“En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y este ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.» Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas, hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo”.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.

 La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a San Agustín de Cantorbery, que es considerado como el apóstol de Inglaterra, fue un monje benedictino y primer arzobispo de Canterbury. Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.

En la liturgia del día meditamos los textos: Hch 28,16-20.30-31; Sal 10 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Juan capítulo 21, del verso 20 al 25, Estamos en la víspera del domingo de Pentecostés, con el cual se concluye el Tiempo Pascual y retomamos el Tiempo ordinario. Por eso es que hoy en la liturgia diaria, se termina la lectura secuencial del evangelio de Juan, con la lectura de los últimos versículos del último capítulo, valga la redundancia, y en el que se relata el encuentro de JESÚS junto a dos de sus principales seguidores: Pedro y el «discípulo amado».

 Pero ¿Quién es este discípulo amado? El Cuarto Evangelio menciona en varios lugares a un discípulo a “quien JESÚS quería mucho” y en otras ocasiones como «el otro discípulo» ((Jn 13,23;18,15-16;19,26;20,3-4.8;20,2-10:21,20-24), y entre ambos parece haber una cierta tensión. Muy pertinente es resaltar que no se encuentra en ningún otro escrito una referencia a su nombre, y que desde el siglo II este discípulo ha sido identificado como «Juan», el pescador de Galilea, el hijo del Zebedeo, a quien se le atribuye la autoría del cuarto Evangelio y del libro del Apocalipsis.

 Sin embargo, más importante, que la identificación de este discípulo, cuyo nombre se omite de manera intencional, es el Mensaje que este Evangelio quiere trasmitirnos y que es una reflexión profunda y claramente centrada en la Persona de JESÚS y Su Relación con el PADRE, y con Su Obra Redentora. Por eso es que su lectura y reflexión plantea a toda persona que tenga contacto con Este Mensaje, la urgencia de dar una respuesta de FE a la Iniciativa del AMOR de DIOS.

 Al confrontarnos con el texto y vernos retratados en la actitud de Pedro o en la del “discípulo amado”. Teniendo en cuenta que quizá Pedro se sentía «pequeño» a su lado, y se preguntaba cómo debía tratarle. Por eso es que hoy el Maestro nos dice: “no te compares con nadie, ni pretendas controlar a otros que me siguen y me aman”. Ya que el discípulo debe responder por sí mismo, al llamado que se le ha hecho, con su Testimonio de vida. De los otros se ocupa y se ocupará el Señor con Todo Su AMOR. Se trata entonces de no desviar la atención mirando lo que hacen o lo que dejan de hacer los otros, por lo que hay que agudizar la mirada, para centrarnos en JESÚS y poner los ojos solo en Él, de modo que cuando miremos a los demás lo hagamos con el mismo AMOR y con el que Él nos mira a nosotros.

 Y si tomamos la actitud del “discípulo Amado”, caigamos en cuenta que como este personaje no tiene nombre, entonces debe de ser una invitación de DIOS a través del Escritor Sagrado, para que cada uno de los que tengamos la bendición de leer y meditar estas Palabras, podamos ponerle nuestro nombre y sentirnos como “el discípulo Amado”. Y de esta manera logremos vivir la experiencia cristiana desde el AMOR intenso con el que este personaje vive la intimidad con JESÚS.

 Así pues, que hoy es el día, para que, desde la intimidad personal, viviendo este Tiempo de Pascua y en medio de tantas amenazas, podamos sentirnos como “el discípulo Amado”, al experimentar grandemente el AMOR de JESÚS. Y con esta Gracia, podamos recibir de una mejor manera al Espíritu Santo, mañana en el día de Pentecostés.

 Señor JESÚS, danos la suficiente fortaleza para ser Testigos de la Verdad de Tu Evangelio a toda hora y en todas partes y de esta manera podamos seguir escribiendo para todos los pueblos, las otras muchas Manifestaciones Tuyas en el mundo. Amén.

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