“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Esta gente niega que haya resurrección, y por eso le plantearon esta cuestión: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si un hombre tiene esposa y muere sin dejar hijos, el hermano del difunto debe tomar a la viuda para darle un hijo, que tomará la sucesión del difunto. Había, pues, siete hermanos. Se casó el primero y murió sin tener hijos.

El segundo y el tercero se casaron después con la viuda. Y así los siete, pues todos murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer. Si hay resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, puesto que los siete la tuvieron?» Jesús les respondió: «Los de este mundo se casan, hombres y mujeres, pero los que sean juzgados dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. Además, ya no pueden morir, sino que son como ángeles.

Son también hijos de Dios, por haber nacido de la resurrección. En cuanto a saber si los muertos resucitan, el mismo Moisés lo dio a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Él no es Dios de muertos, sino de vivos, y todos viven por él.»

Reflexión hecha por Luis Perdomo, animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

En este Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra la fiesta, entre otros santos, en honor a San Severo, La tradición cuenta que nació en Barcelona, y que era el Obispo de la ciudad durante la persecución de Diocleciano. Frente a esa circunstancia Severo, inducido por los fieles, huyó a Castrum Octavianum, donde después se levantó Sant Cugat del Vallés. Allí, fue detenido por un destacamento romano y martirizado clavándole un clavo en la cabeza. El hecho se sitúa el 6 de noviembre de 302, ya que en esta fecha se fijó la festividad litúrgica.

Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO según San Lucas, capítulo 20, versos del 27 al 38. En el que se narra la Conversación de JESÚS con algunos miembros de la secta judía de los saduceos, y en la que estos últimos usando argumentos falaces y burlescos tratan de rebatir la Enseñanza de JESÚS sobre la Resurrección de los muertos. Por eso traen a colación la historia de una mujer que ha enviudado repetidas veces, utilizando en su narrativa el número emblemático del siete.

JESÚS, Fortalecido con la Sabiduría del PADRE, no se altera, ni se inmuta ante sus necedades, y demostrándoles mucho AMOR y Tolerancia, le riposta que, ya que ellos le han citado a Moisés y a la LEY en la que ellos dicen creer, entonces deberían darle el sentido exacto a la Palabra de DIOS, que es un “DIOS de vivos y no de muertos” (Lc 20,38). Que lo certifica al decirle a Moisés: “YO SOY el DIOS de Abraham, de Isaac y de Jacob”, es decir de un trío que no han muerto, sino que ha perdurado en el tiempo.

Y es que a pesar de que estos Patriarca murieron físicamente, DIOS sigue cuidando a Su Pueblo, en el que nunca la muerte ha podido destruir el AMOR y la Fidelidad de DIOS para con sus hijos. Esa certeza del AMOR incondicional de DIOS PADRE Y MADRE, debe de ayudarnos a mantener siempre una memoria agradecida con todos nuestros antecesores Padre, Madre, Abuelos, Tíos, Bisabuelos, a quienes recordamos con mucha veneración y que, nos han dejado como herencia la riqueza de nuestra Fe, los valores familiares, las tradiciones y el acervo histórico, que no mueren porque siguen vivas en nuestra identidad cultural.

Al confrontarnos con el texto, vemos que eso de la Resurrección de los muertos o vida después de esta vida, no es fácil de entender, y nuestras limitaciones humanas no nos permiten comprenderlo con claridad. Y solo la Fe en DIOS, nuestro PADRE, nos permite desarrollar la Confianza necesaria para aceptar lo que está escrito en el Antiguo Testamento y que JESÚS Vino a hacerlo Realidad con Su Predicación y con su Gesto de AMOR de morir por nosotros en la Cruz, tal como nos los enseña la Iglesia: «Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra Fe»(1 Co 15,14). Porque la Resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más inaccesibles al espíritu humano, encuentran su justificación si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina según lo había prometido” (CEC 651).

Y es esa la enseñanza que hoy nos da nuestro Maestro, que, es la de entender que el disfrute del Banquete de la Vida Eterna dependerá de lo que desde ahora hagamos, por tener una opción decidida para defender la dignidad de esta vida transitoria. Ya que gozar la Vida Nueva, es practicar continuamente la Justicia y el Amor por los demás. Es tener la certeza de alcanzar en la vida espiritual, una Vida plena, cuyo fundamento nace en el hoy de nuestras relaciones con nuestros semejantes que nos lleven a construir una sociedad más humana, más justa y solidaria.

Señor JESÚS, hoy me acerco a Ti con mis limitaciones para decirte que, a pesar de mis miedos ante la incertidumbre de la muerte, tengo mi confianza puesta en Tu Palabra, que me ha permitido reconducir mi vida llevando a la práctica los valores de la Justicia, la Inclusión y la Solidaridad. Amén.

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