Evangelio

Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David.

La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo.

Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo.

El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.»  María entonces dijo al ángel: « ¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?»

Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo.

Para Dios, nada es imposible.» Dijo María: «Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has dicho.» Después la dejó el ángel.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia Universal celebra hoy el Segundo Domingo de Adviento, pero en Venezuela y muy especialmente en la Diócesis de Ciudad Guayana, por ser la Patrona de la Diócesis, celebramos la Solemnidad de la Inmaculada Concepción.

La decisión está fundamentada en el decreto de la Congregación para el culto Divino de la Disciplina de los Sacramentos (Protocolo 118/02/L; 13/06/2002).

Liturgia del Día

La liturgia meditamos los textos: Gn 3,9-15.20; Sal 97; Ef 1,3-6.11-12; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 1, del verso 26 al verso 38. En el que el Evangelista narra el acontecimiento más grande de la historia, es decir la Encarnación de la Palabra de DIOS, JESÚS de Nazaret.

Tal Acontecimiento lo relata con mucha precisión el autor sagrado, describiendo el tiempo: sexto mes, y el lugar: Nazaret, donde se desarrolla un diálogo trascendental, entre un Ángel llamado Gabriel, enviado por DIOS y una joven doncella de nombre María, quien se impresiona no solo por la presencia del Ángel, sino también por la manera en como la trata.

Después del asombro inicial, por parte de María, el Ángel, le explica el motivo de su visita, y la manera en como se realizará tal Acontecimiento, y diciéndole que tal como su prima Isabel había quedado embarazada en una edad avanzada, ella quedaría embarazada por intervención del Espíritu Santo.

El diálogo se cierra con la maravillosa expresión Mariana: «Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí, todo lo que tú has dicho» (Lc 1,38)

Señor de la historia

Al confrontarnos con el texto, podemos comprobar que DIOS es el Señor de la historia y que se hace presente en un tiempo determinado, en el seno de una Virgen, de corazón puro dispuesta a asumir dicho desafío y que tal como lo dijo JESÚS, años más tarde, no fue tan dichosa porque lo acogió en su vientre y lo amamantó, sino porque hizo la Voluntad del Padre.

La otra enseñanza que podemos obtener de este texto es la de saber, que para quienes ponen su confianza en DIOS, nada es imposible, y todo se realiza de acuerdo a Sus Designios.

Al sopesar ambas enseñanzas y revisar la fortaleza de nuestra Fe, podemos concluir que nos hace falta tener un poco de la confianza de nuestra Madre María, para poder sobreponernos a las dificultades que nos presenta el día a día de nuestras vidas y entender el Acontecimiento de DIOS, que, siendo Espíritu, se hace hombre, y con las limitaciones humanas enseñarnos a vivir como humanos y a combatir los males y las tentaciones que nos acechan.

Por eso es que hoy es el día para decirle a María: Madrecita del alma querida, junta nuestras voces a la tuya, para corear, somos las esclavas y los esclavos del Señor, cúmplase en nosotros y con nosotros, el acontecimiento Redentor de la humanidad, y que todos los seres humanos, especialmente los que vivimos en Venezuela, saboreamos la dulzura del Amor y la Justicia de Dios.

Señor JESÚS, Ayúdanos a tener una Fe y una disposición cercana a la de María, para que hagas de nosotros unos instrumentos de Paz y de Justicia y junto a todos nuestros semejantes experimentemos el Tiempo de Tu Gracia y Tu Misericordia.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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