Ottobrunn, Alemania. El aumento del nivel del mar y el deshielo son indicadores del cambio climático. Determinar la magnitud del problema será la tarea de Sentinel-6, el nuevo satélite del programa europeo Copérnico, que se está sometiendo a un programa exhaustivo de pruebas antes de su lanzamiento en 2020.
Por el momento, y hasta que llegue ese momento, el satélite, cuya estructura y cableado, entre otras piezas, llevan firma española, está en la llamada sala blanca de la empresa IABG, para realizar las pruebas y donde este viernes se reunieron responsables del proyecto para presentarlo a la prensa.
«El aumento del nivel del mar es un problema de gran importancia», dijo el director de programas de observación de la Tierra en la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher, y recordó que a comienzos de diciembre se abrirá en Madrid la COP25, como seguimiento del Acuerdo del Clima de París.
Para un mayor control del nivel del mar hay que tener un registro continúo de datos, que solo se pueden tomar desde el espacio y que se recopilan desde 1991 con una serie de satélites, a los que se une Sentinel-6 para continuar la labor.
Para ello, uno de los instrumentos «clave» -agregó- es el altímetro de radar de nueva generación, que establece la distancia con la superficie marina con una precisión de pocos centímetros. Además incorpora instrumentos para la navegación y la observación del vapor de agua.
Con su tecnología de última generación cartografiará el 95 % de los océanos libres de hielo cada diez días, lo que le permitirá documentar los cambios en la altura de la superficie de los océanos.
Pero además registrará y analizará las variaciones del mar, observará las corrientes marinas, la cantidad de calor que almacena el océano o fenómenos meteorológicos como El Niño, enumeró Benoit Meyssignac del Laboratorio de Estudios en Geofísica y Oceanografía Espacial (Legos).
Aunque Sentinel-6 forma parte de la familia europea Copérnico, cuenta con la cooperación de la Nasa y la Nooa (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU), que han aportado, entre otro equipamiento, el radiómetro de microondas.
Sentinel-6 es «un producto de excelencia fruto de la cooperación de grandes socios a ambos lados de Atlántico», destacó la experta de la Comisión Europea Astrid Koch, un aspecto que también reseñó la directora de la división de ciencias terrestres de la NASA, Sandra Cauffman, quién expresó su esperanza en que esta colaboración continúe.
La misión Sentinel-6 está formada por dos satélites idénticos, A y B, el primero de los cuales se lanzarán en noviembre del 2020 y el otro cinco años después, que estarán operados por la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos (Eumetsat).
El primero ya está listo y hasta primavera pasará una serie de pruebas en IABB, para que Airbus -principal contratista- verifique que es capaz de soportar las condiciones del despegue y su estancia en el espacio.
El responsable de la ESA señaló que en Sentinel-6 han participado 58 compañías de 17 países, entre ellas varias españolas como GMV, Iberespacio, Thales Alenia Space España o Airbus España, que ha producido la estructura y el cableado.
Una cooperación de la industria europea que «es y seguirá siendo fundamental» para fortalecer la industria, aumentar su competitividad y la creación de empleo, dijo en nombre de Airbus Philippe Pham.
Con un peso aproximado de 1,5 toneladas y 5,13 metros de largo, Setinel-6, que cuando desplegue sus paneles solares recordará la parte superior de un chalet suizo con su tejado a dos aguas, se situará a una altitud 1.336 kilómetros tras su lanzamiento desde Vandenberg (EE.UU).
Este nuevo sentinel ayudará a seguir tomando «el pulso de nuestro planeta», uno de los objetivos del proyecto Copérnico, liderado por la Comisión Europea, que desde hace 20 años observa la Tierra, gracias a una constelación de satélites.
Koch destacó la importancia de Copérnico, que salva vidas proporcionando datos sobre incendios o inundaciones, apoya el futuro de la agricultura siguiendo la evolución de los cultivos y ofrece datos sobre la contaminación del aire, con lo que «ayuda a crear un ambiente seguro para los ciudadanos».
Un proyecto que «ofrece los datos más precisos para entender el clima» y que se ponen gratuitamente a disposición de la comunidad científica, para extraer modelos que sirvan para hacer proyecciones sobre cómo se comportará nuestro planeta.
EFE
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