En aquel tiempo, Jesús decía al gentío: «El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».

Dijo también: «¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».

Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

Reflexión del Evangelio

En este Décimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra, la fiesta, entre otros santos en honor a San Aureliano de Arlés. Nació en el año 523, y murió en Lyon, Francia el 16 de junio de 551.

Fue arzobispo de Arlés desde el 23 de agosto de 546 hasta su muerte en Lyon el 16 de junio de 551. Está enterrado en la Iglesia de San Niceto en Lyon.

La liturgia medita los textos: Ez 17,22-24: Sal 5; 2Cor 5,6-10; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 4, del verso 26 al verso 34. En el que se narra una enseñanza de JESÚS, sobre cómo DIOS actúa, para hacernos vivir el Acontecimiento Redentor, que es el Reino de los Cielos, que se hace presente en medio de la humanidad.

Reino de Dios

Así nos los dice el Maestro, que, el Reino de DIOS, es algo pequeño, que quiere crecer para dar cobijo y vida. Algo discreto que quiere hacerse presente. Sin imponer Su Voluntad, sino Proponiendo Su Propuesta de Amor.

Y así como la cosecha va más allá del esfuerzo de los campesinos, el Reino de DIOS no coincide con los esfuerzos humanos, sino que es un Don de DIOS. Y DIOS es como un campesino paciente que respeta las leyes de crecimiento de la semilla y que sabe esperar el tiempo que sea necesario para verla germinar, crecer y dar frutos.

Esa es la explicación bien sencilla que nos da JESÚS, para hacernos entender cómo se hace realidad el Reino de DIOS, en medio de nosotros. Es el milagro de la Vida de DIOS en el mundo, una Vida que quiere hacerse presente en cada rincón y en cada corazón, y que será plena al final de la historia. Una fuerza silenciosa que de día y de noche quiere hacer del mundo la casa de DIOS.

Un Espíritu que Alienta en tantas personas palabras y obras que construyen, edifican, ensanchan la vida, para hacernos más humanos y podamos ser felices en cada uno de nuestros espacios.

Enseñanzas de Jesús

Al confrontarnos con el texto, vemos cómo esta enseñanza de JESÚS, de hacernos entender la intervención de DIOS en el mundo, contrasta con dos mentalidades: la de quienes creen que la intervención de DIOS en la historia depende exclusivamente de la iniciativa humana, es decir, de nuestros méritos, y la de quienes creen que DIOS actúa sin la intervención del ser humano, en un providencialismo excesivo.

Fijémonos que el evangelista tiene cuidado al indicar que el campesino es quien siembra la semilla y está pendiente de ella día y noche, aunque no sepa cómo crece.

Así es el Reino de DIOS, a nosotros nos corresponde contribuir con la siembra, y cada día estar pendiente de su crecimiento, pero es a DIOS a quien le compete hacerlo crecer por todas partes.

Vida terrena

Esa Presencia del Reino es lo que hace más llevadero las condiciones de esta vida terrena, y que muchas veces nosotros mismo no entendemos, pero si lo certificamos, de que todos los que nos anonadamos en las manos de DIOS, a pesar de estar pasando por la misma situación crítica de los demás, siempre tenemos «un bocado» para alimentarnos y siempre nos llega una solución a nuestros problemas y a los de los vecinos o amigos, los cuales asumimos como nuestros, y eso es «saborear» el gozo de lo que viviremos en el Banquete de la Vida Eterna.

De allí que el Reino de Dios, sea un Don y una Tarea. Por lo cual podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿Somos conscientes de nuestras responsabilidades, para asumir las tareas en la propagación del Reino de DIOS? ¿Confiamos en la acción salvífica de DIOS en nuestras vidas, o andamos desesperados ante cualquier amenaza o inconveniente?

Señor JESÚS, concédenos una mirada limpia para descubrirte en las cosas pequeñas y ordinarias de la vida y danos la fuerza para esperar sin retardar, ni violentar el crecimiento de las Bendiciones que Tú tienes para nosotros.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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