Cuando se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas, sentados detrás de sus mesas. Hizo un látigo con cuerdas y los echó a todos fuera del Templo junto con las ovejas y bueyes; derribó las mesas de los cambistas y desparramó el dinero por el suelo.
A los que vendían palomas les dijo: «Saquen eso de aquí y no conviertan la Casa de mi Padre en un mercado.
Sus discípulos se acordaron de lo que dice la Escritura: «Me devora el celo por tu Casa.» Los judíos intervinieron: «¿Qué señal milagrosa nos muestras para justificar lo que haces?».
Jesús respondió: «Destruyan este templo y yo lo reedificaré en tres días.» Ellos contestaron: «Han demorado ya cuarenta y seis años en la construcción de este templo, y ¿tú piensas reconstruirlo en tres días?».
En realidad, Jesús hablaba de ese Templo que es su cuerpo. Solamente cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que lo había dicho y creyeron tanto en la Escritura como en lo que Jesús dijo.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia universal, celebra hoy la Fiesta de la Dedicación a la Basílica de San Juan de Letrán, es la iglesia más antigua del mundo. Por eso recibe el título de Cabeza y Madre de todas las iglesias. Cuando cesaron las persecuciones, a comienzos del siglo IV, el emperador Constantino cedió al Papa el Palacio de Letrán, preexistente a la iglesia, para que fuera su residencia oficial. Letrán fue la sede central de la Iglesia Católica durante más de 1.000 años, hasta el siglo XIV en que los Papas se trasladaron al Vaticano. Esta celebración anual en toda la Iglesia latina, es signo del amor y de la unidad de la Iglesia con el Vicario de Cristo, es decir con el Obispo de Roma.
En la liturgia del día meditamos los textos: Ez 47,1-2.8-9.12; Sal 45; 1Cor 3,9c.-11.16-17 y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Juan capítulo 2, del verso 13 al 22. En el que narra el inicio de la vida pública de JESÚS, con un episodio fuertemente simbólico porque se trata de la purificación del Templo de Jerusalén, que es como el corazón de la nación judía. Porque, era alrededor del Templo, donde giraba toda la vida social religiosa y económica del pueblo de Israel, allí eran llevadas las ofrendas y los dones de la comunidad, que son recibidos por los sacerdotes para ofrecer sus sacrificios, como intermediarios entre DIOS y el pueblo.
Por esta razón, era que la administración del Templo, despertaba las ambiciones de muchos dirigentes inescrupulosos, que habían hecho un negocio de la fe y de la práctica religiosa del pueblo. Los profetas habían denunciado los abusos y las desviaciones que generaban estas prácticas y cómo estos vendedores que se ubicaban en los patios sagrados les pagaban a los sacerdotes. El Profeta Zacarías había anunciado esta purificación: “me devora el celo por tu casa” (Zac 14,21), que en esta narración JESÚS la realiza esa acción a Su manera.
Muy pertinente es destacar que esta acción de JESÚS, en el Templo, fue muy significativa para las primeras comunidades cristianas. Los Evangelios sinópticos colocan este episodio de la purificación del Templo al final del Ministerio de JESÚS, un poco antes de Su Pasión. Juan lo coloca al comienzo del Ministerio, con una mirada retrospectiva a la Pasión futura cuando los judíos destruyan el Templo, no el de Jerusalén, sino el propio Cuerpo de JESÚS.
Al confrontarnos con el texto, podemos ver que en el tiempo en que JESÚS vivió su vida terrena, muchos de Sus gestos y Palabras, no fueron entendidas a cabalidad por sus discípulos, tal es el caso de estas afirmaciones que el Maestro hace sobre las estructuras del Templo. Pero al saborear la experiencia del Resucitado en Pentecostés, pudieron comprender que todas las Palabras y Gestos de JESÚS, tenían el más firme propósito de Hacer Realidad Todo lo que el PADRE había Hablado a través de los Profetas.
También pudieron comprender que JESÚS es el Verdadero Templo, ya que el culto a DIOS, ha de ser en “Espíritu y en Verdad” tal como Él lo dice. Bien oportuno es recordar que, hasta la Venida de JESÚS, los hombres se construían templos y buscaban lugares donde encontrar a DIOS y conseguir sus favores. Pero ahora Dios se hace presente en la Persona de JESÚS para encontrarse con el hombre; Él es el Verdadero, Templo, Sacerdote y Cordero de la expiación de nuestros pecados.
Y aun cuando el edificio material es necesario para poder reunirnos en comunidad, hemos de tener presente que lo más importante es el Templo Espiritual de la Iglesia, cuya cabeza es nuestro Señor JESUCRISTO y que cada uno de nosotros es parte de ese Cuerpo Místico. También hemos de tener presente que de manera particular cada uno de nosotros somos Templo del Espíritu Santo, por lo que debemos de estar vigilantes para que los mercaderes del odio, de la ambición y de las pasiones desenfrenadas no habiten en nosotros y podamos echarlos de nuestras vidas, tal como lo hace JESÚS.
Señor JESÚS, ayúdanos a entender que cada uno de nosotros somos Templo del Espíritu Santo, por lo que hemos de estar vigilantes para que los mercaderes del odio, de la ambición y de las pasiones desenfrenadas no habiten en nosotros y podamos echarlos de nuestras vidas con la fuerza de Tu Amor. Amén.
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