Veinticinco familias, 5 del barrio La Dinamita y 20 del sector Cañafístola, se encuentran damnificadas, tras el desbordamiento del río homónimo, que además provocó la caída de un puente en el sector El Mereyal.
Merlín Soto, habitantes del sector Cañafístola, denunció la que una vez más «la crecida del río ha provocado daños severos en sus hogares».
Asimismo, relató que las familias al ver que el cielo se nubla, les comienza a invadir agonía «de que el río vuelve a nuestras casas».
Soto pidió la reubicación de los damnificados, que prometió el gobernador del estado Bolívar, Ángel Marcano hace dos años, sin embargo, aún esperan por la ayuda gubernamental.
La ciudadana, que padece de una discapacidad visual, alertó que de los peligros que esta situación representa para la comunidad, especialmente para los niños, mujeres embarazadas y adultos mayores.
«Hace dos años, casi perdemos a un adolescente que se la estaba llevando el río, si no es por su papá que la agarró por el cabello para salvarla, no sé qué hubiera pasado», contó Soto.
También, añadió que no quieren que una situación como esta suceda otra vez o suceda algo que se pueda lamentar
«Ya nuestras casas están inhabitables, con paredes cuarteadas y en riesgo de colapso, mientras que las pocas cosas que nos quedan tuvimos que amarrarlas en el techo», apuntó.
Piden al Gobernador cumplir su promesa
Por su parte, Yosailis Mendoza narró como vivió esta situación causada por el río Cañafístola.
«Hace dos años fuimos damnificados. El río nos arropó de una manera tan brutal, en horas de la madrugada, que nos sacó de la casa con la ropa que teníamos puesta», relató.
Mendoza es madre soltera y para aquel entonces a su hija de dos años, los vecinos tuvieron que sacarlas con u mecate, debido a que «la corriente que había era horrible. No sabía de mi familia, puesto que estábamos en la parte más adelante, nadie sabía nada. Todo el mundo luchaba por su vida», sentenció.
El pasado sábado 5 de octubre, nuevamente experimentaron otra inundación, generando temor entre los residentes cada vez que llueve.
Así como Soto, Mendoza pide al gobierno regional su ayuda y cumplir la promesa que hicieron, alegando que «están cansados de tanto censos y cero acciones».
«Nos sentimos solos y olvidados», concluyó.
Una de las familias afectadas «Casi perdimos todo»
Entretanto, la vecina Lisbey de Acosta, quien vive cerca del río, expresó que siente miedo por la seguridad de su familia y a su vez frustración por perder sus pertenencias valiosas a causa de las inundaciones.
De Acosta recordó que «primera vez que ocurrió perdimos casi todo, pues tratamos de salir de la casa porque la corriente estaba fuerte y con miedo de que ese río nos lleve».
«Lo que vivimos aquí cada vez que llueve es fuerte y estamos siempre en alerta, en zozobra y con nervios», continuo.
En esta oportunidad la familia de Lizbey ha desarrollado una estrategia para proteger lo poco que les queda del agua como electrodomésticos y colchones, ya que, la casa ya presenta daños graves irreparables y viven en constante preocupación.
«Hago un llamado a las autoridades para que nos ayuden. Ya esta situación es insostenible», finalizó.
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