En aquel tiempo, el Señor eligió a otros setenta y dos discípulos y los envió de dos en dos delante de él, a todas las ciudades y lugares a donde debía ir. Les dijo: «La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su cosecha.

Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos. Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa.

Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen; de lo contrario, la bendición volverá a ustedes. Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo que les ofrezcan, porque el obrero merece su salario.

No vayan de casa en casa. Cuando entren en una ciudad y sean bien recibidos, coman lo que les sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de Dios ha venido a ustedes.

Pero si entran en una ciudad y no quieren recibirles, vayan a sus plazas y digan: Nos sacudimos y les dejamos hasta el polvo de su ciudad que se ha pegado a nuestros pies. Con todo, sépanlo bien: el Reino de Dios ha venido a ustedes. Yo les aseguro que, en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Francisco de Borja. Religioso español que fue el tercer prepósito general de la Compañía de Jesús, se dedicó a la predicación y obedeció a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, quien lo había nombrado antes de ser superior general, Comisario de España en las Indias.

Nació en Gandía (Valencia), en 1510 y murió en Roma, en el año 1572. Canonizado en 1671, por el papa Clemente X.

Liturgia del Día

La liturgia del día meditamos los textos: Job 19,21-27; Sal 26; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas capítulo 10, del verso 1 al 12.

El texto narra la elección y el envío por parte de JESÚS, de un grupo de misioneros que tienen el encargo de ir a unos lugares, que posteriormente visitó el Maestro.

Se trata de una elección de dimensiones universales, dado que se nombra a 72 personas con el encargo de ir a todas las ciudades conocidas.

El grupo es organizado en pareja y enviado de dos en dos, y es muy probable que hayan estado conformados por hombres y mujeres.

Con la imagen de una cosecha abundante y una escasez de trabajadores para recogerla, JESÚS, procura animar y motivar a sus oyentes, para que no siendo sordos a las urgencias misioneras, se integren de manera decidida a la comunidad del Camino.

Por eso es que las palabras de JESÚS discurren entre las dificultades, «Como corderos en medio de lobos» y la esperanza: «El Reino de DIOS está llegando».

Muy oportuno es recordar que, el estilo misionero de JESÚS tiene sus luces, que nada tienen que ver con las fuerzas mundanas. Primero, la pobreza: «No lleven bolsa ni alforjas».

Luego viene el compartir: unos llevan el mensaje, otros ofrecen morada y pan. Y el mensaje es la paz; la paz que evoca todos los bienes, desde la bondad de DIOS hasta la justicia entre los hombres y no podía faltar lo que JESÚS hizo toda su vida: curar, sanar, consolar.

Condiciones frágiles y limitadas

Al confrontarnos con el texto vemos que, el envío exige condiciones frágiles y limitadas, sin provisiones para el camino.

Sin embargo, esos misioneros llevan la fuerza y la capacidad de transmitir la paz, aceptar lo propio de las culturas de los lugares a donde vayan, sanar a las personas enfermas y proclamar la llegada del Reino de DIOS y denunciar públicamente a quienes no lo acepten.

Porque al enviado siempre le persigue el riesgo del rechazo a su persona y al mensaje de JESÚS y solo la Fuerza de Su Espíritu, le dará el suficiente discernimiento a cada uno de Sus seguidores para entender que el Reino de DIOS ya está entre nosotros.

Teniendo claro que, nosotros no lo hacemos, lo anunciamos y trabajamos en su construcción, y esta seguridad de la Presencia del Reino, nos colma de esperanza y de entusiasmo, a pesar de tantas señales del antireino, de tantas dificultades, de rechazos, de hostigamientos, que en muchos momentos nos hacen tambalear nuestra Fe.

Señor JESÚS, ayúdanos a tener la fortaleza necesaria y el suficiente discernimiento para entender el Mandato de Tu misión, y llevar la Paz, la reconciliación y el perdón a un mundo cargado de violencia, de odio y de indiferencia.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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