Macuto, La Guaira. En un asiento de color verde, uno de los pocos desocupados en la zona lateral derecha del Estadio Jorge Luis García Carneiro de Macuto, consiguió sentarse, parsimonioso con su mirada clavada en el terreno, el señor Adonys González. Junto a él, su pequeño hijo de ocho años de edad quien aguardaba con tranquilidad, pero a su vez ansioso por ver saltar al terreno a su ídolo, el gran protagonista de la jornada: Ronald Acuña Jr.

Ambos, provenientes del pueblo costeño de Osma, fueron solo dos de las más de diez mil personas –aunque la asistencia oficial fue de 8.735- que colmaron todos los espacios posibles de las instalaciones del novedoso estadio litoralense, para presenciar la primera titularidad del astro de los Bravos de Atlanta con el uniforme de Tiburones de La Guaira, quienes se medirían contra Cardenales de Lara, el miércoles por la noche.

El Estadio Jorge Luis García Carneiro de Macuto registró el primer lleno de su reciente historia

“Es algo realmente maravilloso. Yo soy como de tres pueblos antes de donde es él, La Sabana, y todos los de este lado nos sentimos orgullosos por tener la oportunidad de verlo en directo. Se ha convertido en un ejemplo para niños de la zona, incluido mi hijo. Desde que supimos que iba a jugar aquí, planifiqué estar para verlo y traer al niño para que lo también lo viera”, contó el señor González, ataviado con una camisa clásica de los salados, con el número 13 en su dorsal.

Desde tempranas horas de la tarde, la cinta costera de la localidad guaireña comenzó a tener gran afluencia de tránsito, como si se tratara de un feriado largo, de esos en los que multitudes copan las playas. Aunque en esta ocasión, nadie buscaba echarse un chapuzón, solo iban tras un mismo propósito, el de disfrutar de toda esa pasión e intensidad que rebosa Acuña Jr., cada vez que se encima sobre un terreno de pelota.

“Acuñaaa, Acuñaaa”, se oía gritar desde el palco central a un nutrido grupo de niños, que no esperó tanto para llegar al estadio y vieron a su gran héroe realizando swings de prácticas, al tiempo que conversaba con varios de sus compañeros de equipos, entre ellos Juan Yépez, grandeliga salado que estaba a punto de hacer su estreno en la LVBP y con quien comparte una gran amistad desde sus inicios como profesionales.

Cada vez que Ronald Acuña Jr. tomó un turno, el público se puso de pie, móviles en mano, para registrar el instante

“Nosotros firmamos juntos con la misma organización, en la misma casa y para mí es todo un honor debutar al lado de él, bajo un marco como este”, exclamó el bigleaguer de los Cardenales de San Luis, al tiempo que miraba con cierto asombro la gran cantidad de aficionados que de a poco se iba aglomerando en el escenario.

Conforme transcurrían los minutos, las calles de Macuto aumentaron su ritmo con respecto al habitual de un miércoles por la tarde. Familias enteras esperando por la autorización de su ingreso. Pasillos congestionados. Vendedores ambulantes ajetreados. En resumidas cuentas, La Guaira congestionada e invadida por la “Acuñamanía”.

Una vez alcanzada la hora de partido, el García Carneiro lució repleto. “Como nunca antes se había visto en sus dos años de existencia”, soltó uno de los trabajadores del recinto, encargado de la seguridad. Toda esa multitud, o la gran mayoría de ella, se puso de pie, celular en mano, con la cámara encendida, cuando el anunciador interno del conjunto escualo, Atilano Hidalgo Peña, se dispuso a presentar a la gran vedette, al ídolo nacional, al primer bate del lineup del mánager Henry Blanco, a “El Abusador”.

 «Esta es mi casa», parece decir  Acuña Jr., que deslumbró, tras anotar desde primera con un doble de Maikel García

Bajo una estruendosa ovación, Acuña Jr., caminó con sobrio comportamiento hasta el home plate. Saludó al receptor rival con el bate, luego un gesto al lanzador adversario, quien no podía ser otro que su amigo y “contrincante 2.0”, Néstor Molina.

