Kabul.- En Afganistán un grupo de jóvenes entusiastas del «breakdance» prefieren referirse a esta disciplina con el término menos habitual de «breaking», liberándolo así de unas connotaciones de baile que enfurecen a extremistas y conservadores, que, aunque los amenazan, no han logrado detener su sueño olímpico.

Hace solo cuatro meses esos jóvenes fundaron el primer club profesional de «breakdance» en Afganistán y ahora sus 40 miembros, entre ellos seis chicas, sueñan con representar a su país por el mundo después de que el Comité Olímpico Internacional aprobara en diciembre incluir esta modalidad en el programa olímpico de París 2024.

En el barrio más peligroso del oeste de Kabul, donde el grupo yihadista Estado Islámico ha atentado contra gimnasios, mezquitas o centros educativos frecuentados por la atacada minoría hazara, una música estridente atrae la atención hacia un edificio de dos pisos.

Al entrar, en la segunda planta, sobre un suelo liso, resbaladizo y nivelado, un joven gira sobre su espalda y prueba una parada con una sola mano, después de un rápido movimiento de piernas, al ritmo de los habituales «breakbeats», que suenan a todo volumen.

«Se llama ‘breaking’ y es un deporte duro, no un mero baile», afirma Tamim Sabiri, un joven de 25 años, tras finalizar su turno de actuación en la pista.

Sabiri explica que quiere dar a conocer el «breaking» en el país, para que puedan «representar a Afganistán ante el mundo a través de este deporte», que nació en la década de 1970 en el Bronx neoyorquino y ha llegado hasta la cima de la competición deportiva.

El joven fue uno de los diez B-Boys en inaugurar el primer Club de Breaking Profesional en Afganistán hace cuatro meses, aunque por el momento no han podido participar en campeonatos nacionales ni internacionales porque ningún árbitro extranjero se atreve a visitar Afganistán debido a los problemas de seguridad.

Tampoco el Comité Olímpico de Afganistán ha registrado todavía esta disciplina deportiva.

Un deporte estigmatizado en la sociedad afgana 

Pese a que varios jóvenes han acogido con buenos ojos el «breakdance» en un país tan conservador como Afganistán, muchos ciudadanos critican e incluso amenazan a quienes lo practican porque la mayoría, debido a su nombre, lo confunden con un tipo de danza.

«Cuando publicamos nuestros vídeos en las redes sociales, casi todos los visitantes nos maldicen y usan un lenguaje abusivo contra nosotros, culpándonos de promover la danza, odian el nombre ‘breakdance'», reconoce Sabiri.

El «breakdancer» confesó que llegaron incluso a amenazarle con llevar a cabo un ataque suicida «para acabar con todos»; por este motivo, se ven obligados a referirse solo a este deporte como ‘breaking’, un término menos habitual, aunque es la denominación oficial elegida por la federación internacional y por el COI para designar el nuevo deporte olímpico.

«Es realmente doloroso cuando ves a tus compatriotas amenazándote», lamenta Sabiri.

Pero además de las continuas amenazas, los jóvenes deben lidiar con insultos como ‘bazingar’ y ‘raqasa’ (bailarina), términos despectivos que hacen referencia a uno de los colectivos más bajos de la sociedad, que se dedican a bailar en las bodas por dinero.

«Tenemos que decirles a todos que lo que estamos realizando es un deporte duro, no un baile de yeguas, y que somos atletas, no bailarines, pero da igual», agregó.

El «Breakdance» también es para mujeres

Las mujeres lo tienen aún más difícil, al tener estrictamente prohibido hacer deporte con hombres, pero algunas jóvenes se han atrevido a desafiar estas estrictas y conservadoras normas sociales.

«Aprendí muchos movimientos nuevos desde que me uní a este deporte. Me siento más fuerte físicamente que antes y me divierto aquí, es lo que necesito», explica Manizha Talash, una de las seis chicas que se han unido a este grupo de «breakdance«.

La joven, de 18 años, asegura que continuará practicando este deporte pese a los problemas y obstáculos que se presentan, y se mostró combativa.

«Debe haber alguien que luche y avance en una profesión para abrir así el camino a otras chicas que están interesadas en este deporte», subraya Talash, y sentencia: «Mi mensaje para esas chicas que temen la situación y las amenazas es que avancen sin miedo, se unan a los deportes y hagan las cosas que les gusta hacer».

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