Trípoli.-La escalada bélica de esta semana entre los dos gobiernos rivales que se disputan el poder en Libia, la mayor desde la ofensiva del hombre fuerte Jalifa Haftar en 2019, vuelve a poner en jaque las elecciones en el país, cuyas negociaciones avanzan pero sin garantías.

Fathi Bashaga, el primer ministro paralelo a Abdulhamid Dbeiba, en Trípoli, elogió el principio de acuerdo constitucional alcanzado ayer entre instituciones rivales en El Cairo, con el auspicio de la ONU, pero días antes su intento por controlar la capital tambaleó de nuevo los frágiles equilibrios que sostienen Libia.

Los 2,8 millones de electores registrados, de una población de 7 millones, esperaban participar en los comicios previstos para este junio por el Gobierno de Unidad Nacional (GUN) de Dbeiba, fecha fijada tras la suspensión de las generales el pasado 24 de diciembre.

Pero desde febrero, Bashaga, con su propio calendario, emergió como un poder paralelo con el apoyo del Parlamento libio -con sede en Tobruk y controlado por Haftar- y su último intento por imponerse, el pasado martes 17, derivó en feroces combates y temores por un nuevo conflicto bélico.

VUELTA A DOS GOBIERNOS

Dbeiba, del Gobierno de Unidad Nacional (GUN) consensuado en febrero de 2021, rechazó entregar el poder a un Ejecutivo no electo y mantuvo su actividad diplomática como primer ministro, mientras Bashaga intentó recabar apoyos sin que hasta el momento haya sido oficialmente reconocido, por lo que amaga con materializar su control con la entrada en la capital.

El pasado martes, consiguió acceder «de forma pacífica», protegido por el batallón Brigadas al Nawasi, y acompañado de su ministro de Exteriores, Hafez Kaddour. Inmediatamente después de confirmar su presencia en Trípoli, estallaron los combates entre grupos armados.

Bashaga reculó, dijo, «para detener el derramamiento de sangre», y salió protegido por la 444 Brigada, pro Dbeiba, tras un intenso enfrentamiento que dejó un miliciano muerto, del batallón 166 de Misrata, afín a Bashaga, y varios heridos, entre ellos cinco civiles.

La situación recordó a la campaña militar lanzada en 2019 contra el Gobierno de Fayez Sarraj, reconocido internacionalmente, por parte del mariscal Haftar, que dirigía la mayor parte del país desde Tobruk a través de un red de alianzas con milicias rebeldes.

La asesora especial de la ONU para Libia, Stephanie Williams, que participaba en las negociaciones de El Cairo entre las dos instituciones rivales libias, instó hoy a evitar el conflicto armado y «las acciones provocativas».

ARMAS EN LIBIA, CONVERSACIONES EN EGIPTO

Mientras Trípoli ardía, el comité conjunto compuesto por miembros del Parlamento, pro-Bashaga, y el Alto Consejo de Estado, pro-Dbeiba, avanzaba en las disposiciones constitucionales que regirán las próximas elecciones y este viernes anunciaron un acuerdo en 137 artículos.

El diputado libio, Mohamed Abdel Qader, declaró a Efe que el documento consensuado sirve de base para la celebración de elecciones, aunque quedan artículos por completar, en una nueva ronda convocada para el 11 de junio, «la última parada» para llegar a un acuerdo.

La comunidad internacional presiona para celebrar «lo antes posible» elecciones, «el único camino para renovar la legitimidad de las instituciones de una manera que asegure la estabilidad de Libia», declaró el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Ghei, desde El Cairo.

La Unión Europea reconoció que «lo ocurrido (este martes) es muy preocupante», aunque esperado, y advirtió de que la presencia de dos gobiernos provocará un enfrentamiento tarde o temprano, en un país con consecutivas luchas de poder desde el derrocamiento de Muhamar Gadafi en 2011.

Dbeiba sopesa convocar comicios en las zonas que controla, lo que enquistaría aún más la división política en un momento crucial, y Bashaga anunció, el día siguiente de su fracaso por controlar Trípoli, que la ciudad costera de Sirte es ahora la sede de su Ejecutivo.

Lo único aclarado esta semana ha sido el nerviosismo que el duelo político está creando entre las milicias y grupos rivales en terreno, ahora tensionadas y dispuestas a tomar parte de la batalla por el poder.

Mohamed Abdel Kader EFE

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