En aquel tiempo, Jesús dijo: Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia universal celebra hoy la Fiesta, entre otros santos, en honor a Santa María de la Rosa, religiosa, enfermera y fundadora de la Comunidad de las Siervas de la Caridad, aprobada oficialmente por el papa Pío IX. Nació en Brescia, Italia en 1813 y murió en Brescia, el 15 de diciembre de 1855.
En la liturgia del día meditamos los textos: Is 40,25-30; Sal 102 y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo, capítulo 11, del verso 28 al verso 30.
En el que se nos presenta una perícopa muy corta, de apenas tres versículos, pero muy profunda en el mensaje teológico y práctico, ya que se relata una de las más hermosas y reconfortantes Palabras de JESÚS, que conectan el sufrimiento humano con el AMOR excelso de su Creador, que en toda hora quiere liberarlos de todos los males que amenacen su existencia.
Teológicamente, podemos pasearnos por lo que significa la Palabra yugo para el pueblo de Israel, que desde la narrativa de sus libros sagrados la ha asociado con el símbolo de la esclavitud. Así encontramos que yugo es símbolo de opresión política (Gen 27,40), del dominio por parte de extranjeros (Dt 28,48; Is 9,4) y de esclavitud (Ez 34,27).
Pero al mismo tiempo la imagen del yugo en la tradición bíblica sirve para manifestar la unión positiva entre Israel y DIOS. El pueblo de Israel era exhortado a «vivir bajo el yugo de DIOS» (Jr. 2,20) y el «yugo de la sabiduría» (Eclo 51,26).
Desde la práctica, JESÚS juega con las palabras yugo y carga, pues los judíos solían llamar carga a la enseñanza Divina que se transmite a los alumnos, y yugo al balanceo de las sentencias del Maestro, que tenían que memorizar las enseñanzas y demostrar con sus disertaciones el progreso de su aprendizaje.
Y de la expresión: «Vengan a mí», tenemos que decir que, DIOS siempre ha hecho lo necesario para que, en todo tiempo y lugar, los hombres dispongamos de mil caminos para ir hacia Él, pero solo con JESÚS tenemos la Revelación del Padre en la presente vida.
«Aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón»: la paciencia y la humildad de JESÚS, nos revela su doble condición de ser verdadero DIOS y verdadero hombre, porque nunca busca rebajarnos o intimidarnos, sino que, por el contrario, quiere elevarnos hacia Él.
Al confrontar el texto con esta situación tan agobiante en la que nos encontramos la mayoría de los venezolanos de sentirnos impotentes ante la inseguridad, y la inflación galopante que devora sin piedad los míseros salarios y los pocos bienes que disponemos, descubrimos que JESÚS, el Maestro paciente y humilde, nos hace descubrir en todos esos problemas la Misericordia de DIOS, ya que nos la muestra presente en las mismas exigencias de su Ley del AMOR, que nos hace voltear la mirada hacia los que tienen menos que nosotros, para compartir lo poco que tenemos y nos ayuda a valorar bastante lo que tenemos o recibimos cada día.
También nos da la confianza suficiente para saber que no estamos solos, Su invitación perenne de ir hacia Él, es una garantía para entender que la injusticia, la inflación, la indiferencia, y el cinismo, no tienen la última palabra, y que aun cuando pareciera que todo está perdido, no es así porque este no es el cuadro o la situación que DIOS quiere para nosotros. Por eso es que hay que seguir perseverando en cambiar nuestras actitudes de conformismos, y ayudar a nuestros semejantes no solo con bienes materiales, sino llevándole el Pan de la Palabra de DIOS para que juntos: DIOS y hombre, encontremos la forma de liberarnos de este yugo de postración que amenaza nuestra existencia.
Señor JESÚS, ayúdanos a tener un poco de Tu Humildad y Mansedumbre, para entender mejor los problemas que se nos presentan y con la confianza plena puesta en Ti, rompamos paulatinamente los múltiples yugos que oprimen nuestras vidas personales y comunitarias. Amén.
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