“Después que se saciaron los cinco mil hombres, Jesús en seguida apremió a los discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran hacia la orilla de Betsaida, mientras él despedía a la gente. Y después de despedirse de ellos, se retiró al monte a orar.
Llegada la noche, la barca estaba en mitad del lago, y Jesús, solo, en tierra. Viendo el trabajo con que remaban, porque tenían viento contrario, a eso de la madrugada, va hacia ellos andando sobre el lago, e hizo ademán de pasar de largo.
Ellos, viéndolo andar sobre el lago, pensaron que era un fantasma y dieron un grito, porque al verlo se habían sobresaltado. Pero él les dirige en seguida la palabra y les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo.» Entró en la barca con ellos, y amainó el viento.
Ellos estaban en el colmo del estupor, pues no habían comprendido lo de los panes, porque eran torpes para entender.
Reflexión del Evangelio
La Iglesia universal celebra hoy la fiesta, entre otros santos, en honor a San Julián, quien nació en la ciudad de Antioquía, en Siria.
El martirio de este santo trajo consigo una conversión, ya que los verdugos le cortan la cabeza al santo, pero en ese momento el joven Celso, hijo del perseguidor Marciano, al ver con qué gran valentía y alegría ha ido a la muerte este amigo de Cristo, se declara él también seguidor de JESÚS y se hace cristiano.
Esta conversión fue considerada como un verdadero milagro espiritual obtenido por el martirio de Julián.
Liturgia del Día
La liturgia del día meditamos los textos: 1Jn 4,11-18; Sal 71; y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según San Marcos capítulo 6, del verso 45 al 52. En el que se describe brevemente el cierre de un día en la vida de JESÚS, que después de un intenso trabajo, se retira en Solitario a dar Gracias al PADRE.
Y luego se narra el caminar de JESÚS, sobre las aguas y el profundo miedo que sintieron sus discípulos ante esos sucesos tan inexplicable, que los hace ver como hombres de poca fe.
Es importante destacar que la mayoría de ese selecto grupo de discípulos eran judíos muy practicantes y que muchas veces habrían proclamado, en las sinagogas y en el Templo los signos y Salmos que describen el poder y la majestad de DIOS sobre las aguas.
Seguramente muchas veces sus gargantas alborozadas habrían entonado: «La voz de Yahveh sobre las aguas, la voz de Yahveh, con fuerza y majestad» (Sal 29,3-4).
Sin embargo, a la hora que su barca está a merced de la furia del mar, esos cantos y aclamaciones le suena bien lejos, como si nunca los hubiera entonado.
Es tal la desesperación, que cuando JESÚS se acerca hacia ellos «con dominio y poder sobre las aguas», les da por creer que es un fantasma y en medio de este desconcierto JESÚS, ordena a la tempestad, que se calme y a los discípulos les dice: «no tengan miedo».
Colmo del estupor
El texto nos dice que los Apóstoles estaban en el colmo del estupor. No era para menos. Por un instante, como una ráfaga de luz, fueron conscientes de que estaban en la Presencia de DIOS, aquel cuya Voz se impone sobre el mar y el mal.
Sobre este tema, es muy pertinente tener en cuenta que la Sagrada Escritura presenta la Creación del mundo como una victoria de DIOS, sobre el mal y sobre los monstruos del mal, y que el cruce del mar rojo es un hecho decisivo en la historia de Salvación de la humanidad.
Por eso es que las primeras comunidades cristianas vieron en el relato de la tempestad calmada, la manifestación de DIOS, en la persona de JESÚS, que lleva la Obra de la Creación a su perfeccionamiento.
El otro elemento significativo a tener en cuenta en este relato Evangélico, es el de la Barca, que desde siempre se ha vinculado con la Iglesia y su misión en el mundo.
Es que la misión se llevará a cabo no solo con el esfuerzo humano de toda su feligresía, sino también con la Presencia y la actuación de JESÚS, que protege a la Barca de todas las turbulencias que la acechan y le permite navegar hacia un Puerto seguro.
Lugar de los discípulos
Al confrontarnos con el texto, y ponernos en el lugar de los discípulos, podemos darnos cuenta de que allí se dibuja perfectamente nuestros miedos y nuestras dudas sobre cada uno de los momentos que nos corresponde vivir en nuestras vidas cotidianas.
Ya que todos los días oramos y le pedimos a DIOS, por todo y por todos, pero a la primera adversidad que nos sobreviene, nos acobardamos y nos dejamos derrotar por las fuerzas del mal, que, siendo minoría, se impone ante la mayoría que no confía en la fuerza Sanadora y Salvadora del DIOS Vivo hecho carne.
Por eso es que hoy es el día para imponernos sobre nuestros miedos y sobre nuestras dudas y proclamar el lema de nuestros hermanos cursillistas: «Cristo y yo mayoría aplastante».
De esta manera hacerle frente a las calamidades y fuerzas del mal terrenales y espirituales. Porque tal como lo expresa el Apóstol Pablo: «Si DIOS está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?» (Rom 8,31).
Señor JESÚS, en esta hora aciaga que vive nuestra amada Venezuela, Tú nos dices: «ánimo no tengan miedo» y nosotros te pedimos que Alces Tu Voz para calmar la furia del mal que se ha cernido sobre nosotros.
Amén.
Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
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