En aquel tiempo cuando bajaban de la montaña, los discípulos le preguntaron: «¿Por qué dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venir primero?
Contestó Jesús: «Bien es cierto que Elías ha de venir para reordenar todas las cosas. Pero créanme: ya vino Elías y no lo reconocieron, sino que lo trataron como se les antojó. Y así también harán sufrir al Hijo del Hombre.
Entonces los discípulos comprendieron que Jesús se refería a Juan el Bautista.
Reflexión hecha por Luis Perdomo Animador Bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana
La Iglesia Universal celebra hoy la fiesta entre otros santos en honor a los Beatos Inés Phila, Lucía Khambang, Felipa Sifhong, y cuatro compañeros mártires de Tailandia. En 1940 son martirizados cruelmente estos abanderados del catolicismo en la nación tailandesa. Hoy son un ejemplo en la vivencia y el testimonio del Evangelio de JESÚS.
En la liturgia del día meditamos los textos: Eco 48,1-4.9-11; Sal 79; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 17, del verso 10 al 13. En el que se narra un diálogo entre JESÚS y sus discípulos, quienes lo interrogan sobre la venida de Elías.
Ya que, en el ámbito de la espiritualidad judía, se pensaba en una venida simbólica del profeta Elías quien tendría la tarea de preparar la venida del Mesías. Puesto que Elías es el Profeta más importante del judaísmo, que de acuerdo a la tradición no había muerto, sino que había sido arrebatado al cielo (2Re 2,11).
JESÚS les responde que Elías ya había venido en la persona de Juan Bautista y les añade que aun cuando lo había esperado con tantas ansias para preparar el corazón del pueblo en la acogida del Mesías, lamentablemente fue rechazado y calumniado por ellos, diciéndole que estaba endemoniado porque no comía, ni bebía los alimentos de sus contemporáneos.
Muy oportuno es destacar que Juan el Bautista es un personaje clave en los Evangelios Sinópticos, ya que en él se unen y se distinguen los dos períodos de la historia de la Salvación: el «Camino» y el «Cumplimiento».
Y es que, al identificar a Juan con Elías Mateo señala el cumplimiento de las expectativas Antiguas y subraya con ello la continuidad de lo Nuevo con lo Antiguo, y al mismo tiempo señala la superioridad de la etapa del «Cumplimiento», inaugurada por Nuestro Señor JESUCRISTO.
Al confrontarnos con el texto, vemos que Juan no solo es el Precursor de JESÚS, porque lo anuncia y lo muestra ya presente, sino también porque anuncia su destino y su muerte violenta. JESÚS continuará la obra de Juan, construirá la comunidad y nos Revelará a DIOS como PADRE y a todos nosotros nos invitará a considerarnos como hermanos.
Él pondrá en un mismo nivel el AMOR a DIOS y el AMOR al prójimo, resumiendo de esta manera a la Ley y a los Profetas, dándole unos valores excelsos y unas normas de convivencia a sus discípulos.
La confrontación también nos invita a entender el hecho de que, si rechazaron al Precursor, nada hay de extraño que también rechazaran al Mesías, así nos lo hace saber JESÚS una y otra vez, a lo largo de Su Predicación.
Y nos da una exhortación para que abramos los ojos y los oídos al anuncio del Evangelio, ya que como el propio JESÚS profetizó: «el que los escuche a ustedes, a mí me escucha y el que los rechace a ustedes a mí me rechaza» (Lc 10,16). Y es esta la enseñanza que hoy no da El Maestro de rechazo o aceptación.
Por eso es que, en este segundo sábado de Adviento, tenemos el gran regocijo de identificarnos con la persona de Juan el Bautista, y prepararnos adecuadamente para el gran acontecimiento de recibir al Hijo de DIOS en medio de nosotros, la cual es una oportunidad para entender que, así como los primeros discípulos comprendieron estas etapas de la historia de la Salvación, también nosotros estamos invitados a comprender el Proyecto Salvador de DIOS y hacernos parte de él.
Señor JESÚS, danos un corazón puro para discernir entre la verdad y la mentira, entre el camino que nos conduce a la vida o el que nos conduce a la muerte y con esa claridad hacer realidad Tu Mandamiento de AMOR en un mundo donde reina la indiferencia y la exclusión. Amén.
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