En aquel tiempo, al no ver allí a Jesús ni a sus discípulos, la gente subió a las barcas y se dirigió en busca suya a Cafarnaúm. Al llegar a la otra orilla del lago, encontraron a Jesús y le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús les dijo: «Os aseguro que vosotros no me buscáis porque hayáis visto las señales milagrosas, sino porque habéis comido hasta hartaros. No trabajéis por la comida que se acaba, sino por la comida que permanece y os da vida eterna. Esta es la comida que os dará el Hijo del hombre, porque Dios, el Padre, ha puesto su sello en él.»

Le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?» Jesús les contestó: «La obra de Dios es que creáis en aquel que él ha enviado.» «¿Y qué señal puedes darnos —le preguntaron— para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: «Dios les dio a comer pan del cielo.»» Jesús les contestó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.» Ellos le pidieron: «Señor, danos siempre ese pan.» Y Jesús les dijo: «Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed.

Reflexión del Evangelio

En este Décimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Jean-Marie Vianney.

Nació en Dardilly, cerca de Lyon, Francia, el 8 de mayo de 1786; y murió en Ars el 4 de agosto de 1859. Una de las figuras más célebres de la historia de la Iglesia, es este Santo que hoy recordamos es el famoso cura de Ars, que transformó a esta ciudad con sus catequesis y ocupó por más de 40 años las primeras páginas de la pastoral francesa. Gran confesor y confidente.

El 3 de octubre de 1874, fue proclamado Venerable por Pío IX y el 8 de enero de 1905, fue inscrito entre los Beatos. El Papa Pío X lo propuso como modelo para el clero parroquial. En 1925, el Papa Pío XI lo canonizó. Es el patrono de los Párrocos.

La liturgia medita los textos: Ex 16,2-4.12-15: Sal 77; Ef 4,17.20-24; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 6, del verso 24 al verso 35.

Buscan sin ver las señales

JESÚS le reprocha a la multitud: «ustedes me buscan, no porque han visto señales, sino porque han comido de los panes y se han saciado» (Jn 6,26).

Este no se engaña, sabe que no han sido capaces de leer las verdaderas señales del pan multiplicado, por eso los exhorta a «obrar» por un alimento imperecedero, el que dará el Hijo del Hombre y que concede la Vida Eterna.

JESÚS, Se Revela una vez más como «YO SOY», es decir como El Propio DIOS que se Ha Encarnado en el mundo, para ser el Verdadero Alimento, el Nuevo Maná bajado del Cielo, quien lo coma no volverá a tener hambre, con la novedad de que este Pan que ha bajado del Cielo.

Pero los israelitas anclados en el pasado en el que han recibido Dones de DIOS, no son capaces de abrirse a una nueva Revelación en el presente, que el Propio Verbo hecho Carne o Pan les está Transmitiendo.

Don entregado por Dios

Por eso es que JESÚS, les habla de un Don que DIOS les da ahora, en el presente, se trata del Verdadero Pan del cielo, que impulsa al verdadero cumplimiento de los Designios de DIOS.

Porque JESÚS, es la expresión concreta de lo que DIOS quiere de sus criaturas para que se adhieran al Mensaje de Amor de Su Hijo, que se convierte en alimento imperecedero para su supervivencia, ya que estar unido a JESÚS, es la garantía de la fidelidad al Proyecto Salvífico del Padre, el cual se va fortaleciendo paulatinamente en la medida que se ingiera diariamente.

Buscamos la Divinidad

Al confrontarnos con el texto, vemos que ayer como hoy, los seres humanos siempre andamos en la búsqueda de la Divinidad, para adorarlo, para darle gracia y para tratar de sondear sus designios y ajustar nuestra manera de actuar de acuerdo a esos criterios.

Pero muchas veces tenemos la tentación, de querer construirnos un dios a nuestras propias necesidades o intereses humanos. Por eso es que JESÚS nos dice hoy, que, si queremos encontrarnos con DIOS, solo tenemos que Creer en Él que es el Enviado del PADRE.

Esa convicción nos hará vivir un itinerario de crecimiento, para alcanzar la madurez de Fe, que es la que sacia, el hambre de DIOS.

Por lo que tenemos que centrar nuestra mirada en JESÚS, para conformar comunidades de discípulos donde vayamos y bebamos de la Fuente del AMOR, para ser enviados por Él, con la Fuerza del Espíritu Santo, a Anunciar la Buena Noticia del Reino, en cada uno de los espacios donde nos desarrollemos.

Señor JESÚS, aliméntanos con el Pan de Tu Palabra y de la Eucaristía, para saciar nuestra hambre de justicia, hacerles frente a las necesidades de la vida terrena y ayudar a saciar el hambre de nuestros semejantes.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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