“En aquel tiempo, Juan, que estaba en la cárcel, oyó hablar de las obras de Cristo, por lo que envió a sus discípulos a preguntarle: «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?» Jesús les contestó: «Vayan y cuéntenle a Juan lo que ustedes están oyendo y viendo:  los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres. ¡Y dichoso aquél para quien yo no sea motivo de escándalo!» Una vez que se fueron los mensajeros, Jesús comenzó a hablar de Juan a la gente: «Cuando ustedes fueron al desierto, ¿qué iban a ver? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué iban ustedes a ver? ¿Un hombre con ropas finas? Los que visten ropas finas viven en palacios. Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿A un profeta? Eso sí y, créanme, más que un profeta. Este es el hombre de quien la escritura dice: Yo voy a enviar mi mensajero delante de ti, para que te preceda abriéndote el camino. Yo se lo digo: de entre los hijos de mujer no se ha manifestado uno más grande que Juan Bautista, y sin embargo el más pequeño en el Reino de los Cielos es más que él”. 

Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana. Venezuela

Hoy celebramos el Tercer Domingo de Adviento es el domingo de Gaudete, Su nombre se toma de la antífona de entrada de la Misa, que es: “Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense! Que la gentileza de ustedes sea conocida por todos los hombres. El Señor está cerca”. Esta es una cita de Filipenses 4,4-5, y en latín, la primera palabra de la antífona es Gaudete, que significa “regocíjate”. Por lo que estamos invitados a vivir la alegría, ya que, la proximidad del Nacimiento del Señor es causa de gozo y alegría en el corazón del creyente. Pero no es una alegría vana, superficial y pasajera, sino que es una alegría fruto de una profunda experiencia de un DIOS, que cumple Sus Promesas y se “Aproxima” al ser humano para levantarlo y devolverle la dignidad de ser Hijo de DIOS.

Y la liturgia diaria nos presenta el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 11, versos del 2 al 11, en el que se destaca la pregunta de Juan Bautista, por la identidad de JESÚS, que de alguna manera determina el fin de la espera y la continuidad escatológica en ella. La respuesta de JESÚS apunta a los resultados y a las obras que Él mismo realiza como parte de Su Misión.

Y es que la garantía de la Inminente llegada del Reino es que: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una Buena Nueva llega a los pobres”. Ya que, las obras y los hechos realizados por el bien de los otros, son los que clarifican la respuesta que JESÚS, da a los mensajeros de Juan, y que él como El más grande de los Profeta al saberlo, entendería que el Reino de DIOS había llegado.

Al confrontarnos con el texto, vemos que la enseñanza de hoy tiene que ver con la fortaleza de nuestra Fe, ya que muchas veces somos estremecidos por situaciones que nos ponen a dudar y nuestra Fe pasa por túneles sombríos a través de los cuales la Luz no es más que un vago recuerdo, tanto que nos parece algo irreal, es lo que los místicos, han denominado “las noches oscuras” o “las horas bajas de la fe”.

Esto es lo que le pasó a Juan Bautista en la cárcel. No está lejano el día en que ante una multitud que lo escuchaba, proclamó: “Ahí tienen el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Ahora sin embargo arrojado a las tinieblas y en la soledad de la cárcel, como que ya no está seguro. Se resiste a saber que, siendo JESÚS el Hijo de DIOS, no haga nada por él. Por eso manda una embajada para salir de dudas.

Y es que Juan Bautista en esta circunstancia específica representa al hombre que obedece a DIOS, pero que no está exceptuado de vivir las adversidades del mundo. Es el hombre al que DIOS permite sus crisis brutales de Fe, no para herirlo, ni para humillarlo, sino para preservarlo del fanatismo y de la autosuficiencia. Juan Bautista es pues, espejo de la Fe adulta, la que se crece en las crisis y en las adversidades, es la Fe fundamentada en el Espíritu y en la Verdad, tal como la ha llamado Nuestro Señor JESUCRISTO.

Por eso es que en este Tercer Domingo de Aviento estamos invitados a revisar nuestro caminar en este tiempo de preparación y ver que hemos hecho, para demostrar nuestra adhesión al Reino de DIOS y a Su Mesías. Por lo que es pertinente preguntarnos: ¿en nuestro entorno familiar, laboral, eclesial y social, donde estamos preparando la llegada de JESÚS, se nota que “los ciegos ven”, “los cojos andan”, es decir a los que andan tristes y sin esperanzas los animamos y le damos un nuevo sentido a sus vidas?

Señor JESÚS, te rogamos encarecidamente que nos des la fortaleza necesaria para preparar nuestros corazones para las pruebas y las crisis, porque son ellas las que nos garantizan la calidad de nuestra fidelidad a Ti.

Amén

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