En aquel tiempo, uno de los invitados le dijo a Jesús: «Feliz el que tome parte en el banquete del Reino de Dios.» Jesús respondió: «Un hombre dio un gran banquete e invitó a mucha gente. A la hora de la comida envió a un sirviente a decir a los invitados: «Vengan, que ya está todo listo.» Pero todos por igual comenzaron a disculparse.

El primero dijo: «Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes.» Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes.» Y otro dijo: «Acabo de casarme y, por lo tanto, no puedo ir.» Al regresar, el sirviente se lo contó a su patrón, que se enojó. Pero dijo al sirviente: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad y trae para acá a los pobres, a las personas con discapacidad, a los ciegos y a los cojos.»

Volvió el sirviente y dijo: «Señor, se hizo lo que mandaste y todavía queda lugar.» El patrón entonces dijo al sirviente: «Vete por los caminos y por los límites de las propiedades y obliga a la gente a entrar hasta que se llene mi casa. En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete.

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

La Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Vicente Grossi. Fundador de las Hijas del Oratorio, un sacerdote entregado a sus fieles, que tuvo como eje vertebral de su vida la santa misa, y en el ideario de su labor apostólica dirigida a la infancia y juventud. Nació el 9 de marzo de 1845, y murió el 7 de noviembre de 1917, diciendo: «El camino está abierto; hay que recorrerlo».

Fue beatificado por Pablo VI el 1 de noviembre de 1975. Y el 18 de octubre de 2015 el papa Francisco lo canonizó.

En la liturgia del día meditamos los textos: Rom 12,5-16a; Sal 130 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Lucas capítulo 14, del verso 15 al 24. En el que JESÚS sigue comparando el Reino de los Cielos, como un Gran Banquete.

En este texto el Maestro, nos dice que nadie puede acceder al Banquete sin la invitación de DIOS, que es quien invita a mucha gente. Pero hay quienes esgrimen excusas a la urgencia Evangélica, prefiriendo otros valores.

Ante la negativa de los invitados, se produce un viraje en la situación, el dueño de la fiesta se molesta por el rechazo, pero en vez de cerrar las puertas, las abre de par en par y son los excluidos por la sociedad: harapientos, ciegos y lisiados, quienes van a gozar del Gran Festín.

 Los motivos por los que los invitados no responden al llamado del Señor cuando los invita a Su Fiesta, son: compré campos, acabo de casarme, etc.

Lo que nos permite inferir que los primeros invitados no le prestan atención al Acontecimiento, por la simple razón de que las preocupaciones derivadas de sus bienes, de sus trabajos y de sus familias, acaparan todas sus fuerzas y lo que le queda es un interés residual para dedicarse a otras actividades que, aunque sean importante en el plano religioso, carecen de significado en el plano pragmático.

Para muchos todas esas razones son buenas para garantizarse el día a día de su vida terrenal, pero para los que andamos en la búsqueda de la Vida Eterna, estamos más que convencidos que no hay ninguna excusa que valga ante el llamado o la invitación que nos hace JESÚS.

Ya que para participar en la Fiesta Eterna es necesario responder de manera inmediata y sin excusas al llamado de DIOS que invita a toda la humanidad a construir un mundo más fraterno. Lamentablemente, son pocos los que responden solícitamente a esta invitación.

Al confrontarnos con el texto vemos que, el desafío que nos lanza JESÚS, es para que nos demos cuenta en primer término de que para DIOS todos somos relevantes y todos somos invitados y en segundo lugar para que nosotros tomemos decididamente la Misión de ser propagadores de la Buena Noticia de DIOS en el mundo.

Por eso nos dice que esta situación de crisis prolongada que estamos viviendo no debe de ser excusa para aislarnos, sino más bien la de asumir con entereza nuestra condición de discípulo viviendo la fraternidad y el compartir con lo poco o mucho que tengamos.

Y es que para despertar la conciencia de esos «buenos» que son demasiado cómodos, DIOS cuenta con los pobres y los marginados, ya que mirándonos en esos espejos es como puede producirse un viraje en nuestra conciencia para tomar la decisión correcta de ser instrumentos precisos en la construcción de un mundo más humano y solidario.

 Señor JESÚS, despierta en nosotros Tu hambre y sed de Justicia, para que pueda producirse un viraje en nuestra conciencia tomando la decisión correcta de ser instrumentos precisos en la construcción de un mundo más humano y solidario. Amén.

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