Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
Hoy celebramos el Segundo Domingo de Adviento, en el que se nos hace un fuerte llamado a la CONVERSIÓN. Retumba la voz de Juan El Bautista que nos invita a un cambio radical de vida y a una CONVERSIÓN de corazón. Ya que solo se puede vivir la esperanza si hay una auténtica CONVERSIÓN, porque la ESPERANZA sin CONVERSIÓN es una falsa ilusión, que solo produce frustración y engaño. Por eso es que la ESPERANZA debe de ser vivida activamente, para podernos CONVERTIR radicalmente.
En la liturgia del día meditamos los textos: Is 40,1-5.9-11: Sal 84; 2Pe 3,8-14; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos, capítulo 1, desde el verso 1 al 8. Que es el inicio del escrito de la narrativa de Marcos, el cual presenta una introducción que sintetiza el contenido central del Evangelio: “Comienzo del Evangelio de JESUCRISTO, Hijo de DIOS”. La expresión: “comienzo”, señala no solo el inicio de la obra literaria, sino también una Nueva Etapa en la Historia de la Salvación: “El Nuevo Testamento”. El centro del Relato es la Persona de JESÚS, quien es presentado no como el Predicador, sino como el Tema del Evangelio Predicado, por eso usa la figura literaria del “quiasmo” para decirnos que Él es el Hijo de DIOS: Mc 1,1 y Mc 15,39.
Marcos también recuerda la profecía que Anuncia el Tiempo Mesiánico y aunque la cita se la atribuye a Isaías, es bueno saber, que la primera parte Mc 2b, está tomada de Ex 23,20 y de Mal 3,1. La segunda parte, si es de Is 40,3. El camino es presentado como un éxodo de liberación, de conciencia y preparación. Y como muchos confundían a Juan el Bautista como el Mesías, Marcos quiere dejar claro el papel profético de Juan y el papel mesiánico de JESÚS. Por eso describe la forma de vestir y de alimentarse de Juan como un profeta, tal como se describe en el libro de Zacarías (Zac 13,4).
ambién establece una diferencia en la aplicación del “Bautismo”, palabra que proviene del griego y significa “sumergirse”. Por el “Bautismo” las personas pueden ser sumergidas en el agua y purificadas del pecado, y así, pueden levantarse y cambiar de vida. La diferencia está en que mientras que Juan puede Bautizar con agua: “un lavado exterior”, JESÚS en cambio Bautiza con el Espíritu que exige un cambio desde adentro, desde la conciencia, que se Revela luego en la vida personal y comunitaria.
Al confrontarnos con el texto, resuene en nuestra mente, la expresión: «Voz del que clama en el desierto: preparad el camino del Señor” (Mc 1,3). Y es que en el desierto aparece un profeta diferente, que viene a preparar el Camino del SEÑOR. Acción que se presenta como un gran desafío, para todos aquellos que nos llamamos seguidores de JESÚS, porque tenemos que preparar la Conversión que necesita nuestro modo de vivir los valores cristianos tal como no los señala el Maestro, por lo que es necesario tener una conexión con “la Voz” y con “el desierto”.
Por eso tenemos que en primer lugar vivir “nuestro desierto” para acallar todos los ruidos y miedos que nos alejan de una auténtica vida cristiana. Y reconociendo nuestros pecados y limitaciones, podremos escuchar “la Voz” y así tener esa CONVERSIÓN tan necesaria para ponernos en el lugar de Juan el Bautista, y del Mensajero que nos describe el libro de Isaías, para entender que hemos sido convocados por el SEÑOR para Anunciar el Nuevo Cielo y la Nueva Tierra donde Reine la Paz, la Justicia, la Misericordia y la Solidaridad.
Misión nada fácil en un mundo donde reina el egoísmo, la violencia, la exclusión y tantas cosas malas que nos alejan de DIOS. Pero si abrimos con humildad nuestro corazón entonces Él nos cubrirá con el Poder del Espíritu Santo, es decir, con la Fuerza de Su AMOR, que Transforma y Renueva TODO, para hacernos sus hijos y regalarnos la condición de hermanos al servicio de la humanidad.
Señor JESÚS, Ayúdanos a tener una Conversión de “mente y corazón”, para poder ser Transformado con la Fuerza de Tu Espíritu en Mensajeros de Tu AMOR, y lograr cambiar los desiertos de desesperanza en oasis de paz y de esperanza. Amén.
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