca que cuando llegaron se sintieron «acogidos desde el primer minuto» por un país en el que «te podías plantear asentarte».
«Pero ahora mismo, no es un país en el que te plantees echar raíces. Creo que es la principal diferencia entre antes y después del Brexit, señala Cacho, quien cursa estudios de doctorado en el prestigioso Imperial College de Londres.
Su trabajo está centrado en el desarrollo de nano-sensores capaces de «filmar» lo que ocurre dentro de una reacción de amplificación de ADN, una tecnología que aspira a mejorar los diagnósticos tempranos de muchas enfermedades, como el cáncer de mama o el Zika.
1.000 millones de fondos europeos
Peñafiel, licenciada en química por la Universidad del País Vasco y doctora por la Universidad de Alicante, siguió la campaña del referéndum del Brexit desde Cambridge, tras obtener en 2015 una beca TecnioSpring de un año.
«Era una burbuja en la que casi todos somos de fuera, apenas hay ingleses, y, para ser mi primera experiencia científica en el extranjero, la percepción de que tu talento es lo más importante, más allá de tu nacionalidad, era una realidad».
Regresó a España en 2016 convencida de que el Brexit era algo «improbable, lejano». El «sí» a la ruptura con Bruselas fue, en consecuencia, un «shock».
«No entendíamos nada. Para nosotros, Inglaterra era una sociedad que quería acoger y buscar siempre lo mejor», arguye Peñafiel, quien, no obstante, volvió al Reino Unido en 2017 para trabajar en el Instituto de Biotecnología de la Universidad de Manchester.
Una de las paredes de la recepción de este moderno centro, creado en 2006, está llena de portadas y artículos de conocidas revistas científicas que recogen los éxitos alcanzados por sus investigadores.
«Cuando entré por primera vez aquí y lo vi me dije que quería ver mi trabajo ahí algún día».
Recursos, de momento, no le faltan. El Reino Unido, indica, tiene «un nivel de investigación altísimo» porque ha sabido seleccionar ?lo mejor».
Además, precisa, el último marco presupuestario de la UE elaborado antes del Brexit (2009-2013), destinó al Reino Unido el 25 % de las ayudas Marie Curie: «¡Eso son 1.000 millones de euros!».
En una Europa de 27, este país «se lleva el 20 %» de las becas del Consejo Europeo de Investigación (ERC) comunitario. «Luego dicen que Bruselas nos roba», ironiza Peñafiel.
«En el Reino Unido -coincide Barral- siempre han sido muy buenos a la hora obtener fondos europeos para ciencia. Han sido capaces de obtener más de lo que ponían para ciencia porque lo han hecho muy bien. Pero ahora con el Brexit, en principio, todo esto se acaba».
Este país será un «destino menos atractivo» tras el fin de las becas europeas, así como por las posibles trabas que el Brexit podría imponer a la movilidad de los ciudadanos del continente, plantea Cacho.
Paremos el avance alemán
«Estamos notando que llega menos talento. Los europeos se lo piensan. Desde el Brexit ha habido una caída brutal de alumnos de máster europeos. Y se puede ver que hay muchos más alumnos asiáticos que traen igual talento, pero que no se quedan. Terminan el máster y se vuelven. Es mucho más difícil la retención de talento para continuar nuestras carreras».
Fuera del ámbito científico, «que es totalmente ‘anti-brexit'», recalca Barral, se detectan algunos cambios en la sociedad británica, en la que han aparecido «actitudes que antes no se veían».
«Yo nunca me he sentido maltratada por ser extranjera. Pero me parece que el Brexit ha hecho aflorar muchas situaciones, no sé si racismo es la palabra, de maltrato a lo diferente, que a lo mejor antes no estaban allí».
Cacho apunta directamente a los políticos que usan un «lenguaje belicista» o tratan de evocar miedos del pasado, como durante la campaña, cuando recuerda un cartel especialmente llamativo que decía: «Detén el avance alemán, vota Brexit».
«Hay veces que si vas a un pub realmente inglés, de la Inglaterra profunda, no te sientes cómodo hablando en español. Porque en algún momento, no es la norma, pero nos han dicho ‘speak in English, this is England'».
Peñafiel, por su parte, mira al futuro con incertidumbre, pues no sabe, por ejemplo, cómo afectará esta ruptura a su familia, a su bebé y a su marido, que está buscando trabajo y, «quizá, no lo tenga fácil» si las empresas, con nuevas reglas de juego, deban pagar un extra «por un visado especial para contratar a un no inglés».
Vivir fuera de tu país, agrega, puede ser duro y cualquier ayuda puede marcar la diferencia.
«Yo, por ejemplo, he sido afortunada porque he dado a luz en España pagado por Inglaterra, que tiene este tipo de convenios por los que tú puedes dar a luz o someterte a otro tipo de operaciones que conlleven un postoperatorio que requiera un soporte familiar. Y eso está todo pagado por el servicio de salud (británico) a nuestra seguridad social», celebra.
Los tres se han hecho a la idea de que el Brexit podría transformar radicalmente sus áreas de trabajo.
«El Gobierno ha dicho que sostendrá las partidas de la gente que ya haya obtenido becas europeas, pero de dónde saldrá ese dinero, porque, obviamente, si no hay acuerdo va a haber tantísimos problemas que la ciencia va a estar a la cola», se pregunta Barral.
Según Peñafiel, desde el Ministerio de Ciencia les dijeron que el Brexit iba a ser bueno para el país, que «iba a haber más dinero? para investigar. ?Ahora nos dicen que no, que sanidad y educación van primero».
«Es comprensible, pero se supone que el Brexit era para mejorar, no para recortar?
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