El exministro Alejandro Gaviria habla durante una entrevista con EFE, el 1 de agosto de 2023, en Bogotá (Colombia). EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

Alejandro Gaviria creyó en Gustavo Petro como una «explosión controlada» en Colombia y estuvo siete meses en el Gabinete intentando apoyar ese cambio controlado. Pero ahora, tras su polémica salida, ve con pesimismo un Gobierno que se dijo integrador pero que «se ha olvidado de la paz política».

«Es una especie de paradoja; el Gobierno está hablando de paz total con los grupos armados, pero se ha olvidado de la paz política», explica en una entrevista con EFE en su casa en Bogotá.

Gaviria, que fue ministro de Educación de Petro, es el claro ejemplo de lo que él considera el «fracaso de la idea de gabinete plural», de un Gobierno que comenzó con coaliciones y personas procedentes de diferentes corrientes políticas y sectores.

Hoy, tras dos cambios de gabinete y otro que cabe esperar el próximo 7 de agosto cuando cumpla su primer año en el Gobierno, Petro se encierra cada vez más con gente de sus bases o de su círculo político más cercano y ha perdido la mayoría en el Congreso, con lo que crecen las dudas sobre cómo sacará adelante su programa de cambio.

FALTA DE SOLUCIONES

Petro tenía «un plan loable pero difícil de realizar», escribe Gaviria que también fue ministro de Salud durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, en su último libro «La explosión controlada» (Debate) donde hace una radiografía del Gobierno de Petro y cuenta una visión desde dentro.

En él habla, con respeto y sin entrar en cuestiones personales, de las estrategias de Petro y formula una tesis: «el cambio requiere una doble mirada», un futuro distinto como el que plantea el presidente en sus discursos, pero también soluciones, políticas públicas que falta concretar.

«Se siente muy cómodo en los escenarios internacionales donde la política pública no está presente porque no tiene que dar soluciones reales a problemas concretos», subraya Gaviria. Pero se olvida que gobernar es justamente dar soluciones reales.

«Petro tiene la tentación de lo simbólico, de las puestas en escena, del teatro en la política y eso está bien para liderar una toma de conciencia colectiva, pero no puede ser teatro no más», reprocha.

«EL PRESIDENTE SIN PRESIDENCIA»

El exministro ha dicho en varias ocasiones que Petro es «el presidente sin Presidencia», pues «no es un Gobierno que tenga un equipo robusto» en la Casa de Nariño, faltan tecnócratas, según explica.

Dentro de Petro pelean dos Petros: el «consensualista», que tras la victoria buscó promover un gabinete plural y gobernar con acuerdos y un Petro que solo habla a sus bases, a quien Gaviria llama «el agitador»; el Petro que pese a las críticas dentro de su propio Gobierno a la reforma a la salud, sale a un balcón, en frente del «pueblo» a defenderla a capa y espada; a que el pueblo la defienda.

«Hay una especie de contradicción entre lo que se predica y lo que se practica», añade el exrector de la Universidad de los Andes. Y esa integración que predicaba «hoy en día podemos decir que no existe y no solo eso, es que no parece haber una visión clara sobre volverla a llevar a la práctica».

Esta, como ha pasado en otros gobiernos de izquierda de América Latina, es una doble función: «es muy difícil satisfacer a sus bases, no traicionarlas, pero gobernar implica llegar a acuerdos». Y lo que está mostrando el presidente es que muchas veces escoge a sus bases a pesar del precio.

CENTRARSE EN ALGUNOS SECTORES

Gaviria ha publicado el libro apenas cinco meses después de su salida del Gobierno, un gesto que se ha visto como desleal y oportunista por algunos, pero él defiende que no es así y que lo ha escrito desde el respeto.

También con la intención de dar algunas pinceladas para reencauzar algunos asuntos, de hacer un «llamado de atención sobre la necesidad de recuperar la idea del acuerdo nacional, de un Gobierno de coalición», pero también un llamado «al pragmatismo» y a centrarse «en las políticas públicas, no solamente en los discursos».

Ahí cita al economista alemán Albert O. Hirschman sobre la necesidad de «buscar tres o cuatro ámbitos de la política pública donde el cambio es posible» y centrarse en ellos.

Ve necesarios cambios en todos los sectores que ha planteado el Gobierno -pensiones, laboral, salud o educación- pero cree que «hay que reformar esas reformas para que puedan tener viabilidad política».

Con la cámara apagada duda si decirlo y luego lanza una idea rotunda porque Gaviria nunca se corta al mostrar sus ideas: «A Petro le va a acosar la corrupción». No cree que el presidente esté directamente involucrado en ningún escándalo, pero a su alrededor sí pueden salir más casos como el de su hijo, Nicolás Petro, acusado por la Fiscalía de lavado de activos y enriquecimiento ilícito.

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