EFE
Miami.- El expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso (1995-2003) cree que la solución a la «trágica» situación de Venezuela debe «venir de adentro», pero no ve que la «oposición tenga fuerzas para captar el poder» y lamenta que lo «peor» puede ocurrir: que «Nicolás Maduro siga en el poder».
Para el mandatario socialdemócrata de casi 88 años, el rol que está desempeñando Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional al que más de medio centenar de países reconocen como presidente interino y al que él respeta por su «coraje», es «simbólico», según dijo este jueves en una entrevista con Efe.
«¿Cuál es la eficacia de eso? Tengo dudas», dice sobre el papel de Guaidó, aunque a continuación subraya que «alguien tiene que mantener despiertos» a los venezolanos que siguen en el país.
Una de las cosas que juegan en contra de los contrarios a Maduro es que «buena parte de la clase alta y media del país se fue».
Cardoso, que este jueves recibirá un doctorado «honoris causa» por la Universidad de Miami (UM), el trigésimo tercero según sus cuentas, se declara un «espíritu independiente» y quizás por eso, dice, le atacan desde la ultraizquierda y la ultraderecha.
En este mundo tan polarizado «la gente que tiene un espíritu más independiente y es más razonable sufre mucho, son apaleados por los dos lados», señala este ex catedrático universitario que se precia de ser el único expresidente democrático brasileño vivo que no tiene procesos judiciales abiertos o está preso.
A punto de publicar el cuarto tomo de sus memorias políticas, Cardoso hace alarde de memoria y recuerda conversaciones con el fallecido Hugo Chávez, presidente de Venezuela de 1999 a 2013, con el opositor venezolano Henrique Capriles o con los exmandatarios Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, José Mujica, de Uruguay, y Felipe González, de España.
Del «primer Chávez», con quien se llevaba «más o menos bien» y al que trataba de «moderarlo», dice que era «un actor», además de «mesiánico», y que Mujica le dijo una vez de él en casa del extitular del Banco Iberoamericano de Desarrollo Enrique Iglesias en Uruguay: «siempre se equivoca».
Sobre Venezuela considera que en algún momento la solución podría haber venido de Cuba, pero ahora es más difícil que sus dirigentes «estén dispuestos» a colaborar por la dura política del Gobierno de Estados Unidos hacia el Gobierno de la isla.
En cualquier caso, para él está claro que Cuba tiene capacidad de influir en los asuntos venezolanos «más que ningún otro país».
A su juicio, el Gobierno de Donald Trump está teniendo un papel «raro» en la crisis venezolana.
«La salida requiere confiabilidad y se está perdiendo la creencia en lo que (EE.UU.) dice que va a ocurrir», subraya.
Por supuesto, menciona que si Estados Unidos quisiera podría «destrozar» a Maduro, pero pone como ejemplos la invasión de Irak y la intervención europea en Libia para preguntarse «¿Y después qué?».
Una «sublevación civil» la ve prácticamente imposible, porque «la gente no tiene con qué», y menciona la importancia de contar con los militares para cualquier solución.
Aunque es «un poco tarde», «algún tipo de negociación hay que plantearse para cortar el círculo vicioso» actual, agrega.
Sobre su país natal, donde sigue viviendo dedicado a la fundación que lleva su nombre y sin deseo alguno de volver a la política activa, Cardoso dice que «no se sabe hacia dónde va» el Gobierno de Jair Bolsonaro, pero reconoce que no se han materializado los atentados a la democracia que se temían.
La situación política y social está «en las nubes» y en cuanto a la económica «hay un sentimiento de que no pasa nada».
El panorama es «complejo» y requiere un «liderazgo político fuerte», dice el expresidente, quien no ve que Bolsonaro «tenga la capacidad» de hacer que «el país sueñe con su futuro».
A su juicio, las ideas «más sensatas» dentro del Gobierno vienen de los militares y las menos sensatas de elementos que no es que sean ideológicamente «reaccionarios», sino directamente «atrasados».
Además de la afición a Twitter, Bolsonaro tiene en común con Trump que no mira al futuro, sino que añora una vuelta atrás a los «tiempos de la preglobalización», subraya Cardoso, quien está contento de poder decir lo que piensa y de tener «influencia en la gente», aunque ya no tenga poder.
Al expresidente del país más grande y poblado de América Latina le preocupa la situación en Argentina, que nunca ha logrado resolver su relación con el peronismo» y donde el presidente Mauricio Macri «no ha logrado convencer» a sus compatriotas de la necesidad de establecer un «terreno común» sin divisiones partidarias, como «sí lo han hecho los chilenos a despecho de Augusto Pinochet».
Cardoso hace hincapié en la necesidad en todo el mundo de no ceder al «impulso» de vivir como en una permanente campaña electoral donde al adversario solo hay que vencerlo, y subraya que «con tanta polarización es difícil mantener la institucionalidad democrática».
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