En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.
Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista.
Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a la Beata Ana de los Ángeles Monteagudo, religiosa peruana, quien Nació en Arequipa el 26 de julio de 1602 y murió el 10 de enero de 1686. Vivió con entusiasmo el ideal de Domingo de Guzmán y de Catalina de Siena. Con el tiempo llega a ser Maestra de novicias y Priora (1647).
La obra de Ana de los Ángeles chocó con oposiciones tenaces. Tuvo altísima oración, esmerada perfección en las virtudes propias de la vida religiosa, serenidad y paciencia en los sufrimientos. Fue Beatificada en Arequipa por Juan Pablo II en 1985.
Liturgia del Día
La liturgia del día meditamos los textos: 1Jn 4,19-5,4; Sal 71; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Lucas capítulo 4, del verso 14 al 22. En el que JESÚS se sitúa en la sinagoga de su pueblo, Nazaret. Allí inicia su Misión Profética.
Proclama la lectura del Libro de Isaías, donde se expresa que en Él se cumple las Escrituras, y empieza el camino de la liberación de los cautivos de la vida.
Dios le había prometido, a los judíos el Mesías, Aquel que habría de desatar uno tras otro los lazos que impiden al hombre respirar la vida en la plenitud que DIOS quiere.
Vendrá el Mesías dice Isaías, y se alegrarán los ciegos, los cautivos, los pobres, los oprimidos, los sordos, en definitiva, todos los que no saben o no pueden vivir la plenitud de la vida.
Por eso es que DIOS se Encarna en la persona de JESÚS y se hace presente en la Sinagoga de Nazaret para proclamar: «Se acabó la espera, todas las promesas que había escuchado a través de los profetas se cumplen hoy. Yo Soy el Hoy de la salvación para ustedes y para toda la humanidad».
Es que JESÚS, define de una vez su MISIÓN, que es de GRACIA y no de condenación al proclamar el AMOR gratuito de DIOS a toda la humanidad.
Tal aseveración en un principio causó mucho asombro en los judíos, para después convertirse en escándalo, en primer lugar, porque ellos creían que la Promesa era solo para ellos, y que además era una liberación solo terrenal, JESÚS les aclara que la Promesa, que va dirigida a toda la humanidad, y que no es solo liberación de males terrenales y transitorios, sino que va más allá, a la liberación de las perversidades espirituales que son los que hacen más pesados los males terrenales.
Al confrontarnos con el texto, y decir que hoy se cumple para nosotros la Palabra de DIOS, significa sobre todo el cumplimiento de la Palabra Profética anunciada por JESÚS, que quiere a través de nosotros, cristianos de hoy, proclamar a toda la humanidad, UN TIEMPO DE LIBERTAD, DE JUSTICIA Y DE GRACIA. No se contempla un pasado cumplido, ni un sueño más, en un futuro extraordinario, se vive el tiempo presente como un momento privilegiado para la Venida del SEÑOR.
Por eso es que hoy, cuando hay tanta frustración por el pasado y tanta incertidumbre por el futuro, en vez de hacernos preguntas, queremos percibir en silencio el mensaje que nos trasmite el Salmista: “Si hoy escuchas mi voz, no endurezcas tu corazón” (Sal 95, 7-8). Y fortalecidos salir a cumplir con lo que nos dicta nuestra conciencia.
Señor JESÚS, ayúdanos a entender plenamente el hoy de Tu tiempo de libertad, de justicia y de gracia, y los que estemos sordos abramos plenamente nuestros oídos y ablandemos nuestro corazón ante el sufrimiento de un pueblo que anhela en silencio el respeto de su dignidad.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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