En aquel tiempo se le acercó a Jesús un leproso, que se arrodilló ante Él y le suplicó: «Si tú quieres, puedes limpiarme.» Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: «Quiero, queda limpio».

Al instante se le quitó la lepra y quedó sano. Entonces Jesús lo despidió, pero le ordenó enérgicamente: «No cuentes esto a nadie, pero vete y preséntate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que ordena la Ley de Moisés, pues tú tienes que hacer tu declaración».

Pero el hombre, en cuanto se fue, empezó a hablar y a divulgar lo ocurrido, de tal manera que Jesús ya no podía entrar públicamente en el pueblo; tenía que andar por las afueras, en lugares solitarios. Pero la gente venía a él de todas partes.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Higinio, Papa, de origen Ateniense, quien murió mártir en el año 140. A este Papa, que gobernó a la Iglesia entre los años 136 y 140 d.C. se le debe la muy importante y hermosa tradición de tener Padrinos en el Bautismo y por consecuencia en la Confirmación y en el Matrimonio.

Esta norma de San Higinio se ha cumplido de manera ininterrumpida hasta nuestros días y ha servido para que muchos huérfanos pudieran tener unos segundos padres muy dignos.

En la liturgia del día meditamos los textos: 1Sam 4,1-11; Sal 43; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Marcos capítulo 1, del verso 40 al 45. En el que se relata la sanación de un leproso.

Acontecimiento en el que el autor destaca el lado profundamente humano de JESÚS, ya que se «conmueve hasta las entrañas».

También se destaca que, JESÚS como buen Maestro, comprende el significado de la proximidad de un leproso y asume el riesgo de entrar en contacto con él, porque quiere que esa persona encuentre su lugar en la compleja y excluyente sociedad de su época, pero al mismo tiempo busca la mayor discreción en ese gesto que transgrede las leyes civiles y religiosas de su pueblo.

Acción de DIOS

El texto nos ayuda a entender la Acción de DIOS, que se acerca a la humanidad con los gestos sanadores de JESÚS y la respuesta de los beneficiarios de su Acción, que, no tienen miramientos a la hora de pregonar su bondad.

Por eso es que la alegría de este hombre sanado y salvado, desborda toda previsión y no solamente es que no se mantiene quieto, sino que quiere que todo el mundo se entere, por lo que a partir de allí JESÚS debe permanecer en las periferias el resto de la jornada misionera.

Al confrontarnos con el texto, y ver como son descritos tanto los sentimientos de profunda Compasión que demuestra JESÚS por ese hombre atormentado por la terrible enfermedad de la lepra, como la alegría de aquel que es limpiado de ese mal, con el que venía sufriendo.

Sentimientos que nos permiten también a nosotros, sentir una inmensa satisfacción por saber que DIOS se hace uno de nosotros para sentir en carne propia nuestros problemas y ayúdanos a superarlos.

Por lo que puede decirse que en la medida en que nos hagamos Mensajeros de la Buena Noticia de JESÚS, habremos de saber que, el Anuncio del Evangelio se vive en medio de intensas y sobrecogedoras emociones.

Testimonio de las bendiciones

De tal manera que, como creyentes podemos dar testimonio de todas las bendiciones que recibimos a diario, a pesar de que muchas de ellas las logramos comprender a posteriori.

Porque sin lugar a dudas que DIOS no tienen paragón con su generosidad hacia nosotros. Y es su generosidad hacia la humanidad, la que nos debe motivar para seguir pregonando a propios y extraños, que a pesar de las calamidades, DIOS está con nosotros.

Señor JESÚS, Danos Tu Compasión y Tu Bondad, para ir al encuentro de nuestros semejantes y juntos poder buscar las alternativas de solución a estas “lepras sociales” que amenazan la existencia de nuestra sociedad.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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