En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de lo que vayan a decir, o de cómo se van a defender. Porque el Espíritu Santo les enseñará en aquel momento lo que tendrán que decir.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana.

La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a Santa Madre María Laura de Jesús Montoya Upegui, quien nació en Jericó, Antioquia, Colombia, 26 de mayo de 1874, y murió en Medellín, Colombia, 21 de octubre 1949, mejor conocida como Madre Laura, fue una educadora y misionera católica fundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena. Es beatificada por San Juan Pablo II el 25 de abril de 2004, y el papa Francisco la canoniza como Santa de Colombia el 12 de mayo de 2013 Convirtiéndose así en la primera santa colombiana.

En la liturgia del día meditamos los textos: Rom 4,13.16-18; Sal 104; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 12, del verso 8 al 12. En el que JESÚS le da dos advertencias y una orientación a sus discípulos en cuanto a la manera como deben asumir su seguimiento. La primera advertencia es la de estar consustanciados con el principio de corresponsabilidad en el Testimonio, ya que, si nosotros damos testimonio de Él ante los hombres, Él dará Testimonio de nosotros Ante DIOS. No se trata pues, de un simple reconocimiento, sino de un verdadero compromiso de vida, que implica la decisión de hasta morir por su causa. Así lo entendieron los miembros de las primeras comunidades cristianas, para los cuales era un honor morir martirizados por la acusación de  ser seguidores de JESÚS.

La segunda advertencia tiene que ver con el pecado de blasfemar en contra de Espíritu Santo. Recordemos que la Ley judía castigaba con la muerte a la persona que blasfemaba contra DIOS. Por eso es que al Presentarse a JESÚS como el Hijo de DIOS que, con la Fuerza del Espíritu Santo, expulsa demonios, sana a los enfermos, perdona los pecados, todos los que no crean en Sus Obras, están blasfemando contra el Espíritu Santo.

De allí que JESÚS le conceda un sitial muy grande al Espíritu Santo como defensor por excelencia en los momentos que las autoridades o los enemigos de JESÚS pidan cuentas a sus seguidores. Y es que ante el poder de las sinagogas y de los tribunales no procede los recursos y méritos propios, sino que es el Espíritu Santo quien da la fuerza e inspire a los perseguidos para saber encontrar los mejores y más apropiados argumentos de la defensa de la Misión. Por lo que hay que decir la verdad, sin preocuparse por lo que pasará posteriormente.

Al confrontarnos con el texto, vemos que para ser un verdadero seguidor de JESÚS hay que tener claro que debemos dar Testimonios de Él en todos los momentos de nuestras vidas. Ya que no es lo mismo seguir a JESÚS en un mundo donde sus necesidades existenciales están cubiertas, que en un mundo asediado por el hambre, por la enfermedad, por la corrupción y por la negación de la justicia. Es en esas circunstancias donde JESÚS quiere sentir el Verdadero Testimonio de los que nos consideramos sus seguidores, para hacerle frente a las injusticias y para lograr que cada ser humano se sienta capaz de luchar por su dignidad y por sus derechos existenciales. Eso es dar Testimonio de JESÚS ante los hombres y es eso lo que hará que JESÚS de Testimonio de nosotros ante DIOS PADRE.

 Tarea bien difícil de cumplir y por eso es que la mayoría de nosotros a menudo nos hacemos «los locos» ante el compromiso cristiano y muchas veces podemos dar la sensación de que, en el fondo, no creemos lo que decimos creer. Porque todos decimos que creemos en la Resurrección de los muertos, pero le tenemos terror a la muerte. Decimos que hay que dar de comer y de beber, al hambriento y al sediento y constantemente andamos buscando argumentos para no cumplir a cabalidad con este mandato. Y si no lo hacemos es porque no creemos y eso es dudar o blasfemar contra el Espíritu Santo, que es el que nos da la fuerza para cumplir nuestra Misión, hasta alcanzar la Vida eterna.

Sin embargo, DIOS que es Rico en Misericordia, nos perdona y nos da la oportunidad de Experimentar la Presencia del Paráclito, muchas veces sin darnos cuenta. Y es que cuando nos hemos encontrado en apuros y en peligro, Él acude a nosotros, aun cuando por miedo o por olvido no le hayamos solicitado, porque Su Poder nos relanza más allá de lo que nuestras fuerzas humanas nos permiten. Por eso es que hoy es el día para agudizar el entendimiento y pedir con mucha fe la Presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas y de esa manera pedir perdón por las veces que hemos pecado contra Él.

 Señor JESÚS, Tú nos has dado el mundo entero como campo de nuestra Misión, danos el discernimiento necesario para entender que no podemos asumir esta responsabilidad, si no tenemos la asistencia del Espíritu Santo, ya que es el único que puede darnos la Fuerza ante la debilidad de la carne. Amén.

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