En aquel tiempo entró Jesús en la sinagoga y se encontró con un hombre que tenía la mano paralizada. Pero algunos estaban observando para ver si lo sanaba Jesús en día sábado.

Con esto tendrían motivo para acusarlo. Jesús dijo al hombre que tenía la mano paralizada: Ponte de pie y colócate aquí en medio. Después les preguntó: ¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar?» Pero ellos se quedaron callados.

Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: Extiende la mano.

El paralítico la extendió y su mano quedó sana. En cuanto a los fariseos, apenas salieron, fueron a juntarse con los partidarios de Herodes, buscando con ellos la forma de eliminar a Jesús.

Reflexión del Evangelio

La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Antonio Abad. A este Santo le correspondió vivir entre los años 251 al 356 d.C. por lo que vivió 105 años en la parte céntrica de Egipto. De extraordinaria fama por sus milagros y consejos. Es el padre de los Cenobitas y del Monacato Oriental.

En la liturgia del día meditamos los textos: 1Sam 17,32-33.37-40-51; Sal 143; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Marcos, capítulo 3, del verso 1 al verso 6. En el que se narra la curación de la mano de un paralítico que hizo JESÚS, en una sinagoga, durante el desarrollo de un día sábado.

Poniendo en práctica la afirmación del Evangelio de ayer: «el sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado».

JESÚS, ante la mirada inquisitiva de los fariseos, pregunta: «¿Qué está permitido hacer en sábado el bien o el mal?, ¿salvar la vida de un hombre o dejarlo morir?».

Ellos callaron, esta actitud hipócrita de los fariseos provoca en JESÚS ira y dolor. Y ante el silencio de sus inquisidores, JESÚS le dice al paralítico «extiende la mano. La extendió y la mano quedó restablecida».

Recordemos que la Sinagoga es el centro de oración y de la instrucción Rabínica, al pueblo, por eso es que el hombre de la mano paralizada simboliza la «parálisis» de la sinagoga que ata a las personas y no les permite ser libres.

Mientras que la Palabra de JESÚS, sana y libera. Allí donde todo parece perdido y sin posibilidad de curación el Señor da vida y esperanza.

Actitudes con los fariseos

Al confrontarnos con el texto y comparar nuestras actitudes con la de los fariseos, pareciera que la inmensa mayoría hacemos lo mismo, cuando solo miramos en una sola dirección y evitamos ver más allá de nuestros intereses; cuando pensamos que solo existo yo y mis problemas; cuando pongo a los demás a mi servicio; cuando soy incapaz de tender una mano al que me necesita.

Es allí donde se comprueba las parálisis que hay en nuestra vida personal y comunitaria: enfermedades, miedos, debilidades, dificultades superiores a nuestras fuerzas, en las que se incluyen nuestros bloqueos mentales y espirituales que nos incapacita para actuar, avanzar y superarnos.

Por eso es que JESÚS sigue hoy mirándonos y haciéndonos extender la mano paralizada para sanarla y usarla para trabajar, y para hacer el bien.

En cuanto al sábado o día de reposo, que es en su origen un rotundo gesto de libertad y de gracia.

También nosotros podemos convertir oportunidades de gracia y de encuentros familiares y eclesiales en cargas molestas e inaguantables para todos los que nos rodean.

Ya que, frente a tanta angustia que nos amenazan, podemos convertirnos en indiferentes que solo piensan en su propia sobrevivencia y no en la necesidad del otro, sin reparar que mañana podemos ser nosotros los que necesitemos de esa ayuda.

Obstáculos y dudas ante lo que pueda suceder

En medio de todo este cúmulo de obstáculos, y de dudas frente a lo que pueda suceder, oímos la voz dulce y fuerte de JESÚS que nos dice «levántate y ponte en pie», es decir, cree en ti mismo, confía que puedes vencer, lucha, ten ánimo que puedes superar esos problemas y sobre todo no dudes de estas palabras: «la fe mueve montañas»; «para el que cree, todo es posible» y «pidan y recibirán, llama y se les abrirá».

Esta es la manera como tenemos que asumir y celebrar nuestra Fe, dejando todas nuestras preocupaciones en Manos de JESÚS, y poniéndonos a Su disposición para ser útiles en todos los espacios donde nos desarrollemos.

Señor JESÚS, Gracias por darnos Tu Mensaje de Bondad y Solidaridad, que nos invita a salir de la postración e ir al encuentro de la libertad y de nuestra dignidad ciudadana, y de esta manera hacerles frente a tantos casos de violencia, y maldad, que nos aterran y paralizan.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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