Evangelio del Día. Mateo 9,14-15

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Mateo 9,14-15: “En aquel tiempo se acercaron a Jesús, los discípulos de Juan y le preguntaron: «Nosotros y los fariseos ayunamos en muchas ocasiones, ¿por qué tus discípulos no ayunan?» Jesús les contestó: «¿Quieren ustedes que los compañeros del novio estén de duelo, mientras el novio está con ellos? Llegará el tiempo en que el novio les será quitado; entonces ayunarán”.   

  Reflexión: Por el Servicio de Animación Bíblica de la Diócesis de Ciudad Guayana. Responsable: Luis Perdomo.

 La Iglesia universal celebra hoy la fiesta entre otros Santos, la fiesta en honor a San Álvaro, en la liturgia Mozárabe se le honra de manera especial, por haber realizado su apostolado evangelizador a los moros, o sea los árabes, llamados así en España, durante la invasión a la península ibérica en el año 711 d.C. Con sus predicaciones logró muchas conversiones del islamismo al cristianismo.

  Y la liturgia de hoy nos presenta al Evangelio de JESUCRISTO, según San Mateo capítulo 9, versos del 14 al 15. En el que se relata el encuentro de JESÚS, con los discípulos de Juan el Bautista, y en el que estos últimos le recriminan, la actitud anti litúrgica de sus discípulos al no observar la práctica del ayuno que para el pueblo judío era algo muy estricto. Recordemos que para el pueblo judío los momentos de ayunos litúrgicos estaban muy bien estipulados en los calendarios semanales y anuales. También se ayunaba por diversas circunstancias y motivos.

  Para los discípulos de Juan el problema era el ayuno, sin embargo, lo que el texto quiere hacernos entender era su cerrazón de corazón, al no aceptar la novedad que DIOS les estaba presentando.  Por eso los discípulos de Juan, junto con los de los fariseos, no logran entender porque los discípulos de JESÚS, no asumen con seriedad esta tradición religiosa de su pueblo.

 Ante el cuestionamiento la respuesta de JESÚS, es contundente y sorprendente: en una fiesta de boda nadie va hacer penitencia ni ayunar, todo el mundo está contento. JESÚS pone de manifiesto que Su Presencia en la tierra, tiene un sentido festivo similar a una fiesta nupcial. Y es que la Presencia física de JESÚS Anuncia y Testimonia una buena noticia de parte de Dios, y cuando Él ya no esté con sus seguidores, entonces si habrá la necesidad de ayunar.

   Al confrontarnos con el texto, vemos que durante la Cuaresma la Liturgia propone toda una Catequesis, tocando diversos puntos de la auténtica vida de fe, de la feligresía. Hoy pone de relieve la dimensión de la interioridad que debe sustentar la actitud del creyente, sobre el tema del ayuno. Y por eso se nos presenta esta conversación bien antagónica, donde los discípulos de Juan se permiten acusar de inobservantes de la Ley sobre el ayuno, a JESÚS y sus discípulos, y en el que el Maestro da una respuesta que vuelca totalmente esa tradición, dándole un nuevo sentido, donde nos invita a vivirlo no como un acto tristón de culto o de ascetismo, sino como un acto de alegría similar al que experimentamos en un Banquete de Bodas.

 Sin lugar a dudas que es una realidad sorprendente, una perspectiva absolutamente nueva, de modo que los criticones se sienten desplazados. Y los puritanos que quieren vivir una religiosidad de apariencia, quedan desconcertados. Porque las prácticas devocionales de piedad y de religiosidad no tienen sentido por sí sola, ya que tienen que ir acompañadas de un altísimo sentido de donación y entrega hacia los demás, “para poder ser gratas a los Ojos de DIOS”.

 Porque nuestro DIOS es el DIOS de la vida y de la alegría, no del arrastre, ni de la tristeza, ni siquiera de la melancolía. Ya que cuando irrumpe el Reino de DIOS, en medio del pueblo, solo hay cabida para la alegría y el gozo compartido en comunidad, que permea todos los extractos de la sociedad, para hacerla partícipe del Plan de Vida que DIOS desde siempre ha tenido para los hombres.

 Así entendemos que el verdadero ayuno consiste en romper con nuestras comodidades y nuestros miedos para entregarnos por entero en la propagación e instauración de ese Proyecto de Vida que nuestro Señor JESUCRISTO ha traído a la humanidad. De allí que hoy sea el día para preguntarnos ¿Cómo vivo mi experiencia de la Presencia del Reino de DIOS en mi vida personal, familiar y comunitaria, con tristeza y derrota o con alegría y esperanza?

 Señor JESÚS, haznos percibir y gustar, que nuestras privaciones sin Ti, no significan nada. Y tampoco tienen sentido si no repercuten positivamente en bien de todos nuestros semejantes. Amén.

Luis Perdomo

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