Al atardecer de aquel mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla del lago.» Despidieron a la gente y lo llevaron en la barca en que estaba. También lo acompañaban otras barcas. De pronto se levantó un gran temporal y las olas se estrellaban contra la barca, que se iba llenando de agua. Mientras tanto Jesús dormía en la popa sobre un cojín.

Lo despertaron diciendo: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?» El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: «Cállate, cálmate.» El viento se apaciguó y siguió una gran calma.

Después les dijo: «¿Por qué son tan miedosos? ¿Todavía no tienen fe?» Pero ellos estaban muy asustados por lo ocurrido y se preguntaban unos a otros: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?

Reflexión del Evangelio

En este Décimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia Universal celebra, la fiesta, entre otros santos en honor a San Josemaría Cafasso.

Nació en Castelnuovo de Asti, Italia el 15 de enero de 1811, y murió en Turín, Italia el 23 de junio de 1860. Presbítero piamontés. Destacó como confesor de San Juan Bosco y otros sacerdotes salesianos y diocesanos.

La liturgia medita los textos: Jb 38,1.8-11: Sal 106; 2Cor 5,14-17; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Marcos capítulo 4, del verso 35 al verso 41.

En el que se relata el sometimiento de la tempestad por parte de JESÚS, y el posterior asombro de sus discípulos, que en cuanto descubren en JESÚS ese poder divino, son presa de un gran susto, y es que ese temor de descubrir a DIOS tan cerca de ellos, se hacía más fuerte que el temor que habían tenido frente a la tempestad, algunos minutos antes.

Temblaban de miedo como Moisés ante la zarza ardiendo (Ex 3,1), como Isaías cuando tiene la visión en el templo (Is 6,5), y como todos aquellos a quienes DIOS se manifiesta de un modo particular; porque más que un amigo o un Maestro, JESÚS se les manifiesta en la Verdad de Su Ser.

Por eso es que este texto quiere resaltarnos la Fe que JESÚS propone, la cual va más allá del miedo del desánimo y la desconfianza.

Es importante resaltar que la única vez que JESÚS aparece en los textos Bíblicos durmiendo es aquí. Por lo que este acto, donde JESÚS aparece dormido en la barca simboliza, que, por causa de la muerte violenta, Él se encuentra sumergido en la realidad de Su Pasión y Muerte, pero tal como nos lo muestra el relato no todo está perdido, DIOS tiene algo más que decirnos, por eso se pasa de la tempestad a la calma, es el paso de la Muerte a la Resurrección.

Amenazados por las fuerzas del mal

Al confrontarnos con el texto y vernos amenazados por tantas fuerzas del mal que nos atacan: las inseguridades, la falta de alimento, de medicina, unos sueldos y pensiones paupérrimas, un pueblo sin orientación y con escasas alternativas de solución ante tantos males.

Esas son las tempestades de este tiempo, que se levantan contra nosotros, y que hacen brotar los miedos que nos paralizan, y que, muchas veces, nos hacen dudar y preguntarnos si DIOS está dormido o nos ha abandonado.

Pero JESÚS está allí; no se asombra tanto del miedo de los discípulos, de ayer y de hoy, ante la tempestad, sino de nuestra falta de Fe; y es que únicamente la confianza en la Victoria de JESÚS, Hijo de DIOS, sobre las fuerzas del mal, puede permitirles superar ese miedo.

Porque DIOS siempre está allí no para liberarnos de nuestras responsabilidades, pero si para que sintamos Su Presencia Amorosa y Paternal, aunque muchas veces pareciera que perecemos, por nuestra pretensión de querer hacer las cosas a nuestra manera.

Por eso es que no debemos olvidar que la gran mayoría de las veces la Voluntad de DIOS discrepa hondamente de nuestra propia voluntad, y que la solución a nuestros problemas, no puede caer del Cielo, sino que debe de brotar del corazón de cada uno de nosotros, incluido por supuesto, a quienes nos dirigen, dejando a un lado los intereses personales, para concentrarnos en el bien colectivo.

Es en ese momento, cuando haya un entrelazamiento entre el corazón del hombre y la Voluntad de DIOS, cuando nos va a sobrevenir la calma a esta tempestad que pareciera no tener fin.

Aunque muchas son las tribulaciones y las impotencias que nos generan la circunstancia política, social, económica, en la que nos desenvolvemos, donde las fuerzas del mal nos tienen paralizados, y las soluciones no aparecen, bien nos vendrían preguntarnos: ¿Por qué dudamos? ¿Por qué se tambalea nuestra Fe? ¿Por qué no le creemos a DIOS?

Escuchamos lo que dice la carta a los Hebreos 10,28-39: «Mi justo vivirá por la fe; más si es cobarde, mi alma no se complacerá en él. Pero nosotros no somos, cobardes para perdición, sino creyentes para la salvación del alma».

Señor JESÚS, ayúdanos a comprender lo que significa tener Fe, y así podamos comenzar a vivir una experiencia de mayor madurez espiritual, que nos permita resistir esta y todas las tempestades desatadas por las fuerzas del mal y al final se imponga la calma y la paz que emana de Tu Presencia Salvadora.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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