Con una táctica astuta, la checa logró desactivar la potencia de la bielorrusa, condenada a sobrevivir al juego de guerrilla a la que le obligó su rival.
La ganadora del pasado Abierto de Australia y del reciente torneo de Madrid, que había alcanzado las semifinales por vez primera en París y sin perder un set, cayó ante la pericia de una jugadora que, por segunda vez, alcanzaba el penúltimo escalón de un grande.
Con esta derrota, Sabalenka reduce sus opciones de acabar como número uno del mundo, algo que pasará si Swiatek no gana su semifinal contra la brasileña Beatriz Haddad.
La luna de miel de la bielorrusa con los Grand Slam se tomó un receso tras doce triunfos consecutivos y se quedó en las semifinales, el mismo estadio que alcanzó en Wimbledon en 2021 y en el Abierto de Estados Unidos en 2021 y 2022.
Sabalenka ha vivido un Roland Garros en el ojo del huracán, señalada por las tenistas ucranianas como cómplice silenciosa del apoyo que su país da a Rusia en la invasión de Ucrania.
Desplantes en la red y conferencias de prensa calientes que le llevaron a alejarse de los periodistas durante varios días, antes de hacer una condena personal y firme de la guerra y del régimen de Minsk tras clasificase para semifinales.
La jugadora de 25 años sucumbió finalmente a esa presión, pero también a la inteligencia de Muchova, de 26 años, que supo desactivar los puntos fuertes de la número 2 del mundo para confirmar su progresión en una temporada que comenzó en el puesto 151 de la clasificación WTA.
Cuartofinalista en Auckland, Dubai e Indian Wells esta temporada, la checa comenzó dando una campanada al derrotar de entrada a la griega Maria Sakkari, octava favorita, antes de proseguir un buen recorrido en el que solo se había dejado un set.
Muchova se convierte en la quinta jugadora checa que alcanza la final en París, tras Martina Navratilova, Lucie Safarova, Marketa Vondrousova y Babora Krejcikova, y opta a ser la tercera en ganarlo, tras Navratilova y Krejcikova, campeona en 2021.
En un partido que comenzó igualado, casi de guante blanco, con más prudencia que ambición, la checa golpeó primero arrebatando el servicio a la bielorrusa y colocándose en situación de sacar para apuntarse el set.
Pero reaccionó Sabalenka forzando el juego de desempate en el que, de nuevo, Muchova estuvo más acertada para desactivar el arsenal de la de Minsk, que dejó escapar el primer set en todo el torneo.
El plan de la checa funcionaba, con muchas variantes tácticas que convertían en pólvora mojada la potencia de la bielorrusa, incapaz de marcar la diferencia con su demoledora derecha, lo que amordazaba su principal arma.
Así se fue agrandando Muchova, obligando a Sabalenka a situarse donde menos le gusta, a la defensiva, lo que abocó a romper las tablas, de nuevo, en el desempate, que esta vez cayó del lado de la bielorrusa.
Ahí parecía que el duelo se acababa, que la bielorrusa había sabido encontrarle la salida al laberinto que le propuso la checa, que veía ya cómo su táctica surtía menos efecto.
Sabalenka se colocó 5-2 y tuvo una bola de partido con el saque de su rival, pero dejó la pelota en la red y, a renglón seguido, perdió dos veces su servicio, lo que situaba más el partido en el terreno de la épica. Muchova demostró más entereza mental.
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