Evangelio del Día. Mateo 11,11-15

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«En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: Yo se lo digo: de entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él.  Desde los días de Juan Bautista hasta ahora el Reino de Dios es cosa que se conquista, y los más decididos son los que se adueñan de él. Hasta Juan, todos los profetas y la Ley misma se quedaron en la profecía. Pero, si ustedes aceptan su mensaje, Juan es este, Elías que había de venir. El que tenga oídos para oír, que lo escuche».

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a San Juan Diego, de la estirpe indígena nativa, varón provisto de una Fe purísima, de humildad y de fervor, que logró que se construyera un santuario en honor de la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe en la colina de Tepeyac, en la ciudad de México, lugar donde se le había aparecido la Madre de Dios. En 1474, cuando nació recibió el nombre de «Cuauhtlatoatzin», que quiere decir «el que habla como águila» o «águila que habla». Ya adulto y padre de familia, atraído por la doctrina de los Padres Franciscanos llegados a México en 1524, recibió el bautismo junto con su esposa María Lucía. Murió en 1548, y fue canonizado el 31 de julio de 2002 por el Papa Juan Pablo II.

 Y la liturgia del día nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo, capítulo 11, del verso 11 al verso 15. En el que se relata el discurso de JESÚS, haciéndoles un gran reconocimiento a su precursor Juan el Bautista, y del que se destaca lo extraordinario de su misión: «No se ha manifestado uno más grande que Juan». Esto de manifestarse apuntaba necesariamente a un hombre importante, rey o a un profeta, que era bien entendido por los contemporáneos de JESÚS, que esperaban ansiosamente la venida del Mesías, y que para los más aventajados en el conocimiento de la Ley, sabían que antes de la venida del Mesías tendrían la manifestación de Elías, por eso JESÚS les aclara eso, es decir les dice que ya el tiempo se ha cumplido, que el Elías que tenía que venir era Juan y que el Mesías que ellos estaban esperando es ÉL.

 «El Reino de DIOS es cosa que se conquista, y los más decididos son los que se adueñan de él» estas palabras podrían también ser traducidas así: «el Reino de DIOS se abre caminos por la fuerza» (Rom 1,16). El Reino de DIOS es la fuerza que lleva adelante la historia, aprovechando los cambios lentos o violentos de la condición humana. Los creyentes son llamados a tomar parte en esa constante transformación.

 El texto se cierra con una expresión, que es reiterativa en los discursos de JESÚS: «El que tenga oídos para oír, que oiga», y que también se conecta con su enseñanza del Antiguo Testamento ya está presente en el mensaje de varios de los Profetas de los que destacamos a Jeremías 5,21«Oígan ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen» y a Isaías 6,9: «Escuchan, pero no entienden; miran bien, pero no comprenden». Porque como dice el dicho popular no hay peor ciego que él no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar.

Por eso es que en este tiempo de Adviento nos viene bien escuchar esta invitación de JESÚS, para la escucha de la Palabra y saber que cada uno de nosotros hemos sido dotados de unas cualidades y de unos dones para ponerlos al servicio de los otros, sin estar pendientes de los reconocimientos o del «cuanto hay pa´eso», porque tal como nos los dice JESÚS, ese desprendimiento para asumir la Misión es que nos hará tan igual o mayor que Juan ante los ojos de DIOS.

 Claro está que no es fácil ser profeta al servicio del «Reino de los Cielos», sobre manera en una realidad como la que vivimos actualmente, pero ante tantos problemas y símbolos de la muerte que atentan con nuestras intenciones de ser servidores de Reino, debemos apostarle a la Vida, aunque en ello se nos vaya la vida misma, en la seguridad de que con eso ganamos algo mucho mejor que esta circunstancia terrena.

 Señor JESÚS ayúdanos a agudizar nuestros sentidos para que no seamos sordos a Tu Voz, para entender nuestra Misión, ni ciegos para no ver la realidad de cada día, que exige a cada uno de Tus seguidores un bautismo de arrepentimiento y CONVERSIÓN al estilo de Juan el Bautista. Amén.

Luis Perdomo

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