«En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas. Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos.» El maestro de la Ley le contestó: «Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todas las víctimas y sacrificios.» Jesús vio que ésta era una respuesta sabia y le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas».
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela.
La Iglesia universal celebra hoy, la fiesta entre otros santos, en honor a San Medardo, hermano gemelo de San Gildardo. Que tienen muchas coincidencias en común: nacieron el mismo día, fueron consagrados Obispos el mismo día, ambos fueron amados y respetados por sus rebaños, por el gran celo pastoral en que lo condujeron y ambos murieron el mismo día, un 8 de junio del año 545.
En la liturgia del día meditamos los textos: Tb 6,10-11ª;7,1.9-17;8.4-9; Sal 127 y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Marcos capítulo 12, del verso 28b al verso 34. En el que se relata el encuentro de JESÚS, con un maestro de la Ley, en la que este último le pregunta a JESÚS, sobre el mandamiento más importante de la Ley de DIOS. Porque tal como lo señala Lucas, los adversarios de JESÚS, le tienden diversas trampas, aunque, esta vez se presenta uno que confía en el buen juicio del Maestro, presentándole una cuestión muy debatida. Esta pregunta en boca de un experto de la Ley, pareciera risible, pero no es así, ya que los judíos tenían más de seiscientos preceptos lo que originaba confusión aun en los más doctos.
JESÚS, responde con toda Autoridad y, proclama el primer mandamiento, no solamente haciéndolo suyo, sino que va más allá de la pregunta planteada, agregando al primer mandamiento, el segundo pues ambos son semejantes ya que se mueven hacia una misma dirección: el Amor-fidelidad a DIOS, que es inseparable del Amor-fidelidad al prójimo. Ante la respuesta de JESÚS el escriba queda muy complacido, porque además de contestar su incertidumbre, le ha ampliado el horizonte de la misma. «Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas» (Mc 12,34).
Al confrontarnos con el texto, y colocarnos en el lugar del escriba, para saber cuál es el mandamiento más importante de la Ley de DIOS, ya que la mayoría de nosotros tenemos unos conocimientos muy limitados, de la Sagrada Escritura, y lo poco que aprendimos en la catequesis, con tantas ocupaciones y actividades se nos ha olvidado. Por eso es que JESÚS nos deja bien claro que por encima de cualquier religiosidad popular o devocional está Su Ley del Amor, dos preceptos unificados y aplicados en un mismo momento, hacia DIOS y hacia los semejantes. Porque, «quien dice que Ama a DIOS y no Ama a su hermano, es un mentiroso, porque si uno no Ama a su hermano al que ve, tampoco puede Amar a DIOS a quien no ve» (1Jn 4,20).
Por lo que queda claro que hay que Amar a DIOS con toda el Alma, la mente y el corazón, es decir, con todo nuestro ser. Eso significa que es un Amor que arde de pasión de pie a cabeza, pero que no es utópico o platónico, porque tenemos que hacerlo realidad con acciones tangibles hacia nuestros hermanos. Porque el cristianismo no es una espiritualidad de escape o de fuga del mundo, sino más bien una puesta en práctica del Plan Salvífico de DIOS para la humanidad, donde la dignidad y la persona de cada ser humano sea valorada por todos.
Y es que la práctica del Amor a todos los niveles y en todos los lugares, y momentos, es la cédula de identidad que debe identificar a un cristiano. Que lo hacemos realidad con la Solidaridad, el Servicio y el reclamo de la Justicia, Enseñanzas de JESÚS, que nos ayudan a superar los prejuicios, fronteras y diferencias entre nosotros, que nos vuelve a colocar en el Plan Original de DIOS, que quiere una Familia Humana, Hija de DIOS, Digna de todo Respeto y Destinataria de todos los Bienes Creados.
Señor JESÚS, Ayúdanos a entender que, el mayor acto de Amor que podemos Ofrendar es perdonar de corazón al hermano que nos ha ofendido. Ya que, si Te Amamos, tenemos que Amar al hermano, por lo que tenemos que renunciar al egoísmo, la vanidad y la soberbia. Amén.
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