En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Es imposible que no haya escándalos y caídas, pero ¡pobre del que hace caer a los demás! Mejor sería que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello, antes que hacer caer a uno de estos pequeños. Cuídense ustedes mismos. Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo.
Si te ofende siete veces al día y otras tantas vuelve arrepentido y te dice: «Lo siento», perdónalo.
Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor respondió: «Si ustedes tienen un poco de fe, no más grande que un granito de mostaza, dirán a ese árbol: Arráncate y plántate en el mar, y el árbol les obedecerá.
Reflexión hecha por: Luis Perdomo. Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a la Beata María Teresa de Jesús. Fundadora del Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, gran contemplativa, mística de la Pasión.
En ella, se cumple maravillosamente el dicho de san Juan de la Cruz: «Donde no hay amor, pon amor, recibirás amor».
Nació el 15 de mayo de 1825 en Montevarchi, Toscana, Italia, y murió el 14 de noviembre de 1889. Fue beatificada el 8 de octubre de 2006 por el cardenal Saraiva, como delegado de Benedicto XVI.
Y en la liturgia diaria meditamos los textos de: Sab 1,1-7; Sal 138; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Lucas capítulo 17, del verso 1 al 6.
En el que JESÚS, instruye a sus discípulos, sobre las relaciones fraternas que deben observar entre ellos, sin ocultarles los posibles aspectos problemáticos que pudieran presentarse.
Ya que puede haber un hermano que empuje al otro a ser infiel a DIOS, lo que hace generar el escándalo, la ocasión del tropiezo. Contra este incitador JESÚS lanza un amenazador «ay», poniéndolo en guardia ante el desastre final.
También pueden originarse enfrentamientos, calumnias y ofensas entre los creyentes ya que estamos hechos de barro y somos frágiles ante la tentación del pecado.
Por lo que hay que tener la valentía de la corrección fraterna, de modo que quien ofende se dé cuenta del fallo cometido y se arrepienta.
Y a su vez el ofendido se abra al perdón, de tal manera que su corazón quede sanado.
Ante este escenario tan Revelador los Apóstoles le piden al Maestro que les aumente la Fe, a fin de evitar las desviaciones y las actitudes contrarias a la vida cristiana.
El Maestro les hace ver que no se trata de cantidad, sino de calidad, ya que basta con tener la Gracia inicial, y a partir de allí, la Fe irá desarrollándose progresivamente, como el grano de mostaza que es pequeño, pero que hace crecer un árbol grande, así mismo es la Fe inicial, que con su fortalecimiento se logran cosas aparentemente imposibles.
Al confrontarnos con el texto, vemos como el Maestro nos invita a comprender, de una mejor manera, como la Fe nos ayuda a crecer y a ser más humanos, si asumimos una actitud reconciliadora ante las personas que arrepintiéndose de sus acciones escandalosas buscan el encuentro con las personas ofendida. Ya que el perdonar es un acto de liberación, en tanto que la ofensa y el rencor, nos sumergen en el lodazal de la incertidumbre, y nos corta la alegría de vivir y de ver la vida con optimismo.
Porque tal como nos lo indica JESÚS, el gesto del perdón tiene que estar siempre en el corazón de todos los cristianos, ya que no podemos construir comunidades de paz y de justicia, sin que estemos claros que todos fallamos y que hoy podemos ser agredidos u ofendidos, pero al instante somos nosotros los que con nuestras revanchismo y rencores ofendemos a nuestros semejantes y al propio DIOS, que nos invita diariamente a ser portadores de la Mansedumbre y de la Fraternidad.
De allí la necesidad de la súplica humilde y confiada a nuestro Creador, para que arranque de raíz, nuestros rencores y revanchismo y aumente sustancialmente nuestra Fe para seguir perseverando en el Camino hacia Él y poder hacerle frente a tantos obstáculos materiales y espirituales que se nos presentan diariamente en nuestro intento de ser unos auténticos seguidores de JESÚS.
Señor JESÚS, danos la fortaleza necesaria para poder perseverar en el camino de conversión al cual nos has llamado y que los tropiezos y los escándalos en los cuales nos vemos envueltos diariamente no nos quiten la Paz, sino que sean peldaños para el arrepentimiento y para nuestro crecimiento espiritual. Amén.
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