Toronto.-El año pasado se generó en el mundo la cifra récord de 53,6 millones de toneladas de basura electrónica, el equivalente a 350 navíos del tamaño del transatlántico Queen Mary, según el informe anual de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU).

Lo que es peor, la cifra representa un aumento del 21 % con respecto a la generada hace cinco años y si no se toman medidas urgentes, señalaron los autores del informe, para 2030 la cantidad anual de basura electrónica sumará 74 millones de toneladas.

«Es la insaciable voracidad por todos los tipos de aparatos electrónicos dotados de placas o baterías en todo el mundo por el aumento de la clase media a nivel global. Esto está creando montañas de basura electrónica gracias también a las bajas tasas de recolección», explicó a Efe Ruediger Kuehr, director del programa SCycle de UNU que promueve el consumo sostenible.

Pero los expertos temen que la pandemia de COVID-19 empeorará la situación en los próximos años.

«COVID-19 va a empeorar la situación. Más gente está trabajando y estudiando desde los hogares por lo que hay una mayor demanda de estos equipos», dijo Kuehr.

El rector de UNU y vicesecretario general de la ONU, David Malone, advirtió en un comunicado que «se necesitan de forma urgente esfuerzos sustancialmente más importantes para asegurar que la producción global, el consumo y la retirada de equipos electrónicos y eléctricos sea más inteligente y sustentable».

El informe «Global E-waste Monitor» de la ONU indica que el año pasado sólo un 17,4% de toda la basura electrónica producida fue recogida y reciclada.

Mijke Hertoghs, responsable de Medio Ambiente de la de la Unión Internacional de Telecomunicaciones y que participó en la redacción del informe, señaló a Efe que el año pasado se «quemó o dejó en los basureros de países en desarrollo, donde acaban la mayoría de los residuos, materiales como oro, plata, cobre, aluminio y otros con un valor aproximado de 57.000 millones de dólares».

Pero Kuehr reconoció que en estos momentos es más barato arrojar a la basura estos equipos que reciclarlos para recuperar materiales valiosos, por lo que solicitó mayor acción por parte de Gobiernos, el sector privado y los consumidores.

ANÁLISIS GLOBAL

Por regiones, Asia es el continente que más basura electrónica generó en 2019, con 24,9 millones de toneladas, seguido por el continente americano con 13,1 millones de toneladas; Europa, con 12 millones; África, 2,9 millones, y Oceanía, con 0,7 millones.

Pero por habitante, Europa generó más basura electrónica que el resto de continentes, 16,2 kilogramos per cápita, explicó Kuehr que calificó la situación como «alarmante».

Oceanía ocupó el segundo puesto, con 16,1 kilos por habitante mientras que América sumó 13,3 kilos, Asia 5,6 kilos y África 2,5 kilos.

Distribuido de forma global, los 53,6 millones de toneladas de basura electrónica suponen 7,3 kilogramos por habitante del planeta.

Por categorías, 17,4 millones de toneladas fueron pequeños equipos electrónicos, 13,1 millones de toneladas equipos de grandes dimensiones, 10,8 millones de toneladas fueron equipos de intercambio de temperatura (como aires acondicionados y frigoríficos), las pantallas y monitores sumaron 6,7 millones de toneladas, los equipos de telecomunicaciones y otros, 4,7 millones de toneladas, y lámparas, 0,9 millones de toneladas.

El informe reveló que la categoría de basura electrónica que más ha aumentado desde 2014 es la de aires acondicionados, frigoríficos y similares, con un incremento del 7%.

«Tenemos que explicar a las autoridades, el sector industrial y los consumidores que hay que colocar la problemática de la basura electrónica como una de las prioridades de la agenda porque si continuamos así estamos perdiendo muchos recursos valiosos y aumentamos los riesgos medioambientales y sanitarios», declaró el director de SCycle.

En 2019 se estima que se emitieron a la atmósfera el equivalente a 98 millones de toneladas de dióxido de carbono procedentes de frigoríficos y aires acondicionados tirados a la basura, lo que supuso un 0,3 % de las emisiones globales de gases con efecto invernadero.

«Hay que desarrollar nuevos métodos para que la recolección sea mejor y reconsiderar nuestras prácticas actuales de consumo de equipo, probablemente hacia una economía más circular», dijo Kuehr.

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