«Después de esto, Jesús iba de un lugar a otro por Galilea; no quería estar en Judea porque los judíos deseaban matarle. Se acercaba la fiesta de los judíos llamada de Tiendas. Solamente después que sus hermanos fueron a la fiesta subió él también, pero sin decirlo y como en secreto.
Algunos habitantes de Jerusalén decían: «Pero, ¿no es éste al que quieren matar? Ahí lo tienen hablando con toda libertad y no le dicen nada. ¿Será tal vez que nuestros dirigentes han reconocido que él es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde viene.» Entonces Jesús dijo en voz muy alta mientras enseñaba en el Templo: «Ustedes dicen que me conocen. Ustedes saben de dónde vengo. Sepan que yo no he venido por mi propia cuenta: sino que me envió el que dice la Verdad, y ustedes no lo conocen.
Él es el que me ha enviado, y yo lo conozco porque vengo de él.» Los judíos hubieran querido llevarlo preso, pero nadie le puso las manos encima porque todavía no había llegado su hora».
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia universal celebra hoy, entre otros santos, la fiesta en honor a San Hugo de Grenoble. El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad. Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053, y murió en el año 1132. Fue canonizado el 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.
Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Juan capítulo 7, versos del 1 al 30, En el que se relata la subida de JESÚS, casi de manera incógnito, a Jerusalén para estar presente en la celebración de las fiestas de las chozas. Y además de eso, se discute sobre el origen Divino de JESÚS y de Su Mensaje. Y que al igual que en los Evangelios Sinópticos, se destaca la falta de fe de la comunidad judía, ya que los judíos afirmaban que del Mesías no se conocería su procedencia y que debía permanecer oculto hasta el momento de su Revelación al pueblo de Israel, y como ellos sabían de dónde venía y que hacía JESÚS, no podía ser el Mesías.
Frente a la opinión equivocada de los judíos que se creen muy conocedores de las Escrituras, JESÚS se presenta como el Enviado de DIOS. No lo hace como quien se vale de un título para imponerse, sino que más bien subraya su total dependencia del Padre y el conocimiento que tiene de Él. Y aunque JESÚS, Revela Su Identidad y Misión, para el conocimiento pleno de estas realidades de Fe, será necesario esperar «la manifestación de su hora» (Jn 7,30) para poder comprender ese gran misterio. Subrayando que, la obstinación de sus paisanos, fuerza a que la Verdad sobre JESÚS sea llevada, al mundo pagano que la acepta de una mejor manera y por lo cual los que no somo judíos salimos beneficiados.
Al confrontarnos con el texto, y revisar nuestro conocimiento de JESÚS, de Su Misión de Restauración para la humanidad, puede ocurrir que hayamos leído muchos libros y hayamos escuchado muchas charlas, y que aun así JESÚS sea todavía un desconocido para nosotros. Ya que como nos los ha enseñado el Magisterio de la Iglesia a JESÚS se le va conociendo cuando uno entra en contacto con Él, en la oración, en la vivencia de los sacramentos y en la meditación y contemplación de Su PALABRA. Porque es allí donde JESÚS se nos Revela quién es de Verdad, y cómo quiere que nosotros nos configuremos con Él, para ser sus verdaderos discípulos.
Y en ese discernimiento poder entender que, para conocer verdaderamente a JESÚS, hay que conocer la Sagrada Escritura, que nos ayudará a encontrar las pistas para la vivencia plena de Su Mandamiento, de «amarnos los unos a los otros» porque tal como lo dijo San Jerónimo: «el desconocimiento de la Sagrada Escritura es el desconocimiento de JESUCRISTO».
De tal manera que, como discípulos, estamos en la obligación de descubrir a JESÚS en la Sagrada Escritura, y, en la medida en que lo vayamos descubriendo, iremos también progresando en el camino de nuestra Conversión, que nos capacita paulatinamente en el creciendo de nuestra Fe para ver las cosas a la LUZ del Espíritu de DIOS, entendiendo Su Lenguaje de AMOR y llevándolo a la práctica en las relaciones con nuestros semejantes.
Señor JESÚS, ayúdanos a entender con la fuerza de Tú Espíritu, que, para poder llamarnos seguidores tuyos, tenemos que vivir de acuerdo a Tus designios, lo que nos acarreará desprecios e incomprensiones y esa será la mejor prueba de que estamos en el camino correcto. Amén.
Luis Perdomo
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