Ambos habían solazado la confrontación previamente gastándose bromas a través de las diferentes redes sociales. El lanzador prometió ponches, el paleador jonrones.

Bajo este clima de competencia cordial, el tan esperado primer duelo de la historia se suscitó y resultó favorable para el estelar jardinero, aunque no precisamente con un batazo de largo alcance. Mostró paciencia y pudo obtener una base por bolas. En su recorrido a la inicial, “Chupae”, como lo conoce su círculo familiar y cercano de La Sabana, fue haciendo gestos de regocijo ante la mirada de Molina. Acto seguido, la figura mostró otra de sus grandes virtudes: la velocidad.

Acuña Jr. aprovechó un batazo a los callejones de Maikel García, otro hijo ilustre del estado La Guaira, para meterse hasta la goma, no sin antes ensuciar su impecable uniforme color blanco con un deslizamiento de cabeza para tocar el pentágono. Tal vez esa carrera valió la entrada.

Fue recibido en el dugout por todo su equipo, mientras que en las tribunas la algarabía de un jubiloso público ensordecía y amenizaba el tropical ambiente.

Cardenales respondió y le brindó respaldo a su lanzador al anotar tres carreras en el tercer episodio ante los envíos de Junior Guerra, para amargarle así la festividad a los asistentes.

Fue entonces como, con la pizarra 3 a 1 a favor de los visitantes, a Acuña Jr. le tocó de nueva cuenta enfrentar a un Molina sediento de revancha. Y la consiguió.

En conteo de una bola y dos strikes, el experimentado serpentinero apeló a su maña y con una slider bajo hizo abanicar a la estrella, que volvió a su cueva y se quitó el casco, en un gesto de ofrenda, al tiempo que Molina se regocijaba de su victorioso pitcheo realizando movimientos que usualmente usa Acuña en sus celebraciones (al mejor estilo de LeBron James en la NBA). Molina le solicitó al umpire principal quedarse con la pelota de la gesta y la misma fue aceptada, por lo que la esférica fue a parar al dugout barquisimetano, convertida en trofeo.

El jocoso episodio fue disfrutado y comentado por quienes conocían el trasfondo de la confrontación, que, de momento terminó igualada, porque en la tercera aparición en el cajón de los bateadores de la noche para Acuña, ya Molina había sido sustituido.

Néstor Molina celebró a rabiar el ponche que le propinó a Ronald Acuña Jr. y luego le saludó con reverencia

A Acuña Jr. le tocó asumir otro reto, madero en mano en medio de un rally guairista, que constaría solo de tres carreras y a merced de un batazo suyo de largo alcance para igualarlo, pero al final fue ponchado por el novel lanzador crepuscular, Luis Contreras, quien lo hizo fallar con un check swing, ratificado por el umpire de primera, Jhonatan Biarreta.

La presencia del extrovertido toletero no solo es bienaventurada en las lides de su equipo; incluso desde organizaciones rivales reconocen el significado de su actuación en el circuito criollo y todo lo que positivamente conlleva.

“Yo estoy súper contento de tener un pelotero de la talla de Acuña Jr. aquí en Venezuela. Se trata de uno de los mejores de todo el beisbol. Potencia nuestra liga, la hace de alto nivel. Es un privilegio. Gracias a Dios pudo conseguir el permiso. Primera vez que veo el estadio de Macuto así. El aficionado se merece que un jugador como él. Orgulloso de lo logrado por él hasta ahora, lo conozco muy bien, es tremenda persona, le deseo lo mejor siempre y cuando no juegue contra Cardenales”, exclamó José “Chato” Yépez, gerente deportivo de los larenses e integrante del cuerpo técnico de Atlanta.

Para fortuna de la afición de Tiburones y de todo el beisbol venezolano en general, los turnos consumidos por Acuña Jr. hasta este punto, solo fueron los primeros de muchos que se esperan ver, después de que César Collins, el gerente general informara previo al encuentro que su participación irá más allá de los cinco partidos que en primeras instancias habían autorizado los Bravos de Atlanta, por lo que la “Acuñamanía” continuará esparciéndose por todo el ámbito nacional.

 

Redacción SNPD con
información de Lvbp.com

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