En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías.

De nuevo le envió a otro siervo; también a este le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a este le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; le envió a este, el último, diciendo: «A mi hijo le respetarán».

Pero aquellos labradores dijeron entre sí: «Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia.» Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?». Trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente, porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a San Carlos Lwanga y compañeros mártires. Carlos Lwanga nació en 1860 y murió el 3 de junio de 1886. Carlos Lwanga, Andrés Kagwa, y otros veinte jóvenes fueron beatificados el 6 de junio de 1920 por el Papa Benedicto XV.

El 18 de octubre de 1964, el Papa Pablo VI canonizó a los 22 mártires de Uganda.

En la liturgia diaria meditamos los textos de: 2Pe 1,1-7; Sal: 90; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos capítulo 12, desde el verso 1 al 12. en el que, se narra un discurso dado por JESÚS, a los dirigentes del pueblo judío, y que es una respuesta a la pregunta que ellos le había formulado en el capítulo anterior (Mc 11, 28), sobre Su autoridad.

Él no le responde directamente, pero con Su Pedagogía bien esclarecedora, les dice que Su Autoridad Proviene de Su Condición de HIJO, Enviado por Su PADRE a Israel.

Respuesta que está enmarcada en esta parábola, que es una hermosa síntesis de la historia de Salvación que DIOS ha previsto para la humanidad. Por eso es que JESÚS estructura un mensaje para sus interlocutores, con temas que ellos conocen. La Viña que DIOS Plantó y cuida con ilusión (Is 5,1-7; Sal 80,9-20).

Los dirigentes, a quienes El Dueño de la Viña se la ha entregado para administrarla, se han convertidos en malos viñadores, ya que, para apropiarse de los frutos de la Viña, no solo matan a los Enviados (los Profetas), del Dueño, sino que también matan al HIJO, rechazando así el Fundamento de la Nueva Alianza.

Se destaca el inmenso AMOR de DIOS por Su Viña, al punto de entregarles a Su Propio HIJO Amado, quien por Obediencia Filial Se Convierte en el Cimiento de Una Nueva Viña, que brota del «resto fiel de Israel».

Por eso es que JESÚS les dice: «¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?» (Mc 12,10-11).

Ellos entendieron claramente que JESÚS se refería a ellos cuando hablaba, por eso se irritaron y buscaban la manera de tomarlo preso, y maquinaban cómo matarlo.

Al confrontarnos con el texto, vemos retratados en esos administradores de la Viña que DIOS nos ha entregado: nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, hermanos de la Iglesia, para que la pongamos a producir frutos de AMOR y de Esperanza. Y que llegado el tiempo propicio tenemos que rendir cuenta de nuestras buenas o malas acciones.

Por lo que hay que estar alertas para no ser unos malos viñadores, ya que son rechazados por DIOS por no escuchar Su Palabra y por no discernir Su Plan de Salvación.

Por eso es que el Maestro nos dice hoy, que el Don del Reino requiere de administradores responsables, que sepan discernir los signos de los tiempos, es decir, descubrir las Huellas y el Rostro del MESÍAS en las realidades cotidianas y de esta manera salir fortalecidos a compartirlas con todos nuestros semejantes, para hacer realidad el Reino de los Cielos, que es VIDA, COMUNIÓN Y ALEGRÍA.

Señor JESÚS, danos la fortaleza necesaria para poder ser unos dignos servidores tuyos y dar frutos de justicia y de equidad, y de esta manera podamos hacer realidad Tu Reino de AMOR que es fuente de Alegría e impulso para el servicio a nuestros semejantes.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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