En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: «Señor, quisiéramos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
Os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este. mundo se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.» Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Reflexión del Evangelio
En este Quinto Domingo del Tiempo de Cuaresma, la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, la fiesta en honor a San Cirilo de Jerusalén, Obispo y Doctor de la Iglesia. Nació cerca de Jerusalén, en el año 315. Sus padres eran cristianos y le dieron una excelente educación. Conocía muy bien las Sagradas Escrituras, las cuales citaba frecuentemente en sus instrucciones.
Se cree que lo ordenaron sacerdote por el obispo de Jerusalén San Máximo, quien le encomendó la tarea de instruir a los Catecúmenos, cosa que hizo por varios años. Murió en Jerusalén en el año 386 a los 72 años.
En la liturgia del día meditamos los textos: Ez 37,12-14: Sal 50; Hb 5,7-9; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan, capítulo 12, del verso 20 al 33.
El texto narra el diálogo de JESÚS con unos griegos, que probablemente se preparaban para entrar en el judaísmo, o al menos simpatizantes de los judíos, ya que están allí «para celebrar la fiesta». Representan a tantos hombres y mujeres que, de un modo u otro, buscan a Dios, y que necesitan de interlocutores que les permitan llegar a ÉL, son las otras ovejas, que se van a reunir para formar un solo rebaño bajo un Pastor (Jn 10,16).
Griegos oyen hablar de Jesús
Estos griegos han oído hablar de JESÚS, y deciden acercarse a Felipe, que es discípulo de JESÚS y de origen griego como ellos. Los pasos de Felipe son muy significativos. Lo primero que hace es ir a buscar a otro Apóstol.
Necesita consultar a otro hermano, apoyarse en él. Y lo siguiente es ir a contárselo a JESÚS, porque es el Propio Maestro el que debe aclarar las dudas. Podemos decir, entonces, que es imposible «mostrar a JESÚS», orientar hacia el encuentro con Él, sin haberse encontrado antes con JESÚS, porque no podemos hablar «de» JESÚS, sin antes haber hablado «con» JESÚS.
Respuestas de Jesús
La Respuesta de JESÚS nos las presenta el Evangelista de una manera un poco misteriosa y poética, con un discurso que presenta una estructura concéntrica en el que explica «la hora» que se aproxima:
a1) «la hora llega y el Hijo del Hombre Glorificado».
b1) «porque el grano de trigo tiene que morir».
c) servir, al Hijo del Hombre, es seguirlo, quien se ponga a su servicio estará con Él y El Padre honrará a ese servidor
b2) el Alma de JESÚS está turbada y pide al Padre que lo saque de esta hora.
a2) sin embargo, para «esta hora» Él ha venido; pide entonces que El Padre, Glorifique Su Nombre.
En el centro de esta estructura se coloca tres veces el verbo: “servir”, para insistir en la imitación a JESÚS por el servicio, entendido como entrega de la vida para ser fecundos y dar Gloria al Padre.
Turbación de Jesús
Seguidamente, se nos presenta la Turbación de JESÚS, «la Voz del Cielo», y la derrota del príncipe de este mundo.
Que, sin lugar a dudas, son una evocación a la agonía y a las tentaciones de JESÚS, y nos ponen en camino para entrar en la Pasión del Mesías en la que se va a hacer realidad la Promesa Escatológica: la Resurrección, el juicio al mundo y la derrota final de satanás.
Al confrontarnos con el texto y ver estas Palabra tan fuertes y contundentes del Maestro, que al expresarla parece dirigir una alerta a la manera como desarrollamos nuestras vidas y cómo podemos estar a «la hora» de dar nuestro último aliento, ya que la muerte del hombre, no es tanto la muerte en sí, porque esto es algo natural por el que todos tenemos que pasar, sino el hecho de morir solos, sin DIOS.
Momento crucial
De esta carencia es de la que nos está previniendo JESÚS, para que, llegado ese momento crucial, no estemos en los brazos de lo absurdo, de la nada, sino más bien seguros de que estamos siguiendo la ruta que DIOS ha trazado para nosotros.
Porque, solo siguiendo a JESÚS y configurándonos con Él, es que podemos encontrar respuesta y sentido a nuestra vida personal y comunitaria. Y es esa la invitación que nos hace JESÚS, para que asumamos un compromiso de vida acorde con la voluntad de DIOS, aunque ese propósito implique «cargar cruces» o vaya en dirección contraria a nuestros apegos e intereses.
Porque «aborrecerse a sí mismo», nos ubica en el contexto de tomar conciencia y dejar a un lado todas las expectativas y todos los prejuicios con los que normalmente asumimos una meta o unos planes y la manera como nos desencantamos cuando la alcanzamos o como nos frustramos por no alcanzarlos.
Señor JESÚS, Ayúdanos a entender que es solo Configurándonos Contigo, como podemos vencer la incertidumbre, el conformismo y la indiferencia que se ha apoderado de nuestros corazones, encontrando así, respuesta y sentido a nuestra vida personal y comunitaria.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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