Evangelio del Día. Juan 13,16-20

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«En aquel tiempo, Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos les dijo: «En verdad, en verdad les digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que saben esto, dichosos ustedes si lo ponen en práctica. No lo digo por todos ustedes; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse la Escritura: «El que compartía mi pan me ha traicionado». Se los digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda crean que yo soy. En verdad, en verdad les digo: el que recibe a quien yo envíe me recibe a mí; y el que me recibe a mí recibe al que me ha enviado».

 Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a San Pancracio de Roma. Fue un ciudadano romano que se convirtió al cristianismo, y que fue decapitado en el año 304, con 15 años de edad. Su nombre en griego significa literalmente «el que lo sostiene todo».

 Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Jesucristo, según San Juan capítulo 13, del verso 16 al verso 20, En el que se destacan dos temas: el envío y la traición. Sobre el envío el Señor nos dice: «Yo Soy el Enviado», y agregando que, así como Él fue Enviado por El PADRE, así también Él enviará a los Suyos para que continúen Su Misión. Se entiende así, que las Palabras y Testimonio de JESÚS que transmiten Sus discípulos, son también las Palabras del PADRE, porque es una secuencia de la Misión que permite hacer Realidad el Reino de los Cielos aquí en la tierra.

  El otro tema que se destaca es la traición, que es profetizada por JESÚS, mucho antes de que sucediera Su Pasión. Por lo que, JESÚS da un paso al frente y pronuncia unas palabras de confianza para con sus amigos que, en realidad, es una profunda y sincera confesión personal, ya que, aunque solo uno de ellos fuera a venderlo, casi todos iban a abandonarlo. Sin lugar a dudas que la terrible idea de saberse ninguneado por aquellos a quienes tanto quería, en otro ser humano podría haber torcido su discurso o haber violentado Sus Gestos. Pero con JESÚS no pasó eso, Él volvió a llamarlos y a enviarlos. Volvió a confiar y a confiarse, y, al hacerlo, se Manifestó de nuevo ante el mundo como el Enviado del PADRE Convertido en Siervo de todos los hombres.

  Y es que el afán de servir de JESÚS, como Su AMOR no tiene límite. Él sabe que en el servicio hay una felicidad profunda que no se alcanza en el disfrute egoísta de los bienes. Su AMOR alcanza a todos, no se echa para atrás ante los obstáculos, aunque en ello se le vaya la Vida. Es claro que el raciocinio humano es incapaz de entender este gesto en su real significado. Pero como dice San Pablo, es «el Espíritu quien viene en nuestra ayuda», para que aprendamos que JESÚS vivió rompiendo barreras y superando todo resentimiento y prejuicio humano.

 Al confrontarnos con el texto, y ver que, a pesar de nuestras traiciones e infidelidades, JESÚS nos perdona y nos Dona Su Espíritu, para poder contarnos dentro de Su Rebaño y para que podamos entender, que, los cristianos no actuamos movidos por una norma, sino más bien movidos por un conocimiento interior; no actuamos siguiendo una ley, sino inspirados por la Revelación personal de JESÚS, que nos invita a ser continuadores de la Misión que le ha Asignado el PADRE.

  Por eso es que, la Vida de JESÚS como don de servicio a favor de los demás debe convertirse en criterio de vida y modelo inspirador para los que nos llamamos sus discípulos. Porque «saber» y «actuar», como JESÚS, son características que nos acercan al Maestro, ya que el Anuncio del Evangelio es un servicio que se Anuncia con palabras y hechos concretos hacia nuestros semejantes y hacia el medio ambiente que nos rodea, y aunque nunca logremos hacerlo perfectamente, tenemos que hacer todos los esfuerzos posibles por hacerlo. Porque el que busque servir como JESÚS, será feliz en esta vida transitoria y efímera y alcanzará la Felicidad en el Banquete de la Vida Eterna.

  Señor JESÚS, permítenos entender fielmente el sentido de nuestra Misión y de nuestra identidad cristiana que asumimos el día de nuestro Bautismo y siguiendo Tus Enseñanzas, pongamos nuestros bienes y dones al servicio de nuestros semejantes. Amén.

 

Luis Perdomo

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