Evangelio

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.

Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!» Él les dijo: «¿por qué son tan cobardes, hombres de poca fe?» Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar, y vino una gran calma.

Ellos se preguntaban admirados: «¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!

Reflexión del Evangelio

La Iglesia Venezolana celebra hoy 125 años de la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento del Altar, acto litúrgico que se efectuó el 2 de julio de 1899. Compartimos aquí el primer párrafo de la oración que se elevó a Dios ese día: Soberano Señor del Universo y Redentor del mundo, Clementísimo Jesús, por un prodigio de Tu Caridad te has quedado con nosotros en este Sacramento hasta el fin de los siglos, aquí venimos a proclamarte solemnemente nuestro único Rey y dominador Santísimo.

A quien consagramos todos nuestros afectos y servicio, en quien ponemos toda nuestra esperanza.

En la liturgia del día meditamos los textos: Am 3,1-8; 4,11-12; Sal 5; y el Evangelio de Nuestro Señor JESUCRISTO, Según San Mateo capítulo 8, del verso 23 al 27. en el que se narra el episodio de la barca sacudida por la tempestad, y en el que se conjugan dos aspectos bien marcados.

Por un lado, la Autoridad de JESÚS y por el otro lado, la prueba de Fe que tienen que afrontar los discípulos de todos los tiempos, como parte de las exigencias de su seguimiento.

Recriminación de la poca fe

JESÚS les recrimina a sus seguidores su poca Fe, expresada en su miedo ante la fuerte tempestad, y la turbulencia de las aguas que amenazaba con hundir la barca. Ya que, ellos han visto al Hijo del Hombre enseñando con más autoridad que los maestros de Israel, sanando enfermos y expulsando demonios, por lo que es lógico inferir que también tiene jurisdicción sobre la naturaleza.

Por eso interpela a sus discípulos por sus miedos, porque si lo han visto haciendo todas esas cosas lo más lógico es tener la confianza y la seguridad de que si lo tienen a su lado Él sabrá protegerlos.

De allí que, con una narración cargada de simbolismo, el evangelista advierte a la comunidad cristiana, sobre los peligros que hay que afrontar, por ser parte de un proyecto transformador como el de JESÚS.

Porque los que soñamos con hacer presente el Reino de DIOS debemos enfrentar con valentía las persecuciones, no dejándonos derrotar por el miedo, la desesperanza o la falta de Fe.

La imagen de la barca sacudida por la tormenta, es una invitación que se le hace a la comunidad, a estar preparada para hacerle frente a las amenazas terrenales y espirituales.

Fragilidad de la fe

Al confrontarnos con el texto y ver la fragilidad de nuestra Fe, que se tambalea ante las dificultades y que es sumamente vulnerable antes las propuestas del mundo, y muchos de nuestros comportamientos y reacciones, desdice mucho de nuestra condición de ser un verdadero seguidor de JESÚS.

Por lo que se hace urgente e imperativo volver a las Enseñanzas y a los mandatos que nos da JESÚS, para tener un real y auténtico comportamiento cristiano, que sea expresión de la maduración de nuestra Fe.

También nos confronta la actitud de JESÚS, que ante tantas emergencias dormía como si estuviera ajeno a lo que estaba pasando.

Nos confronta porque pareciera que esa es la percepción que tenemos cada vez que estamos presionados por los problemas, exclamamos como el Salmista: ¡Dios mío, Dios mío, ¡porque me has abandonado!

Sin ponernos a pensar que no es abandono, sino la exigencia de Él para que tengamos una Fe madura y tener la suficiente confianza de que por muy difícil que sea la situación y Él siempre está con nosotros para ayudarnos.

Por eso es que hay que volver a JESÚS y a Sus Palabras, despertarlo para que nos ayude a afrontar las turbulencias del mal, de los proyectos generadores de pobreza y de injusticia.

Acerquémonos entonces con humildad al Maestro y supliquémosle para que nos de la fuerza necesaria, con las que podamos superar las tormentas y los miedos que amenazan nuestra Fe y no ceder ante propuestas que desnaturalizan al ser humano.

Señor JESÚS, Fortalece nuestra una Fe para tener la suficiente confianza de que por muy difícil que sea la situación Tú siempre caminas a nuestro lado en cada uno de nuestros temores y vicisitudes.

Amén.

Luis Perdomo
Animador bíblico de la Diócesis de Ciudad Guayana

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