Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?» Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»

Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?» Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Reflexión del Evangelio

En este Tercer Domingo del Tiempo de Cuaresma la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Marino, fue un oficial del ejército imperial, que vivió en el siglo III de nuestra era. Él se vio en la necesidad de confesar públicamente su fe cristiana antes de aceptar el cargo de centurión.

Le concedieron tres horas para deliberar entre aceptar la apostasía a su fe o la muerte. Su respuesta fue única y clara: «solo reconozco al DIOS único y verdadero», por lo que murió decapitado.

En la liturgia del día meditamos los textos: Ex 20,1-|7: Sal 18; 1Cor 1,22-25; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan, capítulo 2, del verso 13 al 25.

El texto narra el inicio de la vida pública de JESÚS, con un episodio fuertemente simbólico porque se trata de la purificación del Templo de Jerusalén, que es como el corazón de la nación judía. Ya que el templo es la sede del poder religioso, político y económico. Porque allí se reunía Sanedrín, que era la Asamblea de los Ancianos Notables, una especie del Senado Romano.

Allí oficiaba los sacrificios el Sumo Sacerdote, y también se llevaba a cabo una intensa actividad económica, porque, se cambiaba la moneda pagana por la del Templo y se compraban y vendían los animales y productos para el sacrificio.

Ambiciones de dirigentes eclesiales

Por esta razón, en todo tiempo y lugar, «el Templo» ha despertado muchas ambiciones de muchos dirigentes eclesiales inescrupulosos. Los profetas habían denunciado los abusos y las desviaciones que generaban estas prácticas y como estos vendedores que se ubicaban en los patios sagrados les pagaban a los sacerdotes.

El Profeta Zacarías había anunciado esta purificación: «me devora el celo por tu casa» (Zac 14,21), y que, en esta narración, JESÚS realiza a Su manera.

Muy pertinente es destacar que esta acción de JESÚS, en el Templo, fue muy significativa para las primeras comunidades cristianas. Los Evangelios sinópticos colocan este episodio de la purificación del Templo al final del Ministerio de JESÚS, un poco antes de Su Pasión.

Juan lo coloca al comienzo del Ministerio, con una mirada retrospectiva a la Pasión futura cuando los judíos destruyan el Templo, no el de Jerusalén, sino el propio Cuerpo de JESÚS.

Palabras y gestos no entendidas

Al confrontarnos con el texto, podemos ver que en el tiempo en que JESÚS vivió su vida terrena, muchos de Sus gestos y Palabras, no fueron entendidas a cabalidad por sus discípulos, tal es el caso de estas afirmaciones que el Maestro hace sobre las estructuras del Templo.

Pero al saborear la experiencia del Resucitado en Pentecostés, pudieron comprender que todas las Palabras y Gestos de JESÚS, tenían el más firme propósito de Hacer Realidad Todo lo que el PADRE había Hablado a través de los Profetas.

También pudieron comprender que JESÚS es el verdadero Templo, ya que el culto a DIOS, ha de ser en «Espíritu y en Verdad» (Jn 4,23), tal como Él lo dice.

Lugares para encontrar a Dios

Hasta entonces los hombres se construían templos y buscaban lugares donde encontrar a DIOS y conseguir sus favores. Pero ahora Dios se hace presente en JESÚS; Él es el Verdadero, Templo, Sacerdote y Cordero de la expiación de nuestros pecados.

Todavía cuando el edificio material es necesario para poder reunirnos en comunidad, hemos de tener presente que lo más importante es el Templo Espiritual de la Iglesia, cuya cabeza es nuestro Señor JESUCRISTO y cada uno de nosotros parte de ese Cuerpo Místico.

También debemos de tener presente que de manera particular cada uno de nosotros somos Templo del Espíritu Santo, por lo que hemos de estar vigilantes para que los mercaderes del odio, de la ambición y de las pasiones desenfrenadas no habiten en nosotros y podamos echarlos de nuestras vidas, tal como lo hace JESÚS.

Señor JESÚS, ayúdanos a entender que cada uno de nosotros somos Templo del Espíritu Santo, por lo que hemos de estar vigilantes para que los mercaderes del odio, de la ambición y de las pasiones desenfrenadas no habiten en nosotros y podamos echarlos de nuestras vidas, tal como Tú lo haces.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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