En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede este darnos a comer su carne?». Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaúm.

Reflexión del Evangelio

En este Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Alberto Hurtado, quien nació en Cruchaga; Viña del Mar, Chile en 1901, y murió en Santiago, Chile en 1952. Jurista y sacerdote jesuita chileno, conocido también como el padre Hurtado.

El 10 de octubre de 1994, Alberto Hurtado lo beatificó el papa Juan Pablo II; once años después, en octubre de 2005 y canonizado por Benedicto XVI, se le considera una de las figuras religiosas chilenas más relevantes del siglo XX.

La liturgia medita los textos: 1Re 19,4-8: Sal 33; Ef 4,30-5,2; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Juan capítulo 6, del verso 52 al verso 59. En el que se narra la sección conclusiva del discurso del «Pan de vida» que en una lectura continuada hemos venido meditando en estos últimos Domingo.

Y donde el Evangelista emplea términos muy humanos y entendibles para los doctos y los menos doctos, que somos la mayoría del pueblo cristiano.

Por eso es que los términos carne y sangre indican la condición humana del Hijo del hombre. Los verbos comer y beber se refieren a la Fe en JESÚS, enviado por el Padre y con Su Muerte física dando la Vida Gloriosa al mundo. Y es que la Fe crea una verdadera comunión recíproca entre Cristo y el creyente.

Vivir en comunidad con Jesús

Porque quien cree en JESÚS y vive en comunión de Fe y de amor con Él, se va introduciendo misteriosamente en el horizonte de la Amistad Divina, y con esa amistad se comienza actuar en favor de las causas justas, no por obligación, sino, más bien por estar convencido de que eso es lo fundamental para nuestras vidas.

Así como el Hijo lo enviaron y vive por el Padre, el creyente que cree en JESÚS vivirá por Él. Teniendo claro que este Misterio de Amor y de Comunión se actualiza y se experimenta de forma excepcional en la Eucaristía, pero también podemos vivirlo en la medida que leamos la Sagrada Escritura y pongamos en práctica Sus Enseñanzas en el acontecer diario de nuestras vidas.

Ya que, si leemos la Sagrada Escritura desde una óptica Cristocentrica, y en clave existencial, podremos entender la invitación que se nos hace, para que le abramos un espacio a la Persona de JESÚS en nuestra vida, en la vida de nuestras familias, y de nuestras comunidades.

Aceptar a Jesús

Por eso es que el creyente está invitado a aceptar a JESÚS muerto en la Cruz y Resucitado por el Amor infinito del Padre, con toda la mente, los sentimientos y la acción. De esta manera el bautizado comienza a vivir señales de la Vida Eterna que ofrece DIOS a todos los que aceptan a JESÚS como Aquel que Revela el Rostro Amoroso del Padre.

Al confrontarnos con el texto y ver cómo el evangelista sigue insistiendo en el tema de JESÚS verdadera comida, como para recordarnos que antes de comenzar cualquier jornada hemos de alimentarnos. Insistencia que nos interpela y que hemos de asumirla de manera crítica y profética.

Pues, entrar en Comunión con Él, al comer Su Carne y beber Su Sangre, significa entrar en una COMÚN-UNIÓN con la forma de actuar de JESÚS, con su forma de ser humano, con su forma de amar, de pensar, en definitiva, con una adhesión total al Padre.

Interrogantes

Por eso es que, hoy es el día para preguntarnos:

¿Qué sentido tiene para la vida de un creyente asumir a JESÚS, como alimento que da la Vida Eterna?

¿Qué estoy haciendo yo para paliar el hambre corporal y espiritual de tantos venezolanos, que deambulan sin pan, pero también sin esperanza de un mañana mejor?

¿He tomado alguna iniciativa para compartir lo poco o lo mucho que tengo, con mis semejantes, de tal manera ellos puedan sentir que JESÚS, no solo es alimento espiritual, sino también corporal?

Señor JESÚS, renueva en nosotros la Fe en Tu Palabra, para entrar en una COMÚN-UNIÓN con Tu forma de actuar, de Amar, de Pensar, en definitiva, con una adhesión total al Padre, y así, poder construir una sociedad más justa y solidaria.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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