Jerusalén.- Un desgastado electorado israelí acudirá nuevamente el lunes a las urnas para intentar salir de once meses de bloqueo político en unas terceras elecciones que, aunque con nuevos ingredientes, como la sombra del juicio por corrupción a Netanyahu y el plan de paz de EE.UU, podrían no ser las últimas.

Si los votantes llegaron desmotivados a unos segundos comicios que percibían evitables, los terceros en menos de un año se les presentan más como una piedra en el zapato que como una opción real de desbloquear la situación política de Israel, cuyos principales candidatos no parecen contar, una vez más, con los apoyos necesarios para formar una coalición de gobierno.

Estas elecciones presentan algunos nuevos elementos respecto a las anteriores, que aunque en un principio parecía influirían de forma decisiva en los resultados, han perdido peso en las últimas semanas y han sido hechos a un lado por los mismos eslóganes que adornaron balcones, carreteras y rascacielos en la antesala a las dos citas electorales de 2019.

NETANYAHU ENJUICIADO, LA GRAN NOVEDAD

Uno de los temas más importantes de esta campaña es el comienzo del juicio contra el primer ministro en funciones, Benjamín Netanyahu, acusado de fraude, cohecho y abuso de confianza en tres casos de corrupción y que ya tiene fecha señalada: el 17 de marzo.

Los analistas, apoyados por las encuestas, apuntan sin embargo a que este juicio no influirá notablemente en un electorado polarizado entre quienes desde hace años le apoyan incondicionalmente y quienes consideran que su tiempo ha terminado.

«La principal cuestión es esta: Netanyahu, ¿sí o no?», destaca a Efe Asaf Shapira, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que asegura que «al igual que en las elecciones de abril y septiembre, los israelíes votarán a favor o en contra» de quien ha liderado el país los últimos 10 años.

«La posición de la mayoría de los votantes es muy sólida. La mayoría de los votantes de derecha creen que Netanyahu es inocente e injustamente acusado, mientras que la mayoría de los del centro y la izquierda creen que es culpable y corrupto», agrega.

Para la experta en opinión pública y asesora política Dahlia Scheindlin, el juicio no tendrá un impacto significativo en el comportamiento de los votantes, aunque sí considera que los constantes ataques del mandatario contra las instituciones y el sistema judicial podrían generar malestar entre la derecha moderada.

EL PLAN DE PAZ, MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES

Otro de los asuntos que irrumpieron en esta campaña es la denominada Visión de Paz presentada a fines de enero por Estados Unidos. En su momento considerada por analistas como un regalo político del presidente Donald Trump a Netanyahu, las encuestas no evidencian impacto alguno en las expectativas de voto.

«El plan de Trump se presentó hace menos de un mes y ya nadie habla de ello», apunta Scheindlin, que advierte sin embargo que la propuesta, que adopta posturas de la derecha israelí y rechazan unánimemente los palestinos, sí podría influir en la concurrencia a las urnas de la población árabe de Israel.

Este sector, que aglutina cerca del 20 % del electorado, está representado políticamente por la Lista Unida árabe, que desde la presentación del plan se ha distanciado del partido de Beny Gantz, Azul y Blanco, a quién había recomendado como primer ministro tras los últimos comicios y que podría necesitar su apoyo para un eventual gobierno en minoría.

En cuanto a los votantes judíos, Shapira cree que el apoyo de Gantz a la posible anexión de parte de Cisjordania ocupada que plantea el plan estadounidense ha neutralizado el rédito electoral que Netanyahu pretendía obtener con su presentación.

LOS TEMAS DE SIEMPRE, OTRA VEZ PRESENTES

Así, un primer ministro al borde de sentarse en el banquillo y un plan que podría cambiar el statu quo del conflicto con los palestinos parecen haber sido insuficientes para influir a un electorado cuya actitud gira más en torno a factores económicos, religiosos y de seguridad, este último particularmente presente tras el reciente pico de violencia con Gaza.

La disputa entre religiosos y seculares se hizo presente una vez más en la retórica de campaña, principalmente en la negativa del ultraderechista Avigdor Liberman a compartir un Ejecutivo con los partidos ultraortodoxos, algo que imposibilitó a Netanyahu la formación de una coalición tras las últimas dos elecciones.

Según Shapira otro elemento, aunque menor, es el coronavirus, que tanto Gantz como Liberman utilizaron para criticar el estado del sistema sanitario y que en estos últimos días acaparó bastante atención, en detrimento de una campaña marcada por el desinterés.

Más allá de esto, los analistas no ven ningún punto de inflexión novedoso que acabe con el bloqueo: «Nada cambió en cuanto a los bloques» derechista-religioso y de centro-izquierda, asegura Scheindlin apoyándose en las encuestas, que predicen casi la misma correlación de fuerzas que en los últimos dos comicios.

«Es muy probable» que Israel vaya a otras elecciones -las cuartas en poco más de un año- si los partidos no logran alianzas que trasciendan su propio bando o ideología, vaticina Shapira.

En último término, la decisión final no radicará en los votantes sino en los políticos, advierte Scheindlin, que enfatiza, ni unos ni otros quieren unas cuartas elecciones e «intentarán todo» para que a las terceras vaya la vencida.

 

EFE

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