Un informe presentado por la Toxological Science, arrojó que los testículos de hombres y perros contienen restos de microplásticos, según unos análisis efectuados por un grupo de especialistas.
Los resultados revelados de los estudios sostuvieron que los 23 hombres que participaron en el proyecto sumaban un total de 329,44 microgramos de microplásticos por cada gramo de tejido.
Por su parte, las investigaciones en los 47 perros mostró que entre todos acumulaban 122,63 gramos.
El coautor de la iniciativa y científico, Xiaozhong Yu, declaró que en un inicio llegó a cuestionarse la posibilidad de que los microplásticos fuesen capaces de ingresar en el sistema reproductor.
«Al principio, dudaba que pudieran penetrar (el sistema reproductor)» indicó el experto hasta que recibió los impactantes resultados en ambas pruebas.
Cabe resaltar que los especialistas también descubrieron estos microplásticos en una placenta humana.
De igual manera, estas investigaciones no ofrecen una visión clara sobre las posibles consecuencias que pueden ocasionar dichos microplásticos en el organismo a medida que pase el tiempo.
Sin embargo, al analizar a fondo la estructura química de las muestras, determinaron que estos podrían causar una significativa disminución del flujo de espermatozoides, así como generar problemas inflamatorios y digestivos.
Asimismo, Yu mencionó que este estudio tiene como finalidad establecer en qué faceta se presentan las dificultades para ofrecer soluciones que permitan ejecutar hábitos más sanos que reduzcan la cantidad de microplásticos en el cuerpo.
Por ahora, los científicos se han encargado de averiguar cuáles son las alternativas para erradicar estos microplásticos, siendo uno de ellos una especie de bacteria que consume estos componentes.
Contaminación por microplásticos
Los microplásticos son diminutas partículas que miden menos de 5 milímetros, e incluso, pueden ser casi imperceptibles, lo que genera que sean capaces de traspasar las membranas celulares. Son los restos del desgaste de los residuos plásticos.
Se han encontrado en la sangre humana, leche materna y, antes mencionado, las placentas, siendo una contaminación generalizada en el organismo.
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