En Venezuela hay tradiciones que no pasan por Gaceta Oficial, pero se cumplen como si lo estuvieran. Una de ellas es esa idea, no escrita, pero firmada por generaciones, de que el 24 y el 31 de diciembre hay que estrenar, aunque sea algo chiquito “pa’ no romper la racha”.

Nadie recuerda el año exacto en que comenzó, pero todos reconocemos el ritual que seguimos cada diciembre. La ropa guardada con sigilo, la pregunta inevitable de la tía metiche “¿y ya tienes lo que te vas a poner?”, y ese momento íntimo frente al clóset donde uno evalúa si esa camisa “nueva” del año pasado todavía califica como estreno.

Durante años, esta tradición pareció firme, homogénea, casi incuestionable. Pero basta mirarla con lupa, y con datos, para entender que hoy el asunto es bastante más flexible de lo que creemos.

Entre la superstición y la moda criolla

En muchos países, incluyendo España, Italia y México, estrenar en Navidad simboliza renovación. En Venezuela, la tradición agarró vuelo cuando la clase media empezó a relacionar la ropa nueva con prosperidad y buena presencia.

Hoy en día, aunque el imaginario insiste en que diciembre viene con outfit nuevo incluido, la realidad es otra. De acuerdo con un Sonde de Datos UN realizao para este trabajo, 45,4% de los consultados asegura que ya no estrena ropa ni el 24 ni el 31, mientras que 30,3% dice hacerlo solo algunas veces. Apenas 19,9% mantiene la costumbre de estrenar siempre, y un 4,3% afirma que nunca lo ha hecho.

Esto, traducido al venezolano, significa que estrenar dejó de ser ley, sino que más bien se convirtió en una posibilidad, una opción, una cosa que se hace si se puede… y si no, tampoco pasa nada grave (nadie ha sido expulsado de la cena navideña por repetir pantalón).

Se estrena más por costumbre que por paveo

Cuando este acto sí ocurre, no responde tanto a la moda, ni al “qué dirán”, ni siquiera a un posteo elegante para Instagram. El 75% de quienes estrenan (o estrenaban) lo hacen por tradición familiar. Porque así se hacía en casa, porque mamá lo decía, porque la abuela lo esperaba.

Yudersy Gómez, docente jubilada, quien se encontraba en una tienda popular de El Paraíso acompañando a su hija y nieto a buscar los estrenos, recuerda este momento como un pequeño ritual de identidad familiar: “Mi mamá siempre nos compraba los estrenos en agosto o septiembre, siempre una talla más de la que usábamos, para que en diciembre aun nos quedara bien. Esos mismos estrenos se convertían en nuestra pinta de salir para todo el año siguiente”.

Además de verlo como una tradición familiar, un 18,4% lo asocia con la sensación de renovación, con cerrar el año de una manera simbólica. El resto, los que estrenan por las fotos (4%) o por superstición (2,5%), queda en franca minoría. Es decir, el estreno no es tanto una compra como un recuerdo heredado.

Aunque solemos hablar de estas pintas como una obligación social, los datos cuentan otra historia. Dos de cada tres personas (67,4%) aseguran que no sienten presión por estrenar en diciembre. Además, 19,4% admite que antes sí la sentía, pero ahora no, sino que se relajan y dejan que todo fluya.

Solo un 3,7% de los encuestados reconoce sentirse realmente presionado, y un 9,4% dice sentirlo un poco, quizás cuando ve a todo el mundo arreglado y su cabeza comienza a sentir la ansiedad de si decide salir o no con la misma camisa que le sigue quedando bien (¡y gracias a Dios por eso!).

Todo esto nos deja claro que el mandato social perdió fuerza y comprar ropa nueva para estas fechas es una decisión mucho más personal que colectiva.

Cuando el presupuesto manda, el ingenio responde

Cuando el dinero aprieta, porque diciembre también sabe hacer eso, la tradición no desaparece, sino que aprendió a adaptarse, porque más de la mitad de los encuestados (53,7%) afirma que, si el presupuesto está ajustado, no estrena nada y se queda con lo que tiene.

Otros prefieren negociar con la tradición: 21,4% logra estrenar ropa completa, 19% se conforma con algo pequeño (un accesorio, maquillaje, ropa interior) y 6% apuesta por prendas recicladas o heredadas, que en Venezuela siempre han sido parte del paisaje. En estos casos, el estreno deja de ser consumo y se convierte en creatividad, donde damos gracias a la costurera de la esquina o el polvo Viky Viky.

¡Síguenos en nuestras redes sociales y descargar la app!

Facebook X Instagram WhatsApp Telegram Google Play Store