Valladolid, España. El que fue jugador y entrenador de fútbol Vicente Cantatore decía que su objetivo era seguir en el fútbol hasta que muriera, aunque fuera como espectador, y así lo ha hecho, dejando su ejemplo de lucha y pasión, desde la humildad, en todos los equipos en los que jugó y a los que dirigió en España, Argentina, Chile y Portugal.

Cantatore, fallecido este viernes en Valladolid, nació un 6 de octubre de 1935, en Rosario, Argentina, aunque poseía doble nacionalidad argentina y chilena, tras enamorarse de la que sería su mujer, Nelly Erbetta, y desarrolló en este país buena parte de su trayectoria deportiva.

Hijo de emigrantes italianos, su padre, José, procedía de Bari, y su madre, Salvadora, de Catania. Fue operario de los talleres del ferrocarril Belgrano de Rosario, que formó equipos que militaban en los campeonatos comerciales y su buen hacer le permitió jugar en Talleres, San Lorenzo o Tigre.

En 1960, tras realizar el servicio militar, se trasladó a Chile para jugar en el Rangers de Talca, y desde ese año, solo abandonó el país por motivos profesionales. A los 37 años se retiró en el Deportes Concepción de Chile, comenzado la temporada siguiente su carrera como entrenador en este mismo equipo.

Con el Cobreola obtuvo dos títulos del Campeonato de Liga de Chile y fue subcampeón en dos ocasiones de la Copa Libertadores, lo que le convirtió en una institución para este equipo, que este viernes le ha llorado y recordado por su grandeza como profesional y como persona.

Fue Ramón Martínez el responsable de llevar a Vicente Cantatore a Valladolid y cambiar con ello la historia del Real Valladolid y también, en gran medida, la del técnico argentino-chileno, porque a partir de ese día se produjo un antes y un después, y los que pudieron vivirlo y disfrutarlo aún lo recuerdan.

En las retinas de muchos persiste la final de la Copa del Rey de 1989 que, de forma polémica, se llevó el Real Madrid con un solo gol, pero también el hecho de haber podido disputar la Recopa de Europa y la Copa de la UEFA, algo impensable para un equipo humilde como el Real Valladolid, del que Cantatore supo sacar petróleo.

Su forma de dirigir y tratar a los jugadores, de emplear la psicología para sacar lo mejor de cada uno, no solo se tradujo en éxitos para el club, sino también para muchos jugadores que dieron el salto de la mano de Cantatore, casos de Fernando Hierro, Minguela, Moyá, Juan Carlos Rodríguez o Eusebio Sacristán.

Era un hombre que cuidaba los detalles, que se ponía del lado del jugador y trataba de entenderle hasta el punto de que, si veía que por la noche habían estado de fiesta y estaban cansados, no solo no se enfadaba sino que suspendía el entrenamiento y les emplazaba a regresar al día siguiente.

La muerte de su mujer y el Alzheimer se llevaron la ilusión y la memoria de una persona entrañable. «No es cierto»…como él diría, pero sí, lo es. Cantatore ha fallecido a los 85 años, tras una vida dedicada al fútbol, pero también a su gente, ya que no se escondía ni rehuía a los que se acercaban a hablar con él.

Son muchos los que se han sumido en la tristeza este 15 de enero, porque se van con Cantatore los recuerdos de una generación, sobre todo en los casos de Cobreloa y Real Valladolid, ya que está considerado como el mejor entrenador que tuvieron ambos equipos. Pero, más allá de esa faceta profesional, se llora a una gran persona, que supo hacer de su pasión un arte y que era todo corazón.

EFE noticias

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