Evangelio del Día. Juan 11,19-27

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“Muchos judíos habían ido a la casa de Marta y de María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas Marta supo que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María permanecía en casa. Marta dijo a Jesús: «Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero, aun así, yo sé que puedes pedir a Dios cualquier cosa, y Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta respondió: «Ya sé que será resucitado en la resurrección de los muertos, en el último día.» Le dijo Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá.

El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella contestó: «Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a Santa Marta. Es la hermana de María y de Lázaro. Hospedó al Señor JESÚS, en Betania, allí le sirvió con mucho esmero. En el evangelio de Juan encontramos dos menciones a Marta: en la lectura de hoy y en el relato de la cena en Betania, seis días antes de la última cena de Jesús con los apóstoles. En el evangelio de Lucas tenemos una única mención a ella, es la cena en la que, con su hermana María, recibe a Jesús en su casa, en Betania. De los años siguientes no tenemos datos históricos seguros. La primera celebración litúrgica en su honor la hicieron los Franciscanos en el año 1262.  Es la Patrona de los hoteleros.

   Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan, capítulo 11, verso 19 al verso 27. En el que se nos dice, que al mismo tiempo que Lázaro falleció, en Betania, JESÚS se dirige hacia allá. Y cuando Marta se entera de que JESÚS viene, Ella sale a su encuentro para desahogar su dolor, y de inicio reafirma su Fe judía en la Resurrección del último día. Es de hacer notar que la tristeza por la muerte de Lázaro embarga no sólo a sus familiares; también a todos sus conocidos, pero la llegada de JESÚS, cambia la historia

 Marta le manifiesta que, si hubiera estado presente, podría haber evitado su muerte, pero al mismo tiempo le confiesa que DIOS le concederá lo que Él le pida. Esta es una profesión de Fe explícita, que no se queda en la tristeza por la muerte de su hermano, sino en la afirmación de Fe en JESÚS. Como respuesta, JESÚS le revela su novedad: “Yo Soy la Resurrección y la Vida… todo aquel que cree en mí, no morirá para siempre”. Marta no espera una Resurrección mágica e inmediata, sino la Resurrección del último día, tal como lo creían muchos judíos, que pensaban en una Fuerza Divina que vendría a sacudir el universo y abrir las tumbas para hacer salir a los muertos. Pero su Fe es premiada con una Reanimación inmediata a la vida de su hermano Lázaro.

 Al confrontarnos con el texto y ver este milagro tan extraordinario que JESÚS hizo con su amigo Lázaro, de devolverlo a la vida terrenal, podemos vislumbrar un preludio de lo que está por venir. Ya que este milagro es solamente el anuncio de la verdadera Resurrección, que no consiste en una prolongación de la vida terrena, sino en la transformación de una vida terrenal y efímera, a una vida Luminosa y Eterna. Ya que, la Resurrección es ante todo espiritual, a pesar de que afecta a toda nuestra persona, porque es desde nuestra condición humana de donde se obtiene la Gracia para el Banquete de la Vida Eterna.

 Por eso es que, en la Reanimación de Lázaro podemos percibir el don de la Vida Eterna, para aquellos que creen en JESÚS. Porque, la Resurrección de los muertos procede del Hijo de DIOS, que tiene en sí todas las energías necesarias para Resucitar a las personas y transfigurar la Creación, tal como Él lo expresó. Así tenemos la certeza de que, la Resurrección es la Comunión con la vida de DIOS, la cual es dada por JESÚS a todo aquel que cree en Él, y con esa Fe se va labrando el Camino para la vida definitiva, en la que muere el cuerpo, pero sigue vivo el espíritu.

 Ya que tal como lo dijo San Pablo: “Si no hay resurrección de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado; y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe. Aún más, somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que El resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan” (1Cor 15,13-15).

Señor JESÚS, ayúdanos a entender y a poner en práctica Tú Mandamiento de AMOR, ya que la comunidad que vive su misión de Amor y de servicio, ya ha pasado de la muerte a la vida y, por eso, nunca morirá. Amén.

Luis Perdomo

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