“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “escuchen ahora la parábola del sembrador: Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino. La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría. En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo. La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto. La semilla que cayó en tierra buena, es aquel que oye la Palabra y la comprende. Este ciertamente dará fruto y producirá cien, sesenta o treinta veces más.»
Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos, en honor a Santa Brígida Birgersdotter, conocida como Santa Brígida de Suecia, nació en Skederid, actual municipio de Norrtälje, Uppland, Suecia, en 1303 y murió en Roma, el 23 de julio de 1373, fue una religiosa católica, mística, escritora y teóloga. Declarada santa por la Iglesia Católica en 1391; es considerada además la santa patrona de Suecia. Fue la fundadora de la Orden del Santísimo Salvador, vigente en la actualidad.
Y la liturgia diaria, nos presenta al Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO según San Mateo, capítulo 13, verso 18 al verso 23. En el que se narra la explicación en privado de la parábola del sembrador, que JESÚS da a sus discípulos. La explicación es una relectura ética de la misma que quiere hacer énfasis en lo decisivo que es el tipo de terreno, es decir cada persona, donde es depositada la Palabra de Dios.
Por eso se nos dice que a los que están a lo largo del camino no les interesa la Palabra que les llegó, quizás sea porque no ven más allá de sus intereses, son personas egoístas o de poca visión, seguramente porque ya han orientado su vida por otro camino. En seguida encontramos a los que no saben enfrentar la contradicción y se desaniman o se acobardan: inmediatamente se vienen abajo. Luego vienen los que se sembraron entre espinos. Estos creen, pero no se sienten satisfechos con los frutos que se rebuscan en el camino difícil. Quieren «salvar su vida», y sirven a la vez a DIOS y al Dinero. La búsqueda del éxito material los tiene amarrados y, en ellos, la esperanza del Reino no es más que un deseo impotente.
Y es que JESÚS en Su Pedagogía, nos dice que la Palabra de DIOS cuando es escuchada a medias, se pierde por falta de compresión, por lo cerrado del corazón, por inconstancia en confrontarse con la Palabra, por vivir superficialmente la existencia diaria, por esclavitudes que oscurecen la mente y el corazón. Pero, el Maestro también nos da una Buena Noticia que, es la de saber que la Palabra de DIOS da fruto, cuando se escucha con el oído y se comprende con el corazón, y desde allí se nutre todo nuestro cuerpo físico y espiritual, para irradiar toda nuestra existencia, llevando un testimonio de vida que invite a otros a hacer lo mismo que nosotros hacemos.
Por lo que hay que tener en cuenta que esta explicación propuesta por el Maestro, es alegórica, ya que a cada parte de la parábola se le da un significado particular. Y esto no es cuestión de inteligencia o de capacidad para reflexionar o de interés por las cosas religiosas. Porque, los que reciben la Palabra de DIOS, pueden ser religiosos o no, solo es necesario estar abiertos a la esperanza que nos Trae CRISTO JESÚS y estar convencido que Su Palabra generará cambio en su vida personal y comunitaria.
Al confrontarnos con el texto vemos como todos los días el Señor nos regala Su Palabra para esclarecer los momentos oscuros de nuestras vidas personales y comunitarias, hoy por supuesto que no es la excepción, porque todos aquellos que le abrimos nuestro corazón y mente a la Palabra, podremos ser un terreno bueno para mantenernos firmes a pesar de todos los obstáculos y problemas que se nos presentan.
Porque si creemos en JESÚS, entonces tenemos esperanza de que esto cambiará, pero no una esperanza de brazos caídos, sino más bien una esperanza que nos llena de Amor y de Fortaleza para estar dispuestos a luchar contra los que pretender anular la felicidad y la paz de todos, porque la esperanza es perseverancia y valentía, no derrotismo, ni conformismo. Y es esa la actitud firme que JESÚS espera de cada uno de los que nos consideramos sus seguidores, que tenemos el compromiso de ser terrenos fértiles donde la Semilla de Su Palabra nos impulsa a dar un Testimonio de vida que produce “cien, sesenta o treinta veces más”, de lo sembrado en nosotros.
Señor JESÚS, danos un oído atento y un corazón dispuesto, para escuchar Tu Palabra y ponerla en práctica todos los días de nuestras vidas, invitando a otros a vivirla y junto a nuestros semejantes podamos construir un mundo más justo y solidario. Amén
Luis Perdomo
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