“En aquel tiempo dijo Jesús, a sus discípulos: «Fíjense en la higuera y en los demás árboles. Cuando echan los primeros brotes, ustedes saben que el verano ya está cerca. Así también, apenas vean ustedes que suceden las cosas que les dije, sepan que el Reino de Dios está cerca.  Yo les aseguro que no pasará esta generación hasta que todo eso suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”.  

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.

  La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor al Beato Charles de Foucault, maestro de la espiritualidad del siglo XX, militar de profesión, que lo deja todo para irse al desierto de Sahara donde muere.

En la liturgia del día meditamos los textos: Dan 7,2-14; Sal Dan 3,75-81 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Lucas, capítulo 21, del verso 29 al 33. En el que se presenta la tercera parte del discurso apocalíptico de JESÚS, de la narrativa Lucana, ocasión que es aprovechada por el Maestro para exhortar a sus discípulos sobre la necesidad de estar atentos y despiertos, para que la segunda venida del Hijo del Hombre no nos agarre desprevenidos.

 Y es que el llamado de atención o vigilancia, que hace el Maestro, tiene el propósito, de que el “corazón” del discípulo, que, de acuerdo al pensamiento judío, es el órgano propio de la comprensión y del discernimiento, no se embote con los vicios del que ha perdido toda esperanza. Corazón atento y dispuesto para escudriñar la Palabra de Dios presente en la Sagrada Escritura porque tal como lo expresa el Maestro: “Cielo y tierra pasarán, pero Su Palabra no pasará” (Lc 21,33)

 Expresión del Maestro que nos hace parafrasear a Pedro, para decirle: “¡a quien iremos Señor, solo Tú tienes Palabra de Vida Eterna!” (Jn 6,68), porque es con un adecuado discernimiento de Su Palabra como podemos tener una correcta interpretación de los signos de los tiempos. Su Palabra también es el alimento que nos da la fortaleza para hacerle frente a las grandes pruebas que se nos presentan continuamente.

 Al confrontarnos con el texto, vemos que el Maestro, nos hace un llamado para que fortalezcamos nuestra esperanza, aun en medio de calamidades, y de tantas expresiones que nos invitan a renegar de todo y de todos, incluso hasta de nuestro propio Creador. Por eso es que estamos invitados a percibir en torno a nosotros, todos los días de nuestras vidas, mil pequeños detalles que nos muestran la Acción Creadora y Salvadora de DIOS, presente en nuestro entorno y en nuestro tiempo.

   Y es que el estar atentos a los signos de los tiempos es un llamado permanente de JESÚS a sus discípulos de todos los tiempos, ya que todo su caminar de formación está orientado a descubrir, el Reino de DIOS, en medio de nosotros. Esta es, la carta de navegación que debe guiar a los discípulos y, por ende, a toda la Iglesia, para llegar a Puerto seguro. Sin el Reino como telón de fondo o como marco teórico, las prácticas cristianas terminarán extraviadas en los intereses y en los caprichos de los individuos. Por lo que, la tarea de cada discípulo, es hacer realidad ese Reino, primero en cada uno, luego progresivamente en la familia, en la Iglesia y en la sociedad.

  También es necesario tener en cuenta, que en el Reino la fiesta y los aplausos, van de la mano de las dificultades y las contradicciones, todas ellas son signos que el Reino de DIOS, ya está entre nosotros. Por lo que es necesario siempre tener en cuenta que, es un Reino que necesita de discípulos atentos a interpretar los signos de los tiempos, para que con la astucia de la serpiente podamos desenmascarar y enfrentar las injusticias que son contrarias al Plan de DIOS para los hombres.

 Y de esa manera dar muestras claras de que a pesar que estamos en el mundo, no nos hemos dejado envolver por sus tentaciones, que desnaturalizan a la propia humanidad y la vuelven contraria al Plan de DIOS, que quiere individuos que trabajen por alcanzar su felicidad individual, pero que al mismo tiempo volteemos la mirada hacia nuestro prójimo, para invitarlo a luchar contra la injusticia, la opresión, y la exclusión. Eso es hacer visible el REINO de los Cielos, en esta vida transitoria.

Señor JESÚS, danos el discernimiento necesario para decir como Pedro: ““¡a quien iremos Señor, solo Tú tienes Palabra de Vida Eterna!” y con esa certeza hacerles frente a las vicisitudes de la vida y salir victoriosos. Amén.

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