En aquel tiempo la multitud se aglomeraba y Jesús se puso a decirles: “esta generación es malvada, reclama una señal y no se le concederá más señal que la de Jonás. Como Jonás fue una señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del Hombre para esta generación.
El día del juicio la Reina del Sur, se alzará contra esta generación y la condenará, porque ella vino del extremo de la tierra para escuchar el saber de Salomón y aquí hay alguien mayor que Salomón. El día del juicio los ninivitas se alzarán contra esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien mayor que Jonás.
Reflexión del Día
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Pedro Damiani, cardenal obispo de Ostia y doctor de la Iglesia. Promovió denodadamente la vida religiosa y en los tiempos difíciles de la reforma de la Iglesia trabajó para que los monjes se dedicasen a la santidad de la contemplación, los clérigos a la integridad de vida y para que el pueblo mantuviese la comunión con la Sede Apostólica.
Nació en Ravena (Italia) el año 1007, y falleció el 22 de febrero de 1072, en Favencia, de la Romagna. Canonizado en 1828 por el Papa León XII.
En la liturgia del día meditamos los textos: Jon 3,1-10; Sal 50; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas, capítulo 11, del verso 29 al verso 32. En el que los adversarios de JESÚS, le piden un «signo del cielo», que lo acredite como un verdadero enviado de DIOS, conducta muy propia del pueblo judío, tal como lo afirma San Pablo en la Carta a los Corintios (1Cor 1,22).
JESÚS les responde diciéndoles que no se les dará «más señal que la de Jonás».
Conversión ante la predicación de Jonás
Recordemos que según el Antiguo Testamento DIOS envió a Jonás a predicar a los paganos de la Ciudad de Nínive, y estos se convirtieron cuando oyeron su predicación.
En cambio, los profetas que DIOS envió a su propio pueblo, nunca fueron escuchados, por lo que sus palabras no le produjeron ninguna conversión.
También está reseñado en el Antiguo Testamento, como la Reina del Sur, extranjera y pagana, viene de muy lejos con la única finalidad de admirar la sabiduría del rey Salomón (1Re 10,1-2).
Entretanto, el pueblo de DIOS, teniendo la Presencia del Rey-Mesías, lo rechazó.
Por estas razones es que el gran prodigio que se les mostrará a los adversarios de JESÚS, es que su enseñanza será predicada entre los paganos y estos la aceptarán y se convertirán (Hch 28,28), mientras que Israel, el pueblo de DIOS, no escuchará, ni aceptará al que es mucho más que el Profeta Jonás y que el gran rey Salomón.
Entonces, los que oyen la Predicación de JESÚS el Mesías, están en mejores condiciones que aquellos paganos que creyeron y se convirtieron y, por lo tanto, tienen mayor responsabilidad, y por eso serán juzgados severamente.
Actitud de los judíos
Al confrontarnos con el texto, vemos cómo estas enseñanzas de hoy, son como una espina que se clava en nuestro corazón. Ya que esta actitud de los judíos, ha sido la lógica de todos los pueblos, en todos los tiempos, pedirle señales extraordinarias a nuestro Creador para poder creerle.
Seguramente ha sido la actitud de la mayoría de nosotros, la de caer en la tentación de atar nuestra fe, a la realización de signos extraordinarios y espectaculares, para poder tener la certeza de que DIOS está con nosotros.
Es muy propio de los cristianos, orar a DIOS y presentarle una gran lista de nuestras necesidades, aunque nunca demos gracias por tantas bendiciones recibidas.
Muchas veces escuchamos, o nosotros mismo repetimos, lo que dice la Sagrada Escritura, que «lo que pidamos con fe, se nos concederá», y esto sin lugar a dudas que es así, porque DIOS nos satisface diariamente las necesidades existenciales aun cuando no se lo pidamos.
Pero no son las del chantaje, y menos aún las de la manipulación de hacernos un DIOS a nuestra medida y a nuestros caprichos.
Recordar los grandes milagros
Por eso es que la enseñanza de hoy nos invita a recordar, que los grandes milagros de DIOS están en la cotidianidad de la vida, en el aire que respiramos, en el tener la capacidad de movilizarnos, mientras muchos están postrados en una cama y con dificultades para respirar, en la de tener comida mientras millones están pasando hambre, en la de poder ver, mientras muchos están ciegos, en la de tener familiares y amigos para abrazarlos, mientras otros están aislados o en la soledad de un hospital o de una cárcel.
De allí que hoy sea el día para revisar todos los milagros y señales que recibimos diariamente y lo poco agradecidos que estamos con nuestro CREADOR, y al cotejarlas seguramente quedaremos sorprendidos.
Señor JESÚS, perdona nuestra necedad al estar constantemente, pidiéndote una señal, sin entender que la gran señal de que Tú nos has dado, es Tu entrega en favor de la humanidad, para que seamos más humanos y menos egoísta e intolerantes.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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