“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Aún tengo muchas cosas que decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora. Y cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad. El no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. El tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por él. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes.»
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana, Venezuela.
La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta entre otros santos en honor a San Pascual Bailón Yubero. Nació en Torrehermosa, provincia de Zaragoza, el 16 de mayo de 1540, día de Pascua de Pentecostés. Moriría igualmente en Pascua, el 17 de mayo de 1592. El Martirologio Romano nos dice que San Pascual Bailón fue un hombre de vida austera y de maravillosa inocencia. La santa Sede lo proclamó Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo Sacramento.
En la liturgia del día meditamos los textos: Hch 17,15-22; Sal 148 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan, capítulo 16, del verso 12 al verso 15. en el que JESÚS les reitera a los discípulos, el envío del Espíritu Santo, ya que será el Espíritu Santo, quien lleve a los discípulos a descubrir todo el alcance de lo que les ha enseñado. No aportará Revelaciones nuevas, sino que llevará a los discípulos a descubrir en profundidad todo lo que JESÚS ha querido decir. Y es el Espíritu Santo quien mantiene unida a la comunidad y le da también la fuerza y sabiduría para enfrentar las injusticias del mundo y los fracasos.
JESÚS es consciente de que se acerca el final de su vida terrena y no hay tiempo para esperar en lo que respecta a la capacitación de sus amigos más cercanos, para el momento de su partida física, y prevé la solución con el envío del Espíritu Santo, al que denomina como el “Espíritu de la Verdad”, y en cuyas manos quedará la responsabilidad de conducirlos hasta la Verdad plena de su ministerio que es su vida misma.
Y es que el Espíritu Santo, por su naturaleza, está libre de los condicionamientos a los que estaba sujeto JESÚS, por su humanidad, de allí que Él, si puede llevar a feliz término la obra iniciada por el HIJO, en cualquier tiempo y lugar. De esta manera da cuerpo y fundamento a la Iglesia, que no es solo obra de JESÚS, sino también obra del Espíritu Santo, que la conduce e ilumina para que sea Signo e instrumento de salvación en todas las épocas de la historia de la humanidad.
Al confrontarnos con el texto, podemos entender de una mejor manera la Misión extraordinaria que tiene la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Ya que el Espíritu Santo, es la memoria viva de JESÚS en la comunidad cristiana, Él conduce a cada miembro y por ende a toda la Iglesia a la Verdad completa, no porque aporte Revelaciones nuevas, sino porque nos ayuda a comprender y a profundizar la Palabra de JESÚS, a la luz de las nuevas circunstancias y retos de la historia
Para entender esto, necesariamente tenemos que abrir nuestro corazón y fortalecer nuestra Fe. Ya que la Fe es un proceso que requiere tiempo para su madurez. Y ese proceso, no sería posible sin la acción del Espíritu Santo, quien tiene el encargo de develar en el tiempo la obra del PADRE comenzada por el HIJO, en sintonía y en continuidad con Él. Así entendemos de una mejor manera, que la comprensión del Misterio de JESÚS, como el Enviado del PADRE, para la transformación del mundo, pasa necesariamente por la recepción y la acción del Espíritu Santo, sin cuya Mediación sería imposible dicha comprensión.
Por eso hoy es el día para preguntarnos: ¿Creo realmente que el Espíritu Santo es el Continuador de la Obra iniciada por JESÚS? ¿De qué manera permito la presencia del Espíritu Santo en mi vida personal y comunitaria? ¿Es realmente el Espíritu Santo, el gran protagonista de mi vida personal y comunitaria?
Señor JESÚS, envía a Tu Iglesia el Espíritu de la Verdad, que la guíe e ilumine, para que se renueve continuamente y sea siempre Signo de Salvación en el mundo, especialmente en momentos como los que estamos viviendo, en el que la desesperanza se ha apoderado de todos nosotros. Amén.
